La vice, de “mitomanías” y la “dieta del silencio”
La mayoría de los ciudadanos estamos cansados de las continuas mentiras de la señora vicepresidente y creemos que padece una enfermedad que merece tratamiento.
A la burda mentira de la división de su bloque en el Senado para ocupar dos bancas en el Consejo de la Magistratura, que la Corte Suprema anuló de plano con su reciente fallo calificando su maniobra de “ardid”; se agrega el tratar de inculpar a Juntos por el Cambio por el atentado contra su vida de la “banda de los copitos” (como lo hizo hace unos años con el caso Maldonado y el invento de su desaparición forzada). A ello se le suma, entre otras mentiras de una lista interminable, el invento del lawfare y de la persecución política para encubrir sus delitos de corrupción; el decir que no forma parte de este Gobierno cuando no sólo lo inventó sino que lo dirige; el sostener que ella está para devolverle la alegría a la gente, cuando con este Gobierno la gente vive deprimida; y tantas otras mentiras que solemos leer en sus tweets o cuando pronuncia discursos pasados de moda ante su claque que asiste a los actos a cambio de algún beneficio.
Es cierto que hubo quien decía “miente, miente, que algo quedará”, pero también está el dicho “la mentira tiene patas cortas”.
Aconsejo a la señora Cristina Fernández de Kirchner hacer un tratamiento urgente que la libere de su mitomanía o que pruebe la dieta del silencio que no sólo la sanará a ella, sino a la mayoría de la sociedad expuesta a sus continuos ardides y diatribas.
Jesús María Silveyra silveyraj@gmail.com