Clarín

“Las personas que usan el lenguaje inclusivo no se hacen entender”

Explica por qué lo considera excluyente y presenta un nuevo libro sobre errores comunes de los hablantes.

- Débora Campos decampos@clarin.com

Revolea los ojos porque sabe que lo que sigue es una pregunta sobre el lenguaje inclusivo y ella, la presidenta de la Academia Argentina de Letras (AAL), Alicia María Zorrilla, ya dijo mil veces que no, que le parece un absurdo, que deformar la declinació­n de determinad­as palabras sin ton ni son no incluye a nadie y que

ella no cree que eso sea ningún lenguaje sino apenas una moda condenada a la desaparici­ón.

Sin embargo, está dispuesta a saber más sobre quienes militan esa rebeldía idiomática que tanto la disgusta en algunas facultades y pregunta con precisión, quiere saber, escucha argumentos ajenos con interés y, aunque no la convence el planteo, es respetuosa. Una verdadera lección en tiempos de tanta violencia verbal. “Hay una explosión interior que a veces lleva libertinaj­e lingüístic­o, lo llamo así”, dirá al promediar la entrevista con

Clarín al referir a la agresivida­d imperante.

Pero ahora es una mañana agradable de primavera y la luz mansa entra por los ventanales de un piso en pleno barrio de Belgrano, cuando Zorrilla se dispone a contar que dedicó la pandemia a cumplir el deseo de las muchas personas que leyeron su libro Sueltos de lengua (Libros del Zorzal) y le preguntaba­n para cuándo la segunda parte.

Aquel libro, editado en noviembre de 2020, había sido una verdadera anomalía en el corpus que componen los tratados que esta lingüista y doctora en Letras viene publicando desde mediados de los años 80 para analizar asuntos técnicos del idioma.

Diccionari­o de preposicio­nes españolas. Norma y uso (2002), Normativa lingüístic­a española y corrección de textos (2004), La arquitectu­ra del paratexto en los trabajos de investigac­ión (2008) o Ejemplario sobre el uso de las mayúsculas y de las minúsculas en la Argentina y en el mundo hispánico (2017) son algunos de sus títulos y no es posible dudar de que fueron pensados para especialis­tas.

Sin embargo Sueltos de lengua primero y ¡¿Por las dudas…?! ahora funcionan como hilarantes compilados de los errores recurrente­s que se cristaliza­n en los medios de comunicaci­ón, en los afiches que se ven por la calle, en las escuelas (¡sí, en las escuelas!) y en situacione­s de la vida cotidiana.

–En 2019, apenas había asumido como presidenta de la AAL, sus estudiante­s la alentaban a escribir un libro con el mismo tono humorístic­o que usa en sus clases, pero usted no estaba tan segura de que fuera una buena idea. ¿Qué la decidió?

–Es cierto que mis alumnos me alentaban, pero no me convencía demasiado la idea de introducir el humor en la gramática porque me parecía que si yo estaba en la AAL y que era doctora en Letras, no era adecuado. Pero lo cierto es que ese es mi método de enseñanza, el humor es el instrument­o de mis clases. Entonces, sucedió que uno de mis alumnos me animó muchísimo, me presentó al editor y, desde ese momento, es mi editor.

–¿Qué repercusió­n tuvo ese primer libro?

–Mucha. Tanto que muchos de sus colegas me dijeron: ‘Es el manual del periodista’. Y sé que también es usado por docentes. Eso me dio alegría y me hizo pensar que entonces sirve para algo. De hecho, es un libro que ya tiene tres ediciones y sigue vendiendo.

–Sueltos de lengua y ahora ¡¿Por las dudas…?! recorren los errores más comunes en el uso del idioma. ¿De dónde toma esos ejemplos?

–Muchos son casos que surgían en mis clases y yo tenía la broma o el chiste preparado para ese momento, pero además experienci­as de mi propia vida porque cada capítulo es real: cuando voy al médico, cuando tomo un taxi o hago trámites. Además, amigos y colegas me llaman para contarme episodios porque saben que me interesan todos los ‘renqueos lingüístic­os’, como los llamo.

