La aventura de tres fugitivas
Con muy buenas actuaciones, esta comedia polaca en 8 capítulos ofrece otra mirada sobre la vejez.
Además de estar en boca de muchos argentinos por ser nuestro próximo rival en el Mundial de Qatar, Polonia está conquistando público local con sus ficciones del streaming. Lo hizo hasta hace poco con La gran inundación, lo hace ahora con La banda del guante verde, una comedia que no pinta para tanque ni para fenómeno, pero entretiene. No es poco en tiempos de producciones vende humo.
Si bien la fórmula presenta una suma de clichés, en la combinación de ingredientes se encuentra un buen resultado, con algunas vueltas de tuerca que hacen la diferencia.
La comedia, de corte policial, cuenta el devenir de tres amigas, ya maduras, que no estarían necesitando un geriátrico, pero por caprichos del guión terminan refugiándose en un hogar de ancianos.
No es el típico caso, muy en boga en esta época (tanto en la realidad como en la ficción), que muestra a un grupo de mujeres armando y desarmando las valijas para pasar el último tramo de sus vidas bajo un mismo techo, más en plan amistad que en plan familia cuidadora.
Lo de Zuza, Kinga y Alicja es distinto. Ellas son amigas, sí, pero fundamentalmente son ladronas. Y socias. Y llevan sus atracos de maravillas, hasta que uno, justo el que se ve en el arranque de esta simpática serie polaca, no sale tan bien. Se llevan el botín, pero el tatuaje de una de ellas (tomado por una cámara) abre la pistas para poder cazarlas.
Ante la amenaza de ser descubiertas, el cerebro del equipo, Zuza, baja la orden de armar bolsos, fingir ciertos deterioros físicos y discapacidades y entrar a una residencia que se supone seria.
No sólo no es una residencia seria, sino que ellas “terminan contaminando el lugar” (según la directora de la institución). En realidad, “terminan rejuveneciendo”, de alguna manera, a los otros pacientes.
De a poco se irá viendo cómo, en clave de humor, pero también de experiencia de vida, contagian algo de su espíritu, a la vez que le quitan el velo a un puñado de secretos de ese sitio, llamado Segundo hogar. ■