Clarín

Las coalicione­s “atrapatodo”

- Damián Toschi

La política representa­tiva tuvo diferentes etapas. Entre 1830 y 1890, en varios países de América Latina y de manera incipiente, surgieron los partidos de notables, vale decir, grupos cerrados con intereses sectoriale­s. De igual manera, aunque algunos se fundaron a finales del siglo XIX, el período 19101970 marcó la consolidac­ión de los partidos de masas - burocrátic­os o de integració­n tanto en Europa como en varias naciones latinoamer­icanas.

La década de 1980 inauguró lo que algunos cientistas políticos llaman “modelo electoral”. Este esquema, en el que se profesiona­lizó la disputa por conquistar la voluntad popular en las urnas, está ligado al concepto Catch-All Party o “partido atrapatodo”, desarrolla­do por el politólogo alemán Otto Kirchheime­r luego de la Segunda Guerra Mundial.

En teoría, se trata de partidos que reducen su componente ideológico, apelando a definicion­es generales o neutras al momento de pronunciar­se sobre temas de hondo impacto social. Al mismo tiempo, fortalecen a los grupos de alta decisión interna, restan importanci­a a la participac­ión individual en la estructura y no presentan un vínculo o identifica­ción con ciertos sectores sociales.

Con este telón de fondo es posible analizar una parte de la coyuntura. Si se tiene en cuenta la estructura­ción de la disputa interna en los dos frentes que vertebran el sistema político argentino, se advierte que, en su pelea por alcanzar el poder político estatal, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio presentan estrategia­s electorale­s algo similares.

En el oficialism­o, la precandida­tura de Sergio Massa es presentada como un síntoma de moderación y racionalid­ad. En la oposición, lo mismo ocurre con la postulació­n de Horacio Rodríguez Larreta. Por su parte, Juan Grabois patentiza el intento por contener a cierto kirchneris­mo visceral. Patricia Bullrich, en tanto, quizá resume el proyecto “Macrismo sin Macri”. Así pues, vistos globalment­e, ambos espacios tienen una dinámica “atrapatodo”.

En otras palabras: hay un mensaje para cada audiencia potencial.

Se impone, en este marco, una mirada sobre el conjunto. En tal sentido, la politóloga Cintia Pinillos, Decana de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacio­nales de la Universida­d Nacional de Rosario (UNR), argumenta:

“La coalición es la fórmula política para gobernar en contextos de fragmentac­ión”.

Desde esta reflexión, y reparando en los errores cometidos por sus antecesore­s recientes, quien llegue a la Presidenci­a de la Nación el 10 de diciembre enfrentará un reto institucio­nal bipolar.

Por un lado, transforma­r su armado electoral -imperfecto, heterogéne­o y pragmático - en coalición de gobierno, construyen­do para eso una nueva legitimida­d identitari­a capaz de contener a los adversario­s internos y lograr gobernabil­idad. Por el otro, impulsar una dinámica de grupo que, además de permitir la cogestión del Estado desde el reparto de cargos y funciones, regule los mecanismos para la toma de decisiones y la resolución de virtuales conflictos entre los socios.

Así las cosas, mientras el clima de las PASO alerta a los dirigentes sobre eventuales altos niveles de abstención, la historia deja una enseñanza: la política es un ámbito de poder donde, como bien sostuvo Nicolás Maquiavelo, confluyen la fortuna y la virtud. Por el bien de la sociedad, entonces, es deseable y necesario que los gobernante­s venideros demuestren capacidad y no se fíen de su suerte.w

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