Un día para gozar más allá del polvo de ladrillo
El ATP 250 de Buenos Aires entra en su etapa de definiciones y la propuesta no podría ser mas tentadora para los fanáticos del tenis que el fin de semana poblarán el estadio Guillermo Vilas y también sus alrededores. Es que hay muchas excusas para darse una vuelta por el Buenos Aires y no sólo por el nivel de los protagonistas entre los que sobresale claramente Carlos Alcaraz, un español que el público ya adoptó como propio por su jerarquía y carisma, el número 1 mas joven de la historia y ganador de dos Grand Slams. De todos modos hay un factor que no se puede dejar afuera de la consideración a la hora de planear ir al torneo y es el económico.
¿Cuánto podría gastar una familia tipo (cuatro personas) para pasar el día en la catedral del tenis argentino y ver a algunos de los mejores tenistas del mundo? Se calculan aproximadamente 250 mil pesos tomando como referencia la entrada mas barata y agregándole el extra de la comida y la bebida.
Una butaca en la platea general, la nueva tribuna tubular que se instaló arriba de la platea Este y que llevó la capacidad total del recinto a casi 6 mil personas, vale 52 mil pesos para ver las dos semifinales de hoy y el mismo precio para la final de mañana. El valor escala en otros sectores del estadio hasta 90 mil pesos (plateas), 105 mil (codos), 135 mil (palcos laterales), 170 mil (palcos Sur y Norte) y 275 mil (palcos laterales bajos).
Como la acción hoy comenzará a las 16 porque se jugarán dos partidos y la jornada probablemente se extienda hasta la noche, se debe agregar la cena al presupuesto del día. Hay un patio de comidas junto a la entrada, ya conocido por quienes visitaron el Buenos Aires en años anteriores, y otro detrás de la cancha central que se agregó para la actual edición.
Ambos cuentan con diferentes stands gastronómicos, todos a un precio similar. Comer un sandwich y acompañarlo de una bebida con un helado de postre y un café cuesta entre 9 mil y 10 mil pesos aproximadamente. “Es barato comer acá con los precios que se ven afuera, pero lo que sí son caras son las entradas”, coincidieron la mayoría de los visitantes consultados por Clarín.
De todos modos aseguraron que vale la pena el esfuerzo al ser “una vez al año” y porque se trata de “ver a Alcaraz”. El murciano, quien buscará convertirse en apenas el segundo tenista en defender el título tras David Ferrer (fue campeón en 2012, 2013 y 2014), genera una revolución en cada ciudad que visita y Buenos Aires no es la excepción. Multiplica la convocatoria.
Las instalaciones del mítico club porteño se remodelaron justamente para seguir atrayendo a figuras de la talla de Alcaraz.
“Veo al torneo como para ser un ATP 500. Las canchas están muy bien y la organización es muy buena”, dijo el segundo jugador del ranking mundial y campeón vigente de Wimbledon, nada menos. “Por las instalaciones, la organización y la atmósfera, el Argentina Open debería ser un ATP 500”, agregó el británico Cameron Norrie, otra de las figuras del torneo, en la misma línea.