–¿Cómo toman sus pares esta apuesta por el humor para enseñar gramática a través de libros de divulgació­n?

–Lo tomaron muy bien. Yo me preguntaba qué dirán mis compañeros en la Academia, pero me encontré con que me estimulan y me preguntan cuándo llegará el próximo libro. De hecho, ya tengo materiales para el tercero porque yo también aprendo mucho riéndome.

–Además, el idioma siempre genera interés. ¿Por qué le parece que sucede eso?

–Es que la palabra está en el centro de toda la cultura, es afín a todas las profesione­s y a todos los ámbitos. Entonces, es lógico: les tiene que interesar. En la AAL, por ejemplo, recibo las consultas de una contadora que quiere enviar su correspond­encia sin errores y me pide que las revise. Porque una cosa es escribir y otra distinta es redactar. Cuando uno redacta, usa las normas y eso permite que quede un texto decoroso y elegante. Pero escribir, escribimos todos, ¡y con qué errores! –¿Hay flancos del idioma que son más frágiles, zonas en las que siempre fallamos?

–Las preposicio­nes en primer lugar, la correlació­n de los tiempos verbales y el gerundio. O no se enseñaron profundame­nte, o no se entendiero­n cuando se enseñaron. Son problemas que persisten y que podemos encontrar con frecuencia en la televisión. Un ejemplo es: ‘Me dijo que venga’ en lugar de ‘Me dijo que viniera’ (o que vendría, según el contexto). Es algo continuo: un pretérito perfecto simple con un presente del subjuntivo en lugar del pretérito imperfecto del subjuntivo. Otra forma verbal que ha renacido y es un arcaísmo: ‘El que fuera presidente de...’. ¿Por qué fuera? Si usamos fuera quiere decir que realmente no fue presidente porque estamos usando el subjuntivo, que es el modo de lo hipotético, de la posibilida­d. Lo que correspond­e es ‘El que fue...’. Es cierto que se usa mucho cuando alguien falleció y suponen que es un elemento que da elegancia al texto, cuando es un error.

–¿Puede haber relación entre el uso de la lengua y la violencia imperante en estos tiempos?

–Sí, puede ser. Además nuestros tiempos –y no nos damos cuenta tal vez– nos llevan a eso. Hay una explosión interior que a veces lleva libertinaj­e lingüístic­o, lo llamo así.

–¿Hay alguna relación entre el uso de la lengua de mala calidad en los medios, la escuela que falla al enseñar el idioma y la sociedad que resulta de eso?

–Sí, porque el periodismo es didáctico y cuando vemos, por ejemplo, en un titular la palabra “expecialis­ta”, alguien que no tuvo una buena formación supone que es correcto porque está en la prensa. Eso es gravísimo, todos tenemos que hacer docencia desde nuestro ámbito y no solo los de Lengua y, por suerte, yo conozco gente preocupada en otros espacios. De manera que la esperanza no me falta.

–En ciertos ámbitos, en lenguaje inclusivo gana terreno. ¿Qué opina?

–Sigo pensando que es una invención sociopolít­ica. Nada más: no es un lenguaje inclusivo sino una distorsión inventada. Creen que es más progresist­a. Nosotros tenemos la libertad de hablar y la obligación de que nos entiendan y las personas que usan el lenguaje inclusivo no se hacen entender. Eso no es comunicar ni es intercambi­ar: entre ellos, en ese grupo minoritari­o, tal vez sí. Pero yo no acepto que ningún grupo minoritari­o imponga algo. La lengua no impone nada porque es milenaria: una lengua que interrelac­iona no puede excluir, como ellos piensan. ■

 ?? A. D’ELIA ?? Clases que pasaron al libro. En sus textos de divulgació­n apela al humor para enseñar gramática.
A. D’ELIA Clases que pasaron al libro. En sus textos de divulgació­n apela al humor para enseñar gramática.
 ?? ?? ¡¿Por las dudas...?!
Libros del Zorzal 256 páginas $3.490
¡¿Por las dudas...?! Libros del Zorzal 256 páginas $3.490

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina