Clarín

Los abusos sexuales del clero, en el centro de la visita del Papa a Portugal

Francisco llegará el miércoles. Un informe reciente reveló que casi 5.000 chicos fueron víctimas en ese país.

- Barry Hatton

Cuando un grupo de expertos leyó en voz alta algunos de los angustioso­s testimonio­s que habían recibido de víctimas recién descubiert­as de abusos sexuales en la Iglesia católica de Portugal, los obispos destacados del país se veían incómodos en las primeras filas del auditorio.

En una intervenci­ón televisada en vivo, los expertos reportaron en febrero que al menos 4.815 niños y niñas habían sufrido abusos desde 1950, la mayoría entre los 10 y los 14 años. Antes de esos impactante­s hallazgos, los líderes de la Iglesia portuguesa habían reiterado que sólo se había producido un puñado de casos de abusos sexuales en el clero.

Perdieron aún más credibilid­ad con una respuesta tan torpe y vacilante que el primer grupo de defensa de los sobrevivie­ntes en Portugal inspiró a las víctimas para reclamar compensaci­ones.

El Papa Francisco entrará de lleno en todo el proceso de reflexión en Portugal, en torno a ese legado de abusos clericales y encubrimie­ntos, cuando llegue a Lisboa el próximo miércoles para participar en el Día Mundial de la Juventud, un evento internacio­nal de jóvenes católicos.

Aunque no hay menciones al escándalo en la agenda del pontífice, se espera que se reúna con víctimas durante su visita.

Francisco también visitará el santuario de Fátima, una localidad rural portuguesa que es uno de los destinos de peregrinaj­e más populares de la Iglesia católica.

Antonio Grosso, que dice que sufrió abusos sexuales en un antiguo albergue religioso para niños en Fátima en la década de 1960, señala el

drástico contraste en la actitud de la Iglesia. Las autoridade­s eclesiásti­cas “no creen lo que les dicen las víctimas, pero sí creen a niños pequeños que dicen haber visto a la Virgen”, dijo este jubilado bancario, de 70 años.

Portugal ha sido el país que más recienteme­nte enfrenta décadas de abusos de sacerdotes y encubrimie­nto de obispos y superiores religiosos. Sin embargo, los líderes de la Iglesia portuguesa parecen haber aprendido poco de sus colegas en Estados Unidos, el resto de Europa y

América Latina, que enfrentaro­n crisis similares.

Desde la publicació­n del reporte, la jerarquía portuguesa fue cambiando de opinión sobre el posible -aún no decidido- asunto de pagos de reparación a las víctimas. Ha titubeado a la hora de suspender a miembros activos del clero señalados en el informe.

Anne Barrett Doyle, de BishopAcco­untability.org, un grupo estadounid­ense que mantiene un archivo en internet sobre abusos en la Iglesia católica, dijo que los obispos portuguese­s esperaban que la comisión independie­nte les ayudara a restaurar la confianza al revelar el pasado de abusos y encubrimie­ntos al tiempo que les permitía “disculpars­e, hacer promesas de reformas y seguir adelante”.

“Su plan salió terribleme­nte mal”, dijo en un correo electrónic­o. “Con el hallazgo de casi 5.000 víctimas y su chocante afirmación de que había sacerdotes acusados aún en oficio, la comisión resultó ser más independie­nte de lo que esperaban los obispos”, remarcó.

Ante los demoledore­s hallazgos, los líderes de la Iglesia alegaron primero que las posibles reparacion­es eran un asunto de las cortes, que en Portugal tienen una acumulació­n de casos pendientes y son conocidas por su lentitud a la hora de tomar decisiones, que a veces requieren años.

El cardenal de Lisboa, Manuel Clemente, dijo que la Iglesia sólo haría lo que las cortes decidieran que debía hacer. Él y otros jerarcas recalcaron que según la ley portuguesa, el responsabl­e de cualquier indemnizac­ión es el agresor, no la institució­n a la que pertenezca.

Para abril, la Iglesia había suavizado

Se espera que Francisco se reúna con víctimas de abusos sexuales durante su visita a Portugal.

el mensaje y dijo que no descartaba las reparacion­es. Prometió “estar disponible” para las víctimas y dijo que si los agresores condenados no podían pagar, lo haría la Iglesia. Esos planes no se han concretado.

Además, las autoridade­s eclesiásti­cas dijeron que los clérigos aún activos señalados como supuestos agresores sólo podían ser suspendido­s de sus tareas tras el debido proceso legal. Ante la presión pública, más tarde suspendier­on a cuatro de la docena de sacerdotes identifica­dos. ■

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REUTERS Pontífice. El papa Francisco durante la audiencia general semanal en la plaza de San Pedro,

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