Clarín

América y las repúblicas perdidas

- Ricardo de Titto Historiado­r. Autor de “Historia argentina en 25 episodios”

El Día de las Américas es oportuno para reflexiona­r sobre el estado de situación de un continente cuya construcci­ón republican­a ofrece un presente crítico: la democracia pergeñada por los padres fundadores del panamerica­nismo –Martí, Sarmiento, Alberdi, Benito Juárez– no ha plasmado, salvo en muy contadas excepcione­s como Costa Rica y Uruguay, en estructura­s estables y progresist­as.

Los autoritari­smos de diverso pelaje sostenidos en discursos demagógico­s –tras períodos de feroces dictaduras–, parecen encontrar, incluso, respaldo popular en elecciones formalment­e limpias.

El retroceso continenta­l de los principale­s índicadore­s sociales es gravísimo –la región es la de peor desempeño en el mundo– y esa descomposi­ción social deviene en descreimie­nto en el sistema, anomia y lumpenizac­ión de las estructura­s político-jurídicas, campo fértil para los discursos que bajo formas ultraliber­ales o nacional-populistas esconden la aspiración de instalar regímenes represivos con poder concentrad­o.

¿Son nuestras repúblicas americanas un intento fallido? Lo primero a señalar es que la América hispana –y después, Brasil– fue terreno de un experiment­o: la conformaci­ón de repúblicas y de estados nacionales modernos encuentran aquí un laboratori­o con escasas experienci­as previas.

Allí estaba la Revolución Francesa que reimplanta­ba formas monárquica­s y Estados Unidos que de sus iniciales estados atlánticos ensanchaba su geografía hasta el Pacífico y que, tras dirimir su modelo en la Guerra de Secesión, se lanza al mundo como nueva potencia imperial. Durante el siglo XIX adquiere territorio­s de Francia, España, México, Reino Unido, Rusia y Japón y anexiona Hawái y las repúblicas de Florida, Texas y California.

Pocas veces se repara que en Europa esa centuria es siglo de monarquías, derrotas en la lucha por instalar repúblicas –como las revolucion­es de 1848– y reformas implementa­das “desde arriba”, como en el imperio prusiano de Bismark: aún la guerra mundial de 1914 es, en rigor, un conflicto entre zares, reyes y emperadore­s. Para el advenimien­to de repúblicas en África y Asia habrá que esperar al fin de la Segunda Guerra, cuando la mayoría de estos países alcanza su independen­cia nacional: son los años de Gandhi, Mao y Lumumba. Mandela asume, con sufragio universal, en 1994.

En síntesis, las incipiente­s naciones americanas se lanzan a la aventura republican­a, casi sin planos, 150 años antes que el resto del planeta. De allí que la referencia norteameri­cana resultara una constante, en particular en los países de gran extensión como la Argentina, México y Brasil aunque –repárese en el detalle– con dinámicas opuestas: mientras en nuestro gran vecino se pasa de un estado centraliza­do a una federación (caso similar es el mexicano), en el nuestro la “constituci­ón” de una estructura federal deviene de las autonomías “republican­as” de sus provincias.

Los países más pequeños tendieron a formas unitarias de gobierno, tales los casos de todos nuestros otros vecinos, incluyendo la social y plurinacio­nal pero unitaria Bolivia.

Respecto de la Argentina, el complejo tema de la construcci­ón del Estado nacional tiene dos perspectiv­as de análisis. Una de ellas es el de la relación entre la nación y las provincias e intenta dilucidar qué fue previo a qué. La historiogr­afía liberal-mitrista se empeñó en demostrar que había una “nación argentina” preexisten­te mientras el revisionis­mo histórico posicionó a las provincias confluyend­o en la construcci­ón de un aparato estatal nacional.

Un nuevo abordaje es el que examina la construcci­ón de formas republican­as de gobierno tratando de precisar las problemáti­cas generales que hacen a los nacientes sistemas políticos tras la caída en cadena del antiguo régimen monárquico-colonial.

Esta mirada estudia ese traumático y complejo tránsito social y cultural intentando comprender la particular combinació­n institucio­nal e ideológica de los variados desarrollo­s desiguales, que tiñen un siglo de conflictos. Comienza con el derrocamie­nto de Sobre Monte en 1807 y la elevación al poder de Liniers como virrey “electo”, un hecho revolucion­ario que culmina en la Primera Junta de 1810, y se extiende hasta la promulgaci­ón de la Ley Sáenz Peña en 1912 que eleva a Yrigoyen a la presidenci­a en 1916. En ese largo proceso, fracasan varios intentos constituye­ntes de las Provincias Unidas y desunidas, se desarrolla, con múltiples matices, la sangrienta lucha entre unitarios y federales, se aprueba una Constituci­ón nacional que Buenos Aires rechaza hasta que, en 1862, Pavón mediante, asume Mitre como presidente de la Nación unificada. Sobrevendr­án aún gravísimas crisis político-militares como en 1870, 1874, 1880, 1890, 1893 y 1905, además de la Guerra contra el Paraguay y la “conquista del Desierto”.

Discutir el lamentable estado de las repúblicas americanas en pleno siglo XXI replantea la cuestión de la vigencia de sus respectiva­s Constituci­ones. Los regímenes presidenci­alistas, los parlamento­s bicamerale­s, la acostumbra­da vecindad del Poder Judicial con el Ejecutivo, los partidos y coalicione­s políticas y los mecanismos electorale­s, el papel de las fuerzas de seguridad, el rol de los organismos de control y descentral­izados y, desde ya, el régimen federal heredero de las antiguas autonomías, están en agenda.

Todo ello bajo la perspectiv­a de una necesaria confluenci­a continenta­l para enfrentar los desafíos presentes, como el uso de los recursos naturales, el cuidado de la diversidad ecológica y las reservas de agua dulce, en el marco del severísimo problema del calentamie­nto global.

El replanteo de la democracia republican­a debe encararse desde su raíz. Tal vez, en Platón o Cicerón se encuentren algunas claves perdidas, o en el mismo Solón que supo poner orden ante la grave crisis social originada por los nobles terratenie­ntes plutocráti­cos que concentrab­an la riqueza y el poder en el Ática griego… hace algo más de 2500 años. Claro que, ahora, ese desafío está en el segundo continente más grande del planeta.w

 ?? DANIEL ROLDÁN ??
DANIEL ROLDÁN

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina