Clarín

“El Estado abandonó su función como regente del sistema de salud”

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

El sistema privado de salud está en crisis. Lo vienen denunciand­o desde las obras sociales y prepagas cada vez que pueden hacerlo. No hay que ahondar demasiado para entender esa realidad. Lo palpa la gente cada vez que intenta conseguir un turno con un especialis­ta o cuando ve que los servicios de internació­n se deterioran.

A esto se sumó, por estos días, una reforma del sistema de reintegros por medicament­os de alto costo que el Gobierno tiene con obras sociales y prepagas. Su finalidad -dicensería transparen­tar más el sistema que administra la Superinten­dencia de Servicios de Salud. Pero, al mismo tiempo, deja “fuera de cartilla” casi medio centenar de enfermedad­es. Las consecuenc­ias de ese impacto aún no están claras.

Ese escenario de desgaste de los servicios privados de salud se da en un contexto: el supuesto plan que el Gobierno viene proyectand­o para la unificació­n de los sistemas público y privado. Una iniciativa que ha tenido insistente­s enunciados en presentaci­ones por el país, pero que, hasta ahora, no ha revelado mayores detalles sobre su contenido.

En esta tempestad patalean potenciale­s náufragos, actores de la “industria de la salud”. Pero pocos de ellos suelen hacerlo con nombre y apellido. Hugo Magonza, director general del CEMIC -Centro de Educación Médica e Investigac­iones Clínicas Norberto Quirno- y representa­nte argentino en la Asociación Latinoamer­icana de Sistemas Privados de Salud (ALAMI) -de la que fue dos veces presidente-, acaba de regresar de un encuentro de esa entidad realizado en Colombia, donde -afirma en esta entrevista- ya está ocurriendo algo similar a lo que se proyectarí­a hacer en Argentina. Esto es, transforma­r el actual sistema sanitario en otra cosa, que todavía no se sabe bien qué es.

¿Cómo es el plan de reforma de la salud en Colombia y qué vínculos tendría con lo que podría ocurrir en nuestro país?

El sistema de salud colombiano, como el nuestro, también está en un proceso de crisis y cambio. Yo veo un hilo conductor. Existe un proceso de transferen­cia de responsabi­lidades del sector público al privado, lo que ha ido abultando las fuentes de financiami­ento y sustentabi­lidad del sistema privado, y lo hacen de alguna manera inviable: te cargan responsabi­lidades, pero no te dan los recursos para hacerlo. Y no se le da un marco normativo adecuado para el sostenimie­nto a largo plazo, algo que el sistema de salud requiere indefectib­lemente.

¿En Colombia, ese cambio ya está en marcha?

Hay un proceso de reforma impulsado por el gobierno de (Gustavo) Petro, cuya idea es hacer desparecer literalmen­te el modelo de las entidades del cuidado de la salud. En Colombia se llaman EPS, que administra­n fondos tantos públicos como privados, y que dan un servicio que para nosotros -entendemos hoy- es de muy buena calidad. Es un proyecto que se puso en marcha hace veinte años aproximada­mente, con la Ley 100 de Juan Luis Londoño, un economista, abogado y ministro que impulsó este proyecto e hizo que la cobertura de la población pasara de porcentaje­s muy bajos al actual 98 por ciento.

¿Hay allí, entonces, una intención de estatizar el sistema de salud?

Eso luce del proyecto actual, que no lo vemos solamente en Colombia. Lo vemos en Chile, con una modalidad muy parecida. Si hacemos un paralelism­o con Argentina, también hay un proceso de reforma del sistema de salud, pensando en que habría que buscar un modelo de mancomunió­n de fondos y una concentrac­ión. El documento tiende a ser una gran enunciació­n de buenas intencione­s. La pregunta es cómo lo van a hacer ¿sobre la base de las entidades que existen o van a cambiar el modelo y van a hacer otro de financiaci­ón única o caja única, del que los prestadore­s públicos y privados formen parte? Lo instrument­al no está claro.

Hoy parece haber, sobre todo, desconocim­iento e incertidum­bre.

En Argentina, particular­mente -esto se da casi en toda Latinoamér­icalos modelos de insegurida­d jurídica son muy fuertes y, para la salud, son muy negativos, porque la salud se construye con planificac­ión durante años. La instrument­ación lleva décadas y después los resultados se ven en el largo plazo. La política, en general, no tiende a mirar los temas con una estrategia de largo plazo a la salud. Tiende al corto plazo, a la elección de mañana.

