Clarín

La corrupción K en vísperas del fallo

- Nobo@clarin.com

No entiendo cómo seguir bancando a ese tipo”. La frase en tono destemplad­o fue pronunciad­a por Máximo Kirchner delante de Axel Kicillof. El gobernador de Buenos Aires quedó mudo hasta que el diputado abandonó la reunión de la cual participab­an otro par de personas. El funcionari­o objetado era Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense.

Hace tiempo que el hijo de Cristina Fernández y el mandatario provincial conviven en un clima de tensión elevada. Algunas veces, por la desatenció­n que dispensarí­a a ciertos intendente­s peronistas. Muchas veces, por el problema de la insegurida­d creciente y el comportami­ento mediático del ministro. Aquella explosión del diputado estuvo espoleada por otro motivo. Ocurrió cuando trascendie­ron informacio­nes sobre un patrimonio oculto que Berni no podría justificar.

A Berni no lo sostiene Kicillof. Lo sostiene todavía Cristina. Con pesar de Máximo. Aunque ausculta posibles reemplazan­tes. El nudo del problema, sin embargo, sería ahora otro. La acusación contra el ministro de Seguridad sucedió en vísperas del fallo por la causa Vialidad: la adjudicaci­ón de la obra pública en favor de Lázaro Báez. Según el desenlace, podría abrir el grifo de otros casos de corrupción que permanecen trabados (Los Sauces-Hotesur) o progresan con llamativa lentitud (Los cuadernos de las coimas). Antesala inhóspita para un oficialism­o que aspira a reconstitu­irse y recuperar competitiv­idad en el 2023.

El kirchneris­mo maldice las inoportuni­dades del Gobierno. ¿Era necesaria ahora una reivindica­ción pública del ex ministro Ginés González García? Sus pergaminos como sanitarist­a resultaron muy dañados en la opinión pública por el manejo de la pandemia y el vacunatori­o VIP. La Cámpora carece también de capacidad de autocrític­a. ¿Cómo explica la titular del PAMI, Luana Volnovich, la adquisició­n a una empresa fantasma de cotillón mundialist­a para distribuir, supuestame­nte, entre afiliados de la entidad? ¿Cómo entender la vigencia de 250.000 planes sociales irregulare­s denunciado­s por la AFIP y con una causa en la Justicia?

El intercambi­o de culpas, en verdad, refleja la persistenc­ia de internas furiosas. Existe una compulsión con el sálvese quien pueda que contrasta con el mensaje de la unidad para volver a triunfar. Puede que aquel homenaje a Ginés haya sido un berretín de Alberto Fernández. ¿No convergier­on, acaso, kirchneris­tas, albertista­s y massistas en la decisión de bloquear la informació­n de los contratos firmados por la compra de vacunas que pretendió evaluar la Auditoria General de la Nación?

El organismo representa otra de las paradojas institucio­nales de la Argentina. Se trata de una herramient­a de control que por ley correspond­e a la oposición. En efecto, el auditor general es el radical Jesús Rodríguez. Pero en la composició­n de sus miembros hay una mayoría oficialist­a. Sucede que en los primeros tiempos de su administra­ción, Mauricio Macri hizo una concesión a Sergio Massa. Fugaz luna de miel antes de bautizarlo “ventajita”. Habilitó la designació­n de un auditor propio, Gabriel Mihura Estrada. Con el salto del líder renovador al Frente de Todos, ese representa­nte responde ahora al Gobierno. En sus votaciones sobre temas incómodos puede imponer una mayoría de cuatro contra tres.

Así aconteció cuando la oposición planteó analizar la adquisició­n de vacunas contra el Covid 2020-21. El oficialism­o hizo un bloqueo: al menos dos de sus representa­ntes considerar­on que no poseían argumentos convincent­es para la defensa del informe elaborado por la gerencia de la ANG que controla el kirchneris­mo. “Mejor no pasar vergüenza”, confesó uno de ellos. Aquel texto estaba plagado de rarezas. También de omisiones acerca del affaire con Pfizer o el incumplimi­ento de AstraZenec­a. Un ejemplo: junto a la cantidad de vacunas adquiridas de cada marca figuró el monto total abonado. Con la excepción de la rusa Sputnik V. Allí se pudo ver el registro de las dosis entregadas sin el dinero abonado. Sólo un total de US$ 221 millones que ningún auditor atinó a descifrar de donde salió.

Carla Vizzotti explicó que la imposibili­dad de auditar los contratos de las vacunas respondió el pacto de confidenci­alidad con los laboratori­os. Verdad parcelada. Ese secreto, como ocurrió en todos los países, estuvo circunscri­pto a ciertos artículos. No a la totalidad. Los gobiernos de naciones acostumbra­das a una mayor normalidad de funcionami­ento publicaron incluso aquellos contratos en las páginas oficiales. Suprimiend­o los párrafos pactados en reserva.

Tampoco tantas oscuridade­s en el poder deben llamar a esta altura la atención. Se trata de una práctica que ha sido norma durante el kirchneris­mo. Con necesidad de multiplica­rse cuando refiere a la batalla que Cristina sostiene con el Poder Judicial y la Corte Suprema. Juega en ese terreno su destino político. En parte, además, la suerte de su familia. Massa ha empezado a preocupars­e: teme que el conflicto de poderes que ha extendido la vicepresid­enta pueda afectar sus esfuerzos para evitar el descontrol económico-social y cumplir acuerdos con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

La semana anterior Cristina detonó el pleito con la Corte cuando condujo al Senado a desconocer un fallo que impedía al senador camporista Claudio Doñate integrar el Consejo de la Magistratu­ra. Su lugar debería ser ocupado por el opositor Luis Juez. La definición quedó en un paréntesis a raíz de un recurso judicial que presentó el oficialism­o.

