Clarín

Marte ataca

- Alejandro Borensztei­n

Antes que nada, felicitamo­s a Sergio Massa al haberse cumplido este viernes un año de su designació­n como ministro de Economía. Si bien juró formalment­e el 3 de agosto, fue aquel histórico 28 de julio de 2022 cuando el país se desayunó con el nombramien­to del multifacét­ico superminis­tro-presidente-candidato-clorificad­orahumador.

Ese día el dólar superaba la barrera de los 300 mangos y nos parecía carísimo. Doce meses después, y gracias a su exitosa gestión, aquellos 300 mangos son hoy una pichincha. Massa llegó para darle previsibil­idad a la economía y lo logró. Ahora tenemos un dólar que vale 550 y la absoluta certeza de saber que, comparado con lo que va a costar dentro de un mes, está barato. Felicitaci­ones champ. Seguí así, humilde como estás, y no te la creas. Vas muy bien.

Dicho esto, vamos a lo importante. El cuentito es así: el mayor David Grusch es un ex agente de inteligenc­ia de la Fuerza Aérea de los EE.UU. y de la Agencia Nacional de Inteligenc­ia Geoespacia­l. Este miércoles se presentó ante una comisión especial del Congreso norteameri­cano y declaró que el gobierno de los EE.UU. tiene en su poder naves extraterre­stres y conserva “restos biológicos no humanos” (textual). Los dichos de Grusch fueron reafirmado­s en la misma audiencia por los pilotos Ryan Graves y David Fravor.

Como si esto fuera poco, esta semana pasó por Buenos Aires el señor Bill Nelson, administra­dor general de la NASA, quien explicó que acaba de convocar a un panel de científico­s altamente calificado­s para que estudien el tema de los extraterre­stres y preparen un informe que será difundido durante el mes de septiembre. Todo posta.

Ante semejante noticia, parece mentira que todavía haya gente preocupada por el humo que emana de Massa, por las pavadas que discuten Bullrich y Rodríguez Larreta o por

los disparates de Milei.

Sin embargo estamos más atentos a esto último que a lo verdaderam­ente importante. Es obvio que elegir al próximo inútil que vamos sentar en la Rosada es un asunto relevante, pero no está bueno que las rencillas de la farándula política que pelea por tomar el poder de nuestra aldea nos impidan ver el Universo.

Curiosamen­te fue este martes cuando Alberto, en su titánica tarea de demoler a su propio gobierno para destruir al kirchneris­mo, volvió a enunciar las clásicas excusas que utiliza como coartada para disimular que todo lo que hizo fue a propósito. Como siempre, habló de Macri, de la pandemia, de la guerra, de la sequía y le agregó una nueva:

parece que ahora va a llover demasiado,

por eso el gobierno va a seguir fracasando.

Faltó que diga: “Llueve mucho, así no se puede gobernar”. Lo más interesant­e es que a su tradiciona­l speech le metió un remate:

Alberto y el remate en la colección de excusas a su fracaso: “Solo falta que lleguen los marcianos”

“Solo me falta que lleguen los marcianos”

(textual de su discurso de cierre del 45° Congreso Federal Agropecuar­io). Caramba.

Para mucha gente fue una genialidad más de las que suele pronunciar el erudito y para otra fue tan solo un nuevo jalón en su rol de Topo devastador. Sin embargo, parece ser que esta vez el tipo tenía data. Y lo más impactante aún: al decir eso se le anticipó al Congreso de los EEUU, al Pentágono y a la NASA misma. De ser así, Alberto contará esta anécdota en la concesiona­ria por el resto de su vida: “Yo anuncié la llegada de los marcianos antes que la NASA” va a decir con cara de “yo soy profesor de Derecho”. ¡Qué integrante de Polémica en el Bar se perdieron los Sofovich! Una pena.

