En Tandil hay herederos sin ganas de cobrar
Insólito, disparatado, difícil de explicar. En estos tiempos, cuando el mango escasea aunque uno tenga un buen trabajo, contar el caso que tiene como protagonistas a algunos de quienes, lejanamente, integran mi árbol genealógico, puede resultar algo de increíble. Hay quienes me dicen que “los Grassi tienen plata” (de ellos se trata), pero mis amigos de toda la vida me advierten que no será fácil que se enteren (si es que aún viven, o sus herederos) que pueden heredar algunas tierras en esta progresista Tandil. No hay pasión que valga a la hora de buscar a personas con ese apellido y que hace décadas se presentaron en el expediente (juzgado 1 en lo Civil y Comercial, a cargo del juez Martín Zárate) a hacer valer sus derechos. y nunca más aparecieron. Aquel viejo sueño que, seguramente, todos tuvimos al imaginar que tocaban a nuestra puerta para avisarnos de que éramos herederos de unos cuantos dolarillos, podría hacerse realidad para estos Grassi si tienen en suerte haber sido ellos o sus parientes cercanos, quienes en aquellos años acreditaron su parentesco con aquellos ingleses que a fines de 1800 llegaron a este pueblo serrano, hoy ciudad pujante, junto al ferrocarril. Lo cierto es que, en medio de la pasión, el trabajo de algún heredero y de abogados, estas tierras que ahora ocupan espacios muy cotizados del ejido urbano, siguen sin alcanzar un destino legal cierto. ¿Por qué la ley no prevé casos como éste, cuando los herederos se desentienden de sus derechos en perjuicio de otros? ¿Por qué un juez no los convoca para que hagan vales sus derechos? Con un poco de sentido común estos espacios urbanos, baldíos y peligrosos, podrían transformarse en desarrollos a favor de los vecinos.