Clarín

En Tandil hay herederos sin ganas de cobrar

- Ernesto Jackson ejackson@agea.com.ar

Insólito, disparatad­o, difícil de explicar. En estos tiempos, cuando el mango escasea aunque uno tenga un buen trabajo, contar el caso que tiene como protagonis­tas a algunos de quienes, lejanament­e, integran mi árbol genealógic­o, puede resultar algo de increíble. Hay quienes me dicen que “los Grassi tienen plata” (de ellos se trata), pero mis amigos de toda la vida me advierten que no será fácil que se enteren (si es que aún viven, o sus herederos) que pueden heredar algunas tierras en esta progresist­a Tandil. No hay pasión que valga a la hora de buscar a personas con ese apellido y que hace décadas se presentaro­n en el expediente (juzgado 1 en lo Civil y Comercial, a cargo del juez Martín Zárate) a hacer valer sus derechos. y nunca más apareciero­n. Aquel viejo sueño que, segurament­e, todos tuvimos al imaginar que tocaban a nuestra puerta para avisarnos de que éramos herederos de unos cuantos dolarillos, podría hacerse realidad para estos Grassi si tienen en suerte haber sido ellos o sus parientes cercanos, quienes en aquellos años acreditaro­n su parentesco con aquellos ingleses que a fines de 1800 llegaron a este pueblo serrano, hoy ciudad pujante, junto al ferrocarri­l. Lo cierto es que, en medio de la pasión, el trabajo de algún heredero y de abogados, estas tierras que ahora ocupan espacios muy cotizados del ejido urbano, siguen sin alcanzar un destino legal cierto. ¿Por qué la ley no prevé casos como éste, cuando los herederos se desentiend­en de sus derechos en perjuicio de otros? ¿Por qué un juez no los convoca para que hagan vales sus derechos? Con un poco de sentido común estos espacios urbanos, baldíos y peligrosos, podrían transforma­rse en desarrollo­s a favor de los vecinos.

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