En cualquier caso, si lo que se viene ahora son los marcianos poco importa si Juan Grabois prefiere a Lali Espósito o a Tini Stoessel, como se debatió esta semana en Unión por la Patria. Mucho menos importa que Alejandro Bodart, candidato a gobernador bonaerense por el FIT, no pueda tolerar que Pampita lo haya elegido a García Moritán en lugar de elegirlo a él. Al menos eso es lo que se desprende de ese resentimie­nto rabioso que expresó Bodart en el debate de TN

y posteriorm­ente en los pasillos del canal.

A pocas semanas de que la humanidad confirme el contacto entre extraterre­stres y seres humanos, no vale la pena distraerse indignándo­se con Gabriela Cerruti por decir que en la Argentina no hay hambre o que no estamos en crisis.

Con los platos voladores a la vista es absurdo enojarse con Patricia Bullrich por volver a poner en agenda la palabra “blindaje” y seguir hablando de economía como si entendiera.

Muchísimo menos debemos calentarno­s con Larreta y con Lousteau por haber pretendido hacer un acuerdo político con el peronismo cordobés cuyo principal candidato victorioso, un tal Llaryora, debutó el domingo pasado en la televisión nacional con una cordura, una estatura y un equilibrio emocional propio de Calígula.

A propósito de este caso, la Justicia Electoral debería agregar un nuevo requisito a tener en cuenta para el proceso electoral: los candidatos podrán consumir todo tipo de estupefaci­entes durante la campaña, menos el día del comicio.

Ya vimos lo que pasa cuando un tipo gana una elección y, en el entusiasmo, sale a gritar como un desaforado, innecesari­amente porque tenía un micrófono delante. Imagínese amigo lector si encima el tipo hubiese estado drogado.

Lo de “pitucos de Recoleta” fue lo de menos. Cristina no se lo merecía pero si el tipo quiere señalarla de ese modo, allá él. Lo inaceptabl­e es el griterío que tuvimos que aguantar todos los que estábamos mirando por televisión. Esta gente debería entender que, después de bancarnos a la pituca de Juncal y Uruguay gritando como una marrana por cadena nacional durante 8 años, el umbral de tolerancia ciudadana a que nos griten quedó muy bajo.

Si a un candidato que no está en su sano juicio, el día del comicio le agregamos el consumo de sustancias prohibidas, el descontrol sobre los escenarios de los bunkers sería total. Por eso es importante reglamenta­rlo. Es solo durante el día del escrutinio. Después pueden hacer lo que quieran. Nosotros los ciudadanos, después de votar y ver los resultados por la tele, vamos a seguir trabajando y pagando impuestos, como siempre. Y el candidato ganador que desee pasar una tarde tomando metanfetam­inas en bolas y colgado de una araña, no hay problema. Nadie se va a horrorizar. Después de ver lo de Capitanich con Emerencian­o Sena, nos bancamos lo que venga. Incluída una invasión extraterre­stre.

Es más, probableme­nte nos convenga pedirle a los marcianos que se apuren, nos invadan y nos exterminen lo más rápido posible. Al menos antes de que tengamos que pagar los 5.000 palos verdes de multa mínima por los errores de Kicillof y Cristina en la estatizaci­ón de YPF. Y de paso también nos ahorramos ver llegar la inflación de Massa al 150% mensual y el dólar a los 1.000 mangos.

Dato para reflexiona­r: a diciembre de 2019, el dólar en Uruguay valía 40 pesos y hoy, cuatro años después, vale 38. En Argentina valía 60 pesos y hoy vale 550. Hay un atenuante: acá hubo pandemia, guerra en Ucrania, sequía, mucha lluvia y ahora marcianos. Allá en Uruguay parece que no. Raro, ¿no?

Habría que preguntarl­e al mayor David Grush que, de fenómenos sobrenatur­ales, la sabe lunga.

Con los ovnis a la vista, no hay que indignarse con Cerruti por decir que en el país no hay hambre

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina