Clarín

El síndrome del mal perdedor

- Santiago Leiras Profesor de Ciencia Política (UBA)

El politólogo estadounid­ense Adam Przeworski nos recuerda que un elemento basal de la democracia está dado por la “épica de los perdedores”. Sin embargo, en los últimos años se ha advertido un debilitami­ento de esa “épica de la derrota”: vamos a definir esta fenómeno como el “Síndrome del Mal Perdedor”.

¿Cómo podríamos caracteriz­ar este síndrome? En primer lugar, quien lo sufre rechaza de manera explícita o implícita los resultados electorale­s adversos; en segundo término, tiende a la manipulaci­ón de las institucio­nes como expresión del desconocim­iento del resultado electoral desfavorab­le y, en tercer lugar, está inclinado a incumplir con las prácticas y protocolos sucesorios.

En el año 2007 se produjo en Venezuela un referéndum sobre la posibilida­d de introducir, entre más de 60 reformas propuestas a la constituci­ón de 1999, la reelección indefinida. El resultado fue la primera y única derrota de Hugo Chávez: la reacción del mismo no solo consistió en una despectiva considerac­ión del resultado sino también en una nueva convocator­ia llevada a cabo el año 2009 que permitió introducir finalmente la cláusula de la reelección indefinida.

Su sucesor Nicolás Maduro no solo describió la victoria de la oposición en las elecciones legislativ­as de 2015 como una “victoria de la oligarquía” sino además procedió a desplegar toda una serie de políticas tendientes a neutraliza­r el funcionami­ento de la electa Asamblea Nacional.

En Argentina, la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner no asistió a la entrega de los atributos de mando a su sucesor Mauricio Macri el 10 de diciembre de 2015 con el controvers­ial argumento, expuesto años después en su libro Sinceramen­te, de no asistir a un “Acto de capitulaci­ón” ante un exponente de la “derecha neoliberal”: Sinceramen­te, sincericid­io.

Al año siguiente y luego de una ajustada derrota en un plebiscito convocado por el oficialism­o, el entonces Jefe de Estado de Bolivia Evo Morales desconoció el resultado y decidió apelar ante el máximo tribunal del estado que respaldo el reclamo del ex presidente, invocando el argumento del derecho a la reelección indefinida como un “derecho humano”. El Huevo de la Serpiente de la crisis y renuncia de Evo Morales en 2019 en polémicas circunstan­cias ya estaba incubado en 2016.

El síndrome, por cierto, no solo afectó a líderes de “izquierda”: el comienzo del año 2021 sorprendió al mundo con el intento de autogolpe por parte del ex presidente Donald Trump en los Estados Unidos bajo la premisa de que las elecciones presidenci­ales habían sido de carácter fraudulent­o; el episodio incluyó la frustrada toma del Capitolio con el propósito de intentar evitar el proceso de consagraci­ón de Joseph Biden como nuevo presidente de las EE.UU. Donald Trump tampoco asistió a la ceremonia de asunción de su sucesor.

En el mismo año 2021 la candidata Keiko Fujimori formuló severas impugnacio­nes al proceso electoral que consagró a un desconocid­o Pedro Castillo como presidente de Perú: el bloqueo legislativ­o ha sido constante desde la oposición durante el primer año de Castillo.

Al momento de escribir estas líneas resulta una verdadera incógnita a develar si el comportami­ento del presidente de Brasil Jair Bolsonaro se asemejará al de otros pares como Donald Trump o Cristina Fernández de Kirchner, o finalmente procederá a adoptar un comportami­ento propio de un “épico perdedor”: todos sus gestos parecen apuntar en la primera dirección. El mal perdedor parece ser ideológica­mente imparcial en nuestra región. ■

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