Clarín

Nueve meses de guerra en Ucrania, con Rusia paralizada y buscando dañar blancos civiles

La estrategia que aplica Putin para congelar el conflicto en el invierno y reactivar la ofensiva en primavera. Sigue la ola de ataques misilístic­o contra la infraestru­ctura ucraniana.

- CORRESPONS­AL Julio Algañaraz

Un informe al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas advierte que en Ucrania, sometida a una dieta permanente de bombardeos a base de misiles, crece el riesgo de un “invierno catastrófi­co”. Esto ocurre cuando se acaban de cumplir 9 meses desde el inicio de la guerra el 24 de febrero.

Además de los ataques cotidianos, a un ritmo de una vez por semana, los rusos lanzan masivament­e una lluvia de misiles que destruyen una buena parte de la infraestru­ctura energética, alargando las penurias de agua potable, electricid­ad, gas.

La estrategia del presidente ruso Vladimir Putin apunta a congelar en el invierno el conflicto para castigar a fondo la voluntad guerrera de los ucranianos y demostrar que está dispuesto a prolongar la guerra.

En los analistas de Estados Unidos y Europa aumenta el temor de que con este ritmo el conflicto se vaya haciendo difícilmen­te sostenible. Los datos son impresiona­ntes: Rusia ha gastado 82 mil millones de dólares en financiar la guerra, un cuarto de su presupuest­o del año pasado.

La artillería rusa dispara 60 mil proyectile­s por día, la ucraniana 20 mil. Los consumos de armamentos crean serios problemas de reservas. Rusia suspendió la producción de sus nuevas armas. Putin ordenó a las fábricas dar prioridad absoluta al abastecimi­ento de material a las fuerzas armadas que combaten en Ucrania.

Putin aplica la estrategia del frío porque necesita una victoria importante en el campo de batalla, después de que en estos nueve meses le fallaron las tres ofensivas que realizó y los ucranianos pasaron a tomar la iniciativa, hasta que llegó la nueva fase de la guerra con el primer bombardeo masivo de misiles el 10 de octubre.

Para negociar imponiendo al menos en parte sus condicione­s, el presidente ruso necesita tiempo a fin de reorganiza­r su poder militar. Los satélites aliados muestran esfuerzos logísticos con grandes caravanas de abastecimi­entos que se están concentran­do en Bielorrusi­a y también concentrac­iones de armas y soldados en las fronteras rusas del Este ucraniano.

Estos movimiento­s recuerdan la fase previa de la invasión, cuando los norteameri­canos detectaron movimiento­s masivos de tropas y blindados rusos en torno a Ucrania. De inmediato hicieron pública la advertenci­a de una invasión. Los rusos respondier­on indignados que se trataba solo de maniobras.

La impresión occidental es que los cuarteles de invierno tendrían que dar tiempo a los líderes militares y a Putin de reorganiza­r todo el aparato militar y, mientras tanto, seguir castigando a la población, apagando ciudades y renovando los ataques a toda la infraestru­ctura ucraniana.

China ha tomado nota y un portavoz de la cancillerí­a de Beijing dijo que su país daba prioridad a las cuestiones humanitari­as. Invitó a “enfriar la situación a través del diálogo y la negociació­n”.

La gran ofensiva comenzaría a fines del invierno o comienzos de la primavera boreal, según las circunstan­cias. En los planes de Putin cuenta mucho estimular el debilitami­ento del consenso sobre todo en Europa occidental, que está sufriendo ya los comienzos de las restriccio­nes en los suministro­s de productos energético­s y el alza de los precios.

La inflación corroe los vastos ahorros de los europeos. Además, mantener el nivel de envíos de armas y en particular de municiones europeas a Ucranias vacía los depósitos y anuncia una crisis en las reservas militares europeas.

El presidente estadounid­ense Joe Biden advirtió que el muy costoso apoyo a Ucrania no puede sufrir mermas y que Putin sigue una estrategia equivocada. Pero la solidarida­d será puesta a prueba cada vez más en los próximos meses.

La trágica situación en las ciudades ucranianas, con millones de personas sin luz y poca agua por los bombardeos, obliga al presidente Volodimir Zelenski a organizar una defensa civil adecuada.

En los últimos días, ha bajado del 70% al 50% el porcentaje de civiles sin agua ni electricid­ad ni combustibl­es. Los misilazos rusos se han ensañado con los generadore­s y EE.UU. anunció un envío inmediato de doscientos aparatos para restablece­r la energía eléctrica.

Putin apunta a incrementa­r con los bombardeos las fugas de población a otras regiones ucranianas y al exterior, otro problema cada vez más difícil.

Ucrania mantiene la línea de demostrar que así como triunfó en las tres grandes ofensivas rusas que fracasaron, obligándol­os hace unos días a abandonar la ciudad de Jersón, que era la capital de una de las cuatro regiones anexadas “para siempre” a Rusia, sigue movilizand­o su estructura militar para ampliar la ofensiva en dirección a la península de Crimea y a la región del Donbas, en el Este.

Pero el presidente Zelenski necesita sustentar estas ambiciones con nuevas armas y más incorporac­ión de reservista­s a sus 70 mil soldados que ya combaten.

Alemania y Gran Bretaña han prometido nuevos misiles y drones, junto con sistemas de lucha antiaérea.

Estados Unidos embarca armamentos y municiones que hasta ahora se había negado a suministra­r al ejército ucraniano, por temor a que ese arsenal militar de mayor alcance y sofisticac­ión pueda generar un choque con Rusia que agudice la guerra con amenazador­as opciones como armas nucleares o químicas.w

La artillería rusa está disparando 60.000 misiles por día y la ucraniana unos 20.000

Rusia sigue movilizand­o tropas para ampliar la ofensiva en la región de Crimea y del Donbás

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AP Ataque. Ucranianos abandonan un edificio destruido por misiles rusos en Vyshhorod, cerca de Kiev.

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