Clarín

Las mil y una anécdotas de Cambiaso, el crack que cambió un deporte para siempre

Con Juan Carlos Harriott se disputa el título de mejor jugador de todos los tiempos. Pero sin duda es el más popular, el que cambió todo junto a La Dolfina, su creación.

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Adolfo Cambiaso lleva toda una vida jugando al polo. A los 12 años consiguió su primer handicap y a los 19 ya tenía 10 goles. A los 17, hace tres décadas, debutó en el Campeonato Argentino y lleva anotados más de 1.000 goles en el torneo (es el goleador histórico). Y en 2022, con 47 años, quiere sumar su 18° trofeo en Palermo.

Adolfo Cambiaso lleva toda una vida jugando al polo. Y más allá de los goles y los triunfos, de los records y de los títulos, en el deporte que lo apasiona acumuló un sinfín de historias.

Algunas de las anécdotas más curiosas sucedieron en el exterior y están marcadas por grandes patrones que lo sorprendie­ron con sus estilos de vida, llenos de lujos y opulencia.

Uno de los más extravagan­tes fue el australian­o Kerry Packer, socio de Gonzalo Pieres en la creación de Ellerstina. “Con él fue increíble e irreal lo que me tocó vivir”, reconoció Cambiaso. Su historia más loca con Packer ocurrió en el Abierto de Estados Unidos. “Fue en 1997 o 1998. Jugaba con él y no nos había ido bien, quedamos afuera rápido y estábamos tomando mate en la caballeriz­a. A Packer le dieron ganas de ir al casino y nos dijo: ‘Nos vamos a Las Vegas’. A los 10 minutos llegó un helicópter­o al campo y nos llevó hasta su avión privado. Nos fuimos con lo puesto; no nos dejó ni armar un bolso”, contó.

De la mano de gente como Packer, el estadounid­ense Robert Jornayvaz y el emiratí Ali Albwardy, Cambiaso se codeó con la realeza, con famosas estrellas de Hollywood y con algunas de las personas más ricas del mundo. Alguna vez comentó que el rey Carlos III de Inglaterra, con el que jugó cuando era aún príncipe y a quien debía llamarlo “sir”, es un muy buen polista. Que disputó exhibicion­es con Tommy Lee Jones y Sylvester Stallone, “un tipo duro arriba del caballo”, según confesó. Y hasta jugó al golf con Jack Nicklaus.

Pero para Cambiaso la vida gira en torneo a su familia -su esposa María Vázquez y sus hijos Mía, Adolfo y Mylay sus caballos. Algunos fueron muy especiales para él, como Colibrí, un zaino bajito, pero muy ágil y muy rápido que le llegó cuando jugaba en Ellerstina. Con él también una anécdota de 2001, aunque no muy agradable. “Estaba en Inglaterra y me llamaron para decirme que lo habían robado en Cañuelas junto a otros caballos. Fue horrible”, recordó. La policía recuperó los caballos una semana más tarde, a 50 kilómetros y en poder de nueve hombres armados de una red que los robaba para faenarlos.

Las historias más exitosas y más felices de Cambiaso son las que protagoniz­ó en una cancha, sobre todo en Palermo. Allí gritó campeón con La Dolfina en 14 ocasiones. La primera fue en 2002 y con una camiseta especial. Es que como la tradiciona­l se parecía demasiado a la de Ellerstina, decidió utilizar una con los colores de Nueva Chicago, club del que eran hinchas los Castagnola (Bartolomé, su cuñado, era el back del equipo e íntimo amigo suyo en aquellos tiempos).

Al año siguiente fue el propio Cambiaso quien invitó a la barra del club de Mataderos a presenciar la definición del Abierto ante La Aguada y generó demasiado revuelo. Es que los hinchas irrumpiero­n con bengalas y banderas cuando el partido ya había arrancado y eso no cayó nada bien entre el público. Muchos de los que estaban en la tribuna Dorrego invadieron el campo de juego en señal de protesta y el partido se suspendió durante casi media hora. “No lo pensamos como una manera de romper con los estándares del polo. Pero creo que fue positivo y que le dio mucho espacio en medios de comunicaci­ón que antes no le daban importanci­a a nuestro deporte”, reflexionó Cambiaso.

Tan curiosa como todos esos recuerdos es la historia de cómo empezó a incursiona­r en el negocio de la clonación. Todo comenzó en 2006, cuando Aiken Cura, un caballo que le había comprado a su hermano y que era uno de sus preferidos, se lesionó durante la final de Palermo y lo tuvieron que sacrificar. Cambiaso pidió que le extrajeran células y las congelaran. “No sé bien por qué lo hice”, admitió. En 2016, Cambiaso y sus compañeros de La Dolfina disputaron el Argentino con seis clones de Cuartetera, la mejor yegua que jugó. Tres años más tarde esa formación de 40 goles que completaba­n David Stirling, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero montó ocho clones de ese mismo animal en el torneo más importante del mundo.

“Siempre me fue más fácil jugar en la Cuartetera que en otros caballos. ¡Y ahora tengo varias Cuartetera­s! Son muy parecidas. Se mueven casi igual, tienen el mismo temperamen­to. Noto pequeñas diferencia­s, pero las miro y no puedo creer lo que estoy viendo”, comentó Cambiaso.

Lleva 30 años jugando en el más alto nivel. Toda una vida de recuerdos y anécdotas, la mayoría felices, algunas increíbles. Experienci­as que no habría vivido nunca sino fuera por el polo. Historias que, al igual que los títulos, los récords y las victorias, forman parte de la carrera del que para muchos es el mejor polista de la historia. ■

 ?? MATIAS CALLEJO/PRENSA AAP ?? Fina estampa. Adolfo Cambiaso, cabeza levantada, bocha pegada al taco, mirada hacia los mimbres. Todo un 10 goles.
MATIAS CALLEJO/PRENSA AAP Fina estampa. Adolfo Cambiaso, cabeza levantada, bocha pegada al taco, mirada hacia los mimbres. Todo un 10 goles.

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