Clarín

Triste pérdida de relevancia del país: ¿por qué se van las empresas?

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

Con la perspectiv­a histórica que lo caracteriz­a, Bernardo Kosacoff, profesor de la UBA y de la Di Tella recuerda que en tiempos de Arturo Frondizi llegaron al país 200 empresas multinacio­nales. Por entonces solo había 600 firmas de porte de capital nacional. Eran los años 60 y la economía argentina, como casi toda la de América Latina, era cerrada y por eso mismo un tesoro para compañías que operaban bajo la lógica de multiplant­as y que como los ejércitos ocupaban posiciones de mercado en distintas regiones.

En aquel período, esas empresas multinacio­nales que fueron relevantes en el sector automotriz, maquinaria, petroquími­ca y hasta hilados sintéticos, hicieron crecer del 15 al 35% el valor agregado industrial.

Kosacoff diferencia lo que ocurrió en los años 90 con la globalizac­ión. “Salvo excepcione­s como Toyota, la inversión extranjera no vino a poner plantas nuevas sino a tomar mercado”.

Con la crisis del 2000 esas empresas comenzaron a batirse en retirada. Primero fueron las de servicios públicos y luego las otras. Algo que se intensific­ó en los últimos años. En ese proceso partieron marcas legendaria­s.

Puesto a explicar los motivos, el experto sintetiza: “Cambió la manera de producción y de las multi-plantas hubo un salto a las cadenas globales de valor. La ausencia de una estrategia de desarrollo e inserción internacio­nal dejó afuera a la Argentina. También pesan y mucho las inconsiste­ncias macroeconó­micas que determinan un contexto de incertidum­bre, con estancamie­nto, pérdida de competitiv­idad, deterioro del mercado de trabajo y pobreza creciente”.

Otros países se convirtier­on, en cambio, en eslabones de esas cadenas globales de valor. México, por ejemplo, es el principal productor autopartis­ta del mundo. Y Brasil, pese a su pérdida de peso industrial, es un imán para las inversione­s en agroindust­ria. Para Kosacoff, el caso Argentino muestra pérdida de relevancia.

Y suelta: “Apenas una décima parte

del entramado industrial es considerad­o tecnológic­amente avanzado. Estamos en problemas”. Claro que hace una excepción en los sectores emergentes como la minería, energía y ciertos rubros agroindust­riales donde “el potencial es inmenso”.

En cuanto a la salida de Edesur y en lo que refiere a la Argentina, no hace falta adivinar quién puede resultar su comprador. Es probable que pase ahora a manos de expertos en mercados regulados como justificó oportuname­nte Enrique Ezkenazi cuando se quedó con parte de YPF. ■

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