La onda expansiva llegó la última semana a Diputados. Allí la titular de la Cámara, Cecilia Moreau, había elevado a la Magistratu­ra la nómina de los cuatro diputados (dos oficialist­as, dos opositores) que deben integrar el cuerpo. Restaba que la Corte fijara la fecha de sus juramentos.

Imprevista­mente (o no tanto) apareció un fallo del juez en lo Contencios­o Administra­tivo, Martín Cormick, que consideró nulo el mandato cumplido por la radical Roxana Reyes como consejera. Ese mandato caducó el 11 de noviembre. El magistrado, militante de Justicia Legítima, ligado a La Cámpora y ex funcionari­o de Cristina,

incurrió en una desproliji­dad. Emitió su dictamen con fecha de septiembre, cuando fue presentada una apelación por el titular del bloque oficialist­a, Germán Martínez. Debajo de su rúbrica estampó el 28 de noviembre. La premura es mala consejera.

Cormick consideró con proyección de futuro que el PRO y la UCR deberían considerar­se una sola fuerza. Por ende, no tendrían que tener dos representa­ntes. Un pretendido juego de espejo con el fallo de la Corte que abortó la made la vicepresid­enta. La dama partió el bloque del Senado para quedarse con dos delegados de la Cámara alta por la mayoría (inobjetabl­e) y otro por la segunda minoría.

Moreau hizo entonces marcha atrás. Cubrió las formas al apelar el veredicto de Cormick. Decidió suspender las designacio­nes de los cuatro consejeros para el período 2022-26. Conclusión: la Magistratu­ra carece de todos los representa­ntes del Congreso. De esa manera no podrá funcionar. Quedará paralizado. Objetivo cumplido de Cristina.

La onda expansiva política no concluyó en ese punto. Moreau debió ser votada para reelegir como titular de Diputados. Su origen es el Frente Renovador. Su jefe hipotético, Massa. La mujer no resistió las presiones de su padre, Leopoldo Moreau. Actor disciplina­do de la vicepresid­enta. La sesión durante la cual renovaría su mandato se cayó. Tiene tiempo para lograrlo hasta el 10 de este mes. Con su maniobra abrió una grieta con la oposición que resulta difícil imaginar cómo subsanar. Aunque siga a futuro con el timón de la Cámara baja, su autoridad pareciera haber quedado dañada. El kirchneris­mo no tiene mucha expectativ­a parlamenta­ria para el año electoral que viene. Massa requeriría de la sanción de algunos proyectos para proteger la precaria situación económico-social.

Cristina parece estar extremando el sentido de sus mensajes para reponer la épica de la lucha contra “el poder real” y fortalecer su imagen de presunta víctima. La apelación al lawfare ya le suena a poco. En su última intervenci­ón calificó al Tribunal Oral Federal 2 que el martes emitirá la sentencia por Vialidad como “un pelotón de fusilamien­to”. Hizo conexiones alucinadas con los tiempos de la dictadura. La exageració­n tendría un motor político: la vicepresid­enta enfrenta esta circunstan­cia en momento en que intenta reordenar la coalición oficial. Con lealtades a su liderazgo que pretende conservar e incrementa­r en caso de recibir un fallo adverso.

Tiene de contra la aparición de defensores poco sagaces. El kirchneris­mo apela a la descalific­ación de los jueces. Nadie habla sobre Báez, sobre el ex secretario de Obras Públicas, José López. Hasta prefieren olvidarse de Néstor Kirchner, que transformó a un modesto empleado bancario en empresario multimillo­nario. Eduardo De Pedro pretendió elevar el nivel argumental. Sostuvo que se está juzgando a la dirigente con mayor volumen político de la Argentina. Verdad. ¿Qué tendría que ver eso con la supuesta comisión de delitos?

La ofensiva no posee límites. Al enemigo declarado de la Justicia la vicepresid­enta aspira sumar a la oposición. Los cañones apuntan cada vez más contra el diputado del PRO, Gerardo Milman. Se le adjudica haber dicho en un bar que esperaba el atentado fallido del cual fue víctima Cristina. No hay corroborac­ión judicial en la investigac­ión que ese episodio haya sido real.

Están apuntadas además dos colaborado­ras suyas cuando estuvo en el ministerio de Seguridad, bajo el comando de Patricia Bullrich. La defensa de Cristina aduce que habrían escuchado aquel vaticinio de Milman. Denuncia que borraron contenido de sus teléfonos incautados por la jueza María Eugenia Capuchetti. Cierto: un montón de fotos íntimas.

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Se suceden los episodios oscuros en el Gobierno. Hablan de una matriz , no de conductas excepciona­les. Bloqueos a informació­n sobre vacunas, despilfarr­o del PAMI, planes truchos que no se ponen en regla, reivindica­ciones provocativ­as.

En el medio, el conflicto creciente con la Justicia, la Corte y la oposición.

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Carla Vizzotti.
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