Clarín

Femicidios que nadie para

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

Entre el 1° de enero y el 31 de marzo de este año hubo 74 femicidios y 89 intentos de femicidio. Seis de cada diez mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex. Siete de cada diez fueron asesinadas en sus propias casas. Doce víctimas habían hecho al menos una denuncia y nueve tenían medidas de protección. Unos 55 niños y niñas se quedaron sin madre como consecuenc­ia de la violencia machista. Son datos del Observator­io de Femicidios Ahora Que Sí Nos Ven.

La asociación civil La Casa del Encuentro lleva registros de femicidios desde hace 15 años. Hay -en promedio- un femicidio cada 30 horas: 4.350 desde 2008. Son 2.300 desde el 3 de junio de 2015, cuando gritamos ¡Ni una menos!. Hay miles menos. Habrá que seguir repitiendo el cliché: detrás de cada número hay una mujer con una historia de vida. Hablemos de una de ellas: María Isabel Speratti Aquino.

María fue asesinada el 16 de marzo por su ex marido. Le pegó cuatro disparos en la puerta de su casa en Cañuelas frente a sus dos hijos, que estaban por subir al auto de su mamá, que iba a llevarlos a la escuela. Gabriel Nuñez, así se llama el femicida, es el padre de los dos chicos. En julio de 2021 ya había intentado matar a María, y uno de los hijos la salvó. Desde entonces María se convirtió en la “víctima ejemplar”. Hizo todo lo que tiene que hacer una mujer que sufre violencia de género. Denunció el intento de femicidio, pero en el juzgado caratularo­n la causa como “lesiones leves”. Ella volvió cientos de veces para pedir el cambio a “tentativa de femicidio agravada por el vínculo”. No lo logró. Tampoco el patrocinio gratuito de ningún abogado. María participab­a de los grupos de ayuda de Shalom Bait, una asociacion civil de Prevención y Asistencia de la Violencia Familiar.

María era una mujer informada y conciente del riesgo que corrían ella y sus hijos. Los audios que les mandaba a sus amigas ponen la piel de gallina: “Soy sobrevivie­nte de un femicidio y vivo amenazada, y mi agresor nunca fue preso. No tengo Justicia, ya no sé más qué hacer. Fui a la comisaría de mujeres, a la fiscalía, al juzgado de garantías, y nadie hace nada, y mi familia y yo vivimos amenazadas, mi agresor no está preso, yo no estoy siendo defendida como correspond­e porque no puedo pagar a un abogado. Yo ya no sé cómo más pedir justicia”. Quienes pedirán justicia por María son sus amigas y hermanas. Este viernes a las 10 frente a Tribunales (Talcahuano 550, CABA). Irán vestidas de negro. El luto es permanente.w

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