Aludes, casas aplastadas y casi 300 muertos por el sismo en Indonesia
Hay 151 desaparecidos entre los escombros. La gran mayoría murió sepultada por los derrumbes.
Los equipos de rescate de Indonesia realizaban este martes una dramática búsqueda de sobrevivientes entre la devastación causada por el terremoto en la isla de Java, que dejó al menos 268 muertos y más de 1.000 heridos.
Las autoridades confirmaron que 151 personas siguen desaparecidas, muchas de las cuales resultaron sepultadas por los derrumbes y los aludes que siguieron al sismo ocurrido en Cianjur, a 75 km de Yakarta, con una magnitud de 5,6.
Ridwan Kamil, gobernador de la provincia de Java Occidental, la más poblada, informó que la gran mayoría de las víctimas murieron aplastadas por el colapso de los edificios o los desprendimientos de tierra. Además, señaló que entre ellos hay numerosos niños que se hallaban en las escuelas cuando golpeó el sismo.
Los testimonios son desgarradores. Aprizal Mulyadi, un chico de 14 años que estudiaba en un internado islámico, se salvó milagrosamente. “La habitación colapsó y mis piernas quedaron enterradas entre los escombros. Pasó todo tan rápido”, contó.
El adolescente consiguió escapar gracias a la ayuda de su amigo Zulfikar, que después moriría atrapado bajo las ruinas. “Me quedé devastado al verlo así, pero no podía ayudarlo porque mis piernas y mi espalda estaban heridas”, explicó.
En un refugio en la localidad de Ciherang, cerca de Cianjur, los evacuados esperaban sentados en lonas en medio de una fría mañana. Bebés y niños dormían bajo la atenta mirada de sus madres exhaustas.
Nunung, una mujer de 37 años que como muchos indonesios solo tiene un nombre, consiguió salir y sacar a su hijo de 12 años de los restos de su casa colapsada. “Grité pidiendo ayuda pero nadie vino a nosotros. Tuve que liberarnos excavando”, recordó con el rostro todavía cubierto de sangre seca. “No ha quedado nada. No hay nada que pudiera salvar excepto las ropas que llevamos”, agregó.
Entre las ruinas se podía ver a la gente desesperada buscando familiares. “Su teléfono no está activo. Estoy en estado de shock y muy preocupada, pero aún tengo esperanza”, dice llorando Rahmi Leonita, de 38 años, quien intenta encontrar a su padre.
La devastación causada por el terremoto se agravó por una ola de 62 réplicas más pequeñas, con magnitudes de 1,8 a 4 grados. En cuanto a los daños en materia de infraestructura, las autoridades reportaron que 22.000 viviendas fueron destruidas y más de 58.000 personas han sido desplazadas.
Dimas Reviansyah, un socorrista de 34 años, explicó que sus equipos usan motosierras y excavadoras para abrirse paso entre árboles caídos y escombros. “No he dormido desde ayer, pero tengo que seguir porque hay víctimas que aún no fueron encontradas”, apuntó.
El operativo de rescate se veía entorpecido por cortes de ruta y de energía en algunas partes de esta zona rural y montañosa. Aquellos que sobrevivieron acamparon al aire libre en una oscuridad casi total, rodeados por escombros. El personal sanitario trataba a los pacientes en el exterior de los hospitales de campaña levantados improvisadamente.
También se podía ver a los familiares de luto esperando que las autoridades les entregaran los cadáveres para enterrarlos siguiendo el rito islámico. Cerca, un hombre cargaba con su hijo muerto envuelto en una manta blanca por su aldea.
Indonesia registra a menudo terremotos por encontrarse en el “cinturón de fuego” del Pacífico, punto de encuentro de placas tectónicas. Uno de los más destructivos ocurrió el 26 de diciembre de 2004 en las costas de Sumatra, y tuvo una magnitud de 9,1 grados. El potente temblor desencadenó un devastador tsunami que causó la muerte de 220.000 personas en toda la región, de ellas 170.000 en Indonesia, una de las catástrofes naturales más mortíferas jamás registradas.