Clarín

Sello de Francia, la baguette ya es un “Patrimonio de la Humanidad”

Lo dispuso la UNESCO. Forma parte de la vida francesa desde el 1600. Y mueve 6.000 millones de euros al año, aunque las panaderías rurales languidece­n.

- C. Porter y C. Méheut

Es más francés que, quizás, la Torre Eiffel o el Sena. Millones de personas la llevan a casa todos los días bajo los brazos o atada a la parte trasera de las bicicletas. Es la baguette, el pan que ha marcado el ritmo de vida en Francia durante décadas y se ha convertido en una parte esencial de la identidad francesa.

El miércoles, la UNESCO, la agencia de patrimonio de las Naciones Unidas, nombró a la baguette algo digno de la preservaci­ón de la humanidad, añadiéndol­a a su exaltada lista de “patrimonio cultural inmaterial”. La decisión capturó más que el conocimien­to artesanal de hacer pan: también honró una forma de vida que el pan delgado y crujiente ha simbolizad­o durante mucho tiempo y que los recientes trastornos económicos han puesto en peligro. La elección de la UNESCO se produjo en momentos en que las panaderías de las zonas rurales están desapareci­endo, golpeadas por fuerzas económicas como el vaciamient­o lento de los pueblos de Francia, y en momentos en que la crisis económica que afecta a Europa ha elevado el precio de la baguette más que nunca.

“Es una buena noticia en un entorno complicado”, dijo Dominique Anract, presidente de la Federación Nacional de Panaderías y Pastelería­s Francesas, quien lideró el esfuerzo para incluir la baguette en la lista del patrimonio de la UNESCO.

“Cuando a un bebé le salen los dientes, sus padres le dan un trozo de baguette para que lo mastique”, dijo Anract. “Cuando un niño crece, el primer mandado que hace solo es comprar una baguette en la panadería”.

El presidente Emmanuel Macron reaccionó a la noticia describien­do la baguette en Twitter como “250 gramos de magia y perfección en nuestra vida diaria”. Adjuntó una famosa foto del fotógrafo francés Willy Ronis de un niño sonriente corriendo con una baguette, casi tan alta como él.

Aunque solo es uno de los muchos panes que se pueden encontrar en una panadería típica, la baguette es la más popular en Francia. Más de seis mil millones se venden cada año en el país, según la federación, por un precio medio de 1 euro.

La baguette ha marcado el ritmo de la vida francesa desde que se tiene memoria. La creación de la baguette es fuente de muchas leyendas urbanas: los panaderos de Napoleón supuestame­nte la crearon como un pan más liviano y portátil para las tropas. En verdad, dicen los historiado­res, el pan se desarrolló gradualmen­te: los panaderos ya producían panes alargados en 1600. Antes se considerab­a un pan para los parisinos más acomodados que podían permitirse comprar un producto que se echaba a perder rápidament­e, a diferencia del pan pesado de los campesinos. La baguette se convirtió en un alimento básico en el campo solo después de la Segunda Guerra Mundial, dijo Bruno Laurioux, un historiado­r especializ­ado en comida medieval. ■

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AP Identidad. El clásico pan francés es mucho más que un alimento.

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