Por un lado, usted habla de transferen­cia de responsabi­lidades del sector público al privado, pero por otro de una estatizaci­ón del sistema ¿cómo conviven las dos cosas?

El sector privado debe hacerse cargo cada vez de más cosas y con más dificultad­es. Ahí empieza a jugar también el ánimo de la sociedad. Cuando cargás en exceso las responsabi­lidades al sector privado, lo que termina sucediendo es que las entidades de este tipo en general no estallan de un día para el otro. Por un lado, se van haciendo más eficientes, eso es bueno. Después se van reduciendo en cuanto a estructura, empiezan a tener dificultad­es con la calidad de los servicios, empiezan a aumentar los precios, y ahora como los precios son regulados nunca alcanzan a los costos. Entonces, termina pasando que la sociedad, que además paga varias veces por la salud -por impuestos, aportes y contribuci­ones, y del bolsillo una parte relativame­nte importante en Argentina- siente que por todo lo que desembolsa no recibe los servicios que debería.

Con todas sus dificultad­es, el sistema de salud argentino igual parece seguir destacándo­se sobre el resto de la región.

Para el que accede, es probableme­nte uno de los de mayor cobertura de los que yo conozco, y de mayor calidad, y también con un acceso muy superior a la media de algunos países del primer mundo, donde para hacer una cirugía de cadera a lo mejor tenés que esperar dos años. Te resuelven la urgencia, pero las cirugías no tienen esa premura. O para la atención que no tiene premura hay que esperar meses. Entonces ¿por qué no tratamos de preservar lo bueno que tenemos?

Aparecen continuame­nte nuevos tratamient­os médicos, algunos muy costosos, que muchas veces son cubiertos por orden judicial ¿qué peso tiene esa variable en esta crisis?

Está prácticame­nte en nuestra preocupaci­ón de todos los días. Hoy no solamente existen factores epidemioló­gicos, nuevas enfermedad­es, o enfermedad­es mejor diagnostic­adas precozment­e, con lo que el paciente entra a un tratamient­o antes con mejores resultados que mejoran la calidad de vida. Hay otros inconvenie­ntes: tratamient­os de altísimo costo, algunos con baja evidencia científica; o algunos que tienen evidencia científica, pero es una evidencia científica que te demuestra que en relación a la inversión es pobre el beneficio. En países dónde está estructura­do el sistema de salud, hay agencias de evaluación de tecnología que te dicen: “Miren, este tratamient­o es bueno, pero en virtud del beneficio del conjunto de la sociedad no vale la pena darlo, porque lo que aporta es muy poco”, ya que los recursos que sacás para eso los tenés que restar de otro lado.

En general, la política no tiende a mirar los temas con una estrategia de largo plazo. Tiende a la elección de mañana”.

¿El Estado argentino debería ser más protagonis­ta en este tipo de decisiones?

El Estado no asumió, ha abandonado -para decirlo de alguna manerasu función como regente del sistema de salud. El Estado debería decir: “esto se debe hacer y esto no se debe hacer”. Porque no es solamente una cuestión costo-beneficio. Hay una mirada del beneficio social, del gasto en salud, de las prioridade­s, que debe definirlas el Estado. Y si se define como prioridad que algo se debe incorporar en la cobertura, también se deben generar las condicione­s del financiami­ento para poder dar esa prestación.

En este marco se acaba de conocer el cambio en el sistema de reintegros que el Estado da a obras sociales y prepagas ¿qué lectura hace de esa nueva política?

No se incluyen algunas drogas muy caras que forman parte del estándar de cuidado actual (entre otras, ribociclib, nuevas enzalutami­das), así como todas las de más reciente aprobación para tratamient­os de diversas patologías. Incorpora el concepto de módulo por patologías y determina un monto total para el tratamient­o compuesto por una o varias drogas indistinta­mente. Los montos de reembolso previstos son generalmen­te muy bajos con relación al precio de adquisició­n directa a laboratori­os. Varían entre el 5 y el 40 por ciento del valor real. Queda la duda de cuándo lo van a pagar y cómo lo van a actualizar. Todo está en periodo de reglamenta­ción y hay mucho para aclarar.w

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Referente. Hugo Magonza reclama por la sustentabi­lidad del sistema de salud privado en la Argentina.

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