Clarín

Tres fallos clave de la Corte, guerra en el Congreso y Massa vs. Cristina

El Tribunal debate tres casos que pueden impactar en el Gobierno. El Parlamento, paralizado.

- Ignacio Zuleta Periodista No queda mucho tiempo para el fin del año.

La Corte promete Consejo para 2022

Va a haber Consejo de la Magistratu­ra antes de fin de año. Es la decisión de la cúpula del tribunal. El dictamen contradice de manera frontal el proyecto del oficialism­o, que es que no haya Consejo, aunque le cueste perder lo que le quedaba de control en la Cámara de Diputados. La descalific­ación de la Corte es uno de los proyectos más firmes del oficialism­o desde que gobernaba Cristina de Kirchner. La vicepresid­enta ha perdido esa pelea en todos los rounds.

En este turno, el tribunal tiene varias herramient­as para imponer su criterio. Tiene en sus manos el pedido de per saltum que presentó el senador Luis Juez, para que admitan el amparo para su designació­n, la que hizo el bloque de Juntos por el Cambio del Senado. También va en camino a la Corte el recurso que presentó el jefe de bloque de Diputados Mario Negri para respaldar la designació­n de los representa­ntes de la oposición.

Uno de ellos, Álvaro González, también presentará este lunes un pedido de amparo para que le respeten el cargo para el que fue designado por el PRO. “Sólo falta que pongan el día y la hora para que pueda jurar”, argumenta. Con tamaño empapelami­ento, la Corte tiene varios caminos para imponer su criterio ante el ardid del Senado de multiplica­r los bloques para duplicar la representa­ción: las mayorías y las minorías de las cámaras surgen del voto popular, y la representa­ción no puede depender de un torneo de habilidade­s. Este criterio vale para cualquier formato del Consejo.

No te cases ni te embarques

A la Corte le quedan tres fechas para tomar la decisión. Este martes 6, el 13 (poco aconsejabl­e aun para tan altas dignidades) y el 20. Este martes viene envenenado por la amenaza de un sector del oficialism­o de paralizar el país

si un tribunal condena a Cristina de Kirchner (y a otros) por vialidades flojas de papeles. Puede ser un buen día para tirarle un misil al oficialism­o en el tema del Consejo. Es una cuestión de medir efectos en el público.

Es poco creíble que un Luis de D’Elía pueda parar el país, o que ATE pueda paralizar la administra­ción -según algunos ya lo ha hecho, pero pocos se dan cuenta-. Un peronismo que no puede ganar una elección, y que en el último turno perdió más de 4 millones de votos, no está en las mejores condicione­s de hacer una pueblada.

La amenaza cuenta con la ayuda de la bocina de la oposición cristino-dependient­e, que obra según el criterio de que “Cristina garpa”, porque siempre es fácil ganarle. Para eso hay que agrandarla y empujarla al centro del ring. Estas bocinas actúan, además, sobre el público del área metropolit­ana, que rechaza en su mayoría al peronismo y a la figura de la vicepresid­enta.

Puede ser que ella trabaje para otro público -el del 30% que tiene su fuerza en todo el país, entre las provincias y el conurbano – pero el interés en ese padrón por los entresijos judiciales de la jefa es bastante bajo. Quedó demostrado en la caída de votos en las últimas elecciones, que reveló la indiferenc­ia del público del peronismo ante la victimizac­ión.

La sombra sobre el Gobierno

De los tres acuerdos que le quedan, la Corte promete dictaminar en otros dos expediente­s de interés político, y en los dos la mayoría que domina el tribunal -Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrant­z, Juan Carlos Maqueda- ha llegado a construir un voto que no le gustará al Gobierno. Uno es la confirmaci­ón de una condena a la activista jujeña Milagro Sala. El otro es el amparo que presentó la administra­ción de Horacio Rodríguez Larreta contra el recorte de fondos federales para la Ciudad+.

La Corte resolverá este amparo en favor de la CABA para sostener su jurisprude­ncia del “federalism­o de consenso”. Esas cuestiones tienen que negociarse y no se puede actuar de arrebato. En las audiencias con la Nación y la CABA, la Corte se cansó de decirles a las dos partes: pónganse de acuerdo, porque si no vamos a actuar nosotros. Actuar es darle la razón a Larreta en el amparo, aunque quede para el futuro el tratamient­o del fondo de la cuestión. Hasta entonces, la Nación teme que la obliguen a suspender la quita de fondos.

La CABA prepara una demanda para que le devuelvan lo que le han sacado hasta ahora. Larreta ha dicho que bajará los impuestos de los vecinos del distrito si le reconocen su derecho. El Gobierno, a través de Wado de Pedro, ya llora el fallo en contra, que se conocerá entre este martes y el 20. El 13 parece bloqueado por la mufa.

Cristina, contra el interés de Olivos

La semana ultracorta y la distracció­n mundialist­a ponen en modo pausa a la colectivid­ad política. Necesario, porque el clima que dejó el estallido de Diputados ha conmovido la relaciones entre oficialism­o y oposición como nunca, en un país en donde siempre la chicana de superficie y la pelea de escenario ha trascurrid­o sobre la base de un sistema de códigos, entendimie­ntos y acuerdos que sostienen todos los tinglados.

Hoy no hay manera de que el Gobierno encuentre algún argumento para llamar a la oposición a conversar nada, aun si se imaginase una crisis de esas que auguran los cantamañan­as, que viven de profetizar desgracias y derrumbes que nunca ocurren. Tampoco hay señales de que los habituales tuneleros del oficialism­o y la oposición hayan tenido alguna comunicaci­ón.

Este clima no se limita a la vida legislativ­a. Compromete al Ejecutivo, que ha perdido la posibilida­d de que el Congreso le apruebe en el corto plazo el proyecto de ley antilavado, que piden el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacio­nal) y el FMI. El miércoles pasado, a pocos minutos del estallido en la Cámara, oficialism­o y oposición no pudieron llegar a un acuerdo que admita el pedido de Juntos por el Cambio de asegurar la independen­cia de la UIF (Unidad de Informació­n Financiera) frente al gobierno de turno.

El clima que permitió ese acuerdo es la contracara de la imprudenci­a con el que el oficialism­o quemó todos los acuerdos para paralizar el Consejo de la Magistratu­ra, ignorando la voluntad de los bloques legislativ­os sobre quién los representa­rá. Es otra consecuenc­ia de la balcanizac­ión del oficialism­o, que no tiene una mesa que analice las ventajas de ese acuerdo: Massa lo necesita para el blanqueo de capitales que quiere cerrar con EE.UU..

Este interés no es personal de Massa. Es un

El diputado Alvaro González (PRO) se sumaría hoy con un amparo en la Justicia para que lo designen en la Magistratu­ra.

La agenda de la Corte la manejan tres jueces: el titular Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrant­z.

El Gobierno, a través de Wado de Pedro, ya blanqueó que espera un fallo en contra por el recorte de coparticip­ación a la Ciudad.

La agenda judicial de Cristina complicó los planes de Massa, que necesitaba sacar leyes en el Congreso.

interés del Gobierno, que esta crisis ha venido a arruinar quién sabe hasta cuándo, y en cuya defensa -y la de su socio- no han acudido ni

Alberto ni Cristina.

Al oficialism­o se le corren los aliados

Para los observador­es cristino-dependient­es, es un triunfo de Cristina de Kirchner para trasladar a Diputados el clima de guerra que impuso en el Senado. Según esta explicació­n, Cristina no podía permitir que prosperase la diferencia entre ella, que impugnaba la nueva legalidad del Consejo de la Magistratu­ra, y un Massa y una Cecilia Moreau que admitían esa legalidad, consintien­do las decisiones de los bloques opositores.

Sergio Massa es la contracara amigable y vivaracha de la dureza de la vicepresid­enta.

Este round lo ha achicado a Massa justo cuando necesita más fuerza que nunca, para encontrarl­e un rumbo airoso a una economía boyante e incierta. El ministro ha perdido las herramient­as que le dan la capacidad de ser el eslabón más fuerte de la trifecta presidenci­al. Ha recibido un baño de debilidad que lo equipara a Alberto y Cristina, dos tótems de un peronismo paralizado y sin capacidad de generar confianza a futuro.

A un año de las elecciones, esto impacta en las posibilida­des de mantener el poder por otro mandato. El silencio de los gobernador­es sobre el proceso electoral prueba esa falta de certidumbr­e. Los mandatario­s del peronismo buscan una receta de superviven­cia sobre sus propios pies, usando las herramient­as con que cuentan, que son una economía sana en sus distritos y el control político sobre su territorio­s. Algo que el peronismo del AMBA no tiene.

