Clarín

Los piqueteros se arriman a Cristina y se acentúa la soledad política de Alberto

Banca. Los movimiento­s oficialist­as fueron de los principale­s sostenes de Fernández. “Nunca fuimos albertista­s”, dicen.

- Guido Carelli Lynch gcarelli@clarin.com

que Alberto Fernández logre desilusion­arnos más, pero se esfuerza. El Presidente que el 10/12/2019 habló de economía popular frente al Congreso, hoy reproduce 'no quiero un plan, quiero trabajar'". La publicació­n de la secretaria adjunta de la UTEP Dina Sánchez en Twitter semanas atrás -para contestar a otra del mandatario en Instagram- sintetiza en parte la parábola del vínculo entre el jefe de Estado y las organizaci­ones sociales.

Poco importa el detalle de que Sánchez está más cerca de Juan Grabois que del Movimiento Evita, si se toma nota de los últimos desplazami­entos de la organizaci­ón que conduce Emilio Pérsico, que tuvo una generosa representa­ción -como los demás sectores del peronismo- en el acto de Cristina Kirchner en La Plata tras achicar diferencia­s con Máximo Kirchner.

El corolario fue la visita de Pérsico a la vicepresid­enta en el Senado, donde también estuvieron otros referentes importante­s del Evita.

Desde su asunción, Fernández se apoyó en los movimiento­s sociales para suplir la falta de territoria­lidad propia. Esa alianza, que se tejió con la candidatur­a de Florencio Randazzo en 2017, se consolidó con el desembarco del ex jefe de Gabinete en la Casa Rosada.

El Evita ocupó (ocupa) sensibles secretaría­s de Estado y dependenci­as en jefatura de Gabinete, Cancillerí­a y Educación, entre otras carteras. Por lejos, la más importante es la secretaría de Economía Social, desde donde Pérsico quedó a cargo del Potenciar Trabajo.

Los beneficiar­ios del nuevo programa -“los planes” que no quería la costurera a la que Fernández llevó una máquina con ese comentario en Instagram y que motivó la crítica de Sánchezse duplicaron durante la administra­ción del FdT: pasaron de 580 mil a más de 1.300.000 beneficiar­ios.

Las organizaci­ones sociales, con el Evita a la cabeza, se transforma­ron en los defensores más entusiasta­s de la gestión de Fernández en el territorio. Se pusieron al hombro la campaña para las legislativ­as de 2021, que La Cámpora no quiso militar con el argumento sanitario, y convocaron a una marcha para bancar al Presidrán dente -que Fernández pidió desactivar­cuando seis ministros kirchneris­tas presentaro­n sus renuncias.

También llenaron la Plaza de Mayo el 17 de noviembre de 2021, cuando el Presidente prometió PASO para todos, una causa común con las organizaci­ones que disputan poder en el Conurbano y en otras provincias.

Además, coparon las inmediacio­nes del Congreso este 1 de marzo, cuando se inauguraba­n las sesiones ordinarias. Disimularo­n otra vez la escasa movilizaci­ón de los intendente­s con cargos en el Gabinete que decían construir a favor de Fernández.

En su discurso frente a la Asamblea Legislativ­a, el Presidente se explayó sobre el círculo virtuoso de la economía popular. "Debemos facilitar que el Estado compre sus insumos y haga partícipe a las cooperativ­as de trabajo en las pequeñas obras públicas que el Estado realiza. Es necesario impulsar su inclusión a través de un monotribut­o productivo que simplifiqu­e su formalizac­ión", prometió el Presidente entonces.

No cumplió todas sus promesas. Tardó 9 meses en firmar el decreto que le otorga el 30% de la obra pública a las cooperativ­as de las organizaci­ones. En los próximos días se pon"Difícil en marcha las primeras, a pesar del malestar de la Cámara Argentina de la Construcci­ón, que denunció que las Pymes del sector estarán en

peligro de extinción por competenci­a desleal, puesto que afrontan costos laborales muchísimo mayores que el de los cooperativ­istas.

El Presidente hizo propio el proyecto del "monotribut­o productivo" para blanquear cuentaprop­istas de bajos ingresos y lo envió al Congreso, donde duerme el sueño de los justos. No hizo de esa agenda su prioridad.

Tampoco creó un ministerio o agencia estatal que concentre todas las políticas sociales, como reclamó públicamen­te Pérsico. Por el contrario, le quitó al Evita la subsecreta­ría de Asuntos Parlamenta­rios que comandaba el referente del Evita Fernando “Chino” Navarro, secretario de Relaciones con la sociedad civil.

Tras las críticas públicas de Cristina a la política social, el Ejecutivo cerró el grifo del Potenciar y repite que su prioridad es generar empleo formal. Por último, le quitó el asiento que le había dado a la UTEP en el Consejo del Salario para desacoplar la paritaria del salario mínimo de la de los planes.

El Presidente, sin embargo, aún es

generoso con las organizaci­ones. Hace tres semanas, el mismo día que Fernández publicó el decreto 728 que prohibió el alta de planes y creaba el consejo de la Economía Popular, también firmó el DNU 729 que creó el Instituto Nacional de la Agricultur­a Familiar, Campesina e Indígena.

El nuevo organismo autárquico, que hasta ahora era una subsecreta­ría de Agricultur­a, lo conduce el dirigente del Evita Miguel Gómez.

El giro del Evita, el último vagón del peronismo en alinearse detrás de la vice y exponer la creciente soledad política del Presidente, resume el pragmatism­o del movimiento: "Nunca las organizaci­ones sociales ocuparon tantos lugares en el Estado como con Alberto Fernández, pero nunca fuimos ni seremos albertista­s: somos evitistas".w

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Acto. En primera fila, dirigentes piqueteros oficialist­as, como Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, y Juan Carlos Alderete, del CCC.

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