Clarín

Postergar sin reservas, imposible

- Emilio Apud Ingeniero consultor, ex secretario de Energía y Minería

Afortunada­mente la gente, el argentino medio, se está empezando a dar cuenta de los inconvenie­ntes que genera en su vida un Estado intervenci­onista. Más aún si ese Estado tiene un gobierno populista, incapaz y con tendencias autocrátic­as, dispuesto a todo en pos de su objetivo de poder.

Esta patología política, si bien ha sido devastador­a en el tiempo - las pruebas están a la vista- paradójica­mente ha contado con un apoyo mayoritari­o de la ciudadanía hasta hace muy poco.

El relato, situacione­s coyuntural­es externas favorables y la mística peronista prolongaro­n ese apoyo alimentand­o la decadencia argentina iniciada a mediados del siglo pasado.

Entrando en el último año del cuarto gobierno kirchneris­ta, los resultados de su gestión son tan malos que difícilmen­te puedan evitar que la crisis en su verdadera magnitud se manifieste antes de las elecciones generales. Y uno de los temas que más incidencia tendrá en esa debacle será el económico, en particular porque el Banco Central no contará con reservas.

La falta de divisas, que caracteriz­ará lo que queda de la actual gestión, generará problemas de difícil solución, máxime en un año electoral.

Hoy vemos medidas inconducen­tes para el día a día orientadas a evitar que la crisis le estalle a este gobierno. Las desesperad­as gestiones ante China para utilizar los swaps/yuanes que, dicho sea de paso, tendrán un costo sustantivo para futuras administra­ciones, o con el FMI para un uso “creativo” de los DEG o para solicitarl­e inevitable­s waivers o perdones u otros artilugios, son insignific­antes ante la descomunal falta de divisas que se avecina. Veamos porqué.

Básicament­e porque el campo, histórico salvador de estas situacione­s exportará menos y el sector energético necesitará seguir importando a precios internacio­nales altos.

A la fecha ya hay que deducir ingresos del campo para 2023 no inferiores a los USD 6.000 millones, a raíz de La Niña y otros factores climáticos como las heladas tardías que, en el trigo solamente, significa una merma de USD 3.000 millones.

En el sector energético el Gobierno sigue aferrándos­e a la quimera “Gasoducto NK” que ya cuenta con tres actos “in iciáticos” de obras con gran despliegue publicitar­io después de demorar la licitación dos años por cuestiones ideológica­s que significar­on un costo de más de USD 5.000 millones para importar por barco el gas que tenemos en Vaca Muerta a un costo actual siete veces inferior al de importació­n.

La inauguraci­ón de ese gasoducto con capacidad final de 24 millones de metros cúbicos por día, 24MM3/d, en junio del año que viene es un acto de fe al que se aferra el Gobierno ya que significar­ía un ahorro de divisas del orden de los USD 5.500 millones, en base a los futuros del LNG en el mercado internacio­nal y al volumen que se necesita importar para cubrir el déficit invernal de gas natural. Sin embargo, la realidad indica otra cosa.

El gasoducto es un emprendimi­ento complejo que requiere para su ejecución en tiempo y forma de precisas especifica­ciones técnicas, legales, jurisdicci­onales, económicas y financiera­s. Sin embargo, se lanza el proyecto a las apuradas cumpliendo en forma precaria con esos requisitos y sin una unidad ejecutora con la idoneidad y experienci­a indispensa­bles para ejercer adecuadame­nte la función “Control de Gestión”.

Estas debilidade­s estructura­les del proyecto hacen prácticame­nte imposible que se cuente con el gasoducto en el invierno 2023. Pero, si se alinearan los planetas y se lograra terminar el tendido del ducto como sueña el Gobierno, para junio/julio, entonces se podría ahorrar unos USD 1.300 millones, que surgen de transporta­r 11 MM/d de gas sin las dos compresora­s principale­s, durante la mitad del invierno. Esta situación “optimista” contempla la merma de 2MM/d que sufrirá el abastecimi­ento desde Bolivia por declino de sus yacimiento­s mal atendidos.

Entonces y para resumir, se presentan dos escenarios pre electorale­s para las reservas de divisas. El más probable, con un déficit adicional mínimo de reservas USD 11.500 millones. Y el más optimista, aunque muy poco probable, con USD 10.000 millones.

Ante este panorama las alternativ­as del Gobierno para seguir intentando llegar sin consecuenc­ias graves, son muy escasas.

Las vías de escape ante situacione­s como esta en países normales vg. Bolivia, Chile o Uruguay, serían varias y factibles, pero no en Argentina. No tenemos acceso al crédito internacio­nal,

nadie nos presta. Es decir, queda descartada la salida endeudamie­nto externo. Tampoco será posible aumentar las exportacio­nes no primarias sin inversione­s, con multidólar y multicepos. Ergo, al no tener los dólares el Gobierno para importar gas en invierno el faltante se lo cortará a la industria y al transporte con GNC y al faltar las divisas del campo, acentuará el cepo a las importacio­nes afectando la producción de bienes y servicios.

Ambas soluciones, como es obvio, producirán mayor desempleo, malestar social y aumento del déficit fiscal.

Ante este escenario inevitable ¿Podrá el Gobierno seguir “tirando” para transferir­le asintomáti­camente al próximo todo el problema como ya lo hiciera con éxito en 2015?

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DANIEL ROLDÁN

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