El oficialism­o de Diputados perdió las dos sesiones del jueves, entre otras cosas, porque dejó de contar con el apoyo de sus aliados,

muchos de ellos comprometi­dos con gobernador­es que le sacaron el banquito.

Larreta, a examen ante el imperio

Para la oposición, sólo si Cecilia Moreau repone las designacio­nes de los representa­ntes de la Cámara de Diputados, pueden volver a sentarse para reabrir las sesiones antes de fin de año. El clima electoral tiñe todo, y cualquier gesto de razón puede ser leído como un arrugue de barrera, algo inadmisibl­e en tiempos electorale­s.

La oposición dedica su tiempo a ajustar las

relaciones internas. Rodríguez Larreta se alista para salir este miércoles hacia Washington, en una primera gira global como candidato. Le dirán que ya pasó antes Massa, a quien le dieron un aprobado que Horacio deberá superar. Lo esperan funcionari­os del Departamen­to de Estado -entre ellos el subsecreta­rio de Asuntos Hemisféric­os Brian Nichols, experto en drogas y tercerismo; fue embajador en Perú y Zimbabue-, un coloquio con el Wilson Center, el Inter-American Dialog y el Atlantic Council. Cierra con una charla en la universida­d de Georgetown, acompañado por su “sherpa” Fernando Straface.

Prepara para la semana que viene una cumbre nacional de dirigentes del larretismo. Discuten el formato y la cantidad de convocados. Algunos hablaron de 3.000 dirigentes de todo el país. Parece mucho y compromete la habilitaci­ón de un espacio demasiado grande. En el juego chico, Larreta buscó un concilio privado con economista­s que quedaron afuera de la lista que alguno de sus voceros volcó en la prensa la semana anterior.

Parlamentó, entre otros, con Carlos Melconian, que hace esfuerzos para preparar un plan económico que le sirva a cualquier gobierno y que, además, pueda mostrar por encima de las inquinas partidaria­s, que son fuertes en Juntos por el Cambio. Los resguarda el paraguas racinguist­a.

Morales vs. Manes

No cuesta mucho poner a los radicales en estado deliberati­vo. También Gerardo Morales convoca a una cumbre entre el 20 y 21 de diciembre, mesa ampliada del Comité Nacional y caciques provincial­es. Discutirán la propuesta que le hizo en Jujuy a Facundo Manes de ir a una interna clásica para elegir candidato a presidente de la UCR, y llevarlo a la disputa PASO con el PRO, la Coalición y el Peronismo Republican­o.

Ocurrió en una cena de dirigentes de Formosa, Morales se dice convencido de la idea, y asegura haber escuchado el “Sí” de Manes. El jujeño parece correr por el andarivel de las buenas

relaciones con Larreta, y si lo lleva a Manes a una interna, lo compromete al neurólogo en ese esquema. Es previsible que el compromiso tiene que abarcar a todos los jefes del radicalism­o. Lousteau fue consultado ya por Morales; el senador parece comprometi­do en el esquema de Larreta, tiene un acuerdo con Morales, pero también deberá opinar sobre esa idea.

Gerardo vs. Manes es un cruce de líneas transversa­les, clásico de la política criolla. Es la UCR del interior vs. la UCR del AMBA,

desde que Manes está respaldado por los votos que sacó en la interna de la UCR del año pasado, más los que logró en la elección a diputado nacional. Esa UCR obtuvo casi el 40% de los votos de la coalición.

También es una confrontac­ión del aparato contra la calle. Morales es presidente de la UCR merced a un acuerdo con todas las tribus del partido, y su orgánica incluye gobernacio­nes, legislador­es de todos los niveles e intendenci­as. Manes, frente al aparato, tiene prestigio como médico y popularida­d en los medios. No tiene el desgaste de la gestión que tiene Morales, y su aporte son risas y canciones, opiniones y promesas.

El aparato es clave en cualquier proceso político, pero el mundo bipolar paga al candidato de la calle. En las PASO de 2015 para jefe de Gobierno en la Ciudad, Larreta -el aparato- venció a Gabriela Michetti -la calle-28,41% a 18,93%. Para lograr es diferencia, medió el apoyo de Mauricio Macri a Horacio. Es imaginable que, sin ese apoyo, la diferencia hubiera sido menor. A discutir se ha llamado.

Larreta se alista para salir este miércoles hacia Washington, en su primera gira global como candidato presidenci­al.

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