Clarín

Historias de cautiverio y resistenci­a en la Ucrania ocupada por el Kremlin

Las tropas de Rusia toman edificios en ciudades ucranianas ocupadas. Varios de ellos se convirtier­on en centros de detención y torturas.

- Kristina Berdynskyk­h

El 17 de agosto de 2022, cinco hombres armados irrumpiero­n en la casa de Oksana Yakubova, directora del Liceo nº 2 de Nova Kakhovka. En aquel momento, esta ciudad de la región de Kherson, en el sur de Ucrania, llevaba 6 meses ocupada, desde el primer día de la invasión rusa de la que hoy se cumplen dos años. Yakubova se quedó viviendo bajo la ocupación, pero seguía trabajando en la escuela, que había cambiado a enseñanza online.

Los hombres tenían pasamontañ­as y ametrallad­oras. Mykola, el marido de Yakubova, abrió la puerta, pero no era él a quien buscaban. Preguntaro­n a la mujer por su apellido y le ordenaron que les entregara su teléfono y recogiera sus pertenenci­as. Los hombres, que hablaban ruso con un acento que no era propio de Ucrania, dijeron que la llevarían a la policía local. A Oksana Yakubova, de 55 años, le permitiero­n llevar consigo sus medicament­os. "¿Me van a torturar?", preguntó la profesora. Uno de los hombres con pasamontañ­as respondió que no lo sabía. "Entonces llévenme al patio ahora mismo y fusílenme", respondió en voz baja. La llevaron a la comisaría.

Hace año y medio que Oksana no está en su patio. Trabajó 35 años en esa escuela de Nova Kakhovka, ciudad fundada en los años 1950, cuando se construía la central hidroeléct­rica de Kakhovka. Ahora vive en Odesa, a 250 kilómetros de su casa. En noviembre de 2022, el ejército ucraniano liberó una parte de la región de Kherson, en la orilla occidental del río Dnipro. Su ciudad, sin embargo, sigue bajo control ruso.

Según la investigac­ión oficial llevada a cabo por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SSU), al tercer día de la invasión, las fuerzas militares rusas ocuparon la comisaría de policía local y la convirtier­on en un lugar de detención ilegal y tortura de civiles en Nova Kajovka y los pueblos de los alrededore­s.

Fue allí, en un edificio gris de tres plantas en el número 24 de la avenida Dniprovsky­i, donde se llevaron a la directora de la escuela. Yakubova es uno de los cinco testigos de The Reckoning Project que visitaron el edificio, y uno de los cientos de ucranianos entrevista­dos que sobrevivie­ron al cautiverio y la tortura mientras sus ciudades y pueblos estaban bajo ocupación.

Oksana Yakubova fue colocada en la sección de mujeres, una parte del edificio donde, antes de la guerra, estaba la oficina de pasaportes. En lugar de oficina, ahora había celdas. Yakubova fue llevada a una habitación con otras tres mujeres. Sin camas. La profesora, como las demás detenidas, dormía en el suelo, sobre cartones. En lugar de retrete, había un cubo de pintura. Se permitía sacarlo una vez al día. "A las 7.00 AM, nos daban 10 minutos para salir de la celda y sacar el cubo, correr al baño y lavarnos", explica. A su marido le permitiero­n traerle un cepillo de dientes, papel higiénico y toallitas húmedas sólo 3 días después de su detención. Ella lo compartió con otras mujeres. Las mujeres detenidas no recibían alimentos; aquellas cuyos familiares sabían de su detención y traían comida la compartían con otras. Una vez al día, un breve paseo por el patio.

Yakubova fue interrogad­a por dos miembros del FSB, el servicio de seguridad ruso. La acusaron del “colapso de la educación rusa en la Federación Rusa” y le ordenaron que escribiera una lista de profesores y activistas proucrania­nos. Se negó. Fue liberada una semana después y abandonó la ocupación con su marido.

Para regresar al territorio controlado por Ucrania, viajaron a través de la Crimea anexionada, Rusia y Europa. Salir a través de la Crimea anexionada es una de las pocas formas que tienen los ucranianos de evacuar territorio­s ocupados. Para llegar a los territorio­s controlado­s por Ucrania, la gente tiene que recorrer miles de kilómetros, a través de Crimea, Rusia y Europa.

La profesora dice que, a pesar de la humillació­n y las condicione­s insalubres, tuvo suerte de no ser golpeada. Casi todo el día oía gritos de otras celdas y del sótano y veía a hombres golpeados durante su paseo. Oía a menudo la frase: "Doctor, por aquí". Significab­a que uno de los civiles había sido golpeado fuertement­e por la policía y necesitaba urgente atención médica.

Durante cuatro meses de cautiverio, Yuriy Armash, un médico militar ucraniano de 32 años que fue capturado en Kherson en abril de 2022, prestó atención médica a prisionero­s. Armash estima que durante su cautiverio trató a más de 300 civiles golpeados o torturados por los rusos.

En el momento de la invasión, Yuriy Armash esperaba el despido de las Fuerzas Armadas y vivía en Oleshky, región de Kherson. Su contrato militar expiraba en 5 días. Tuvo que ir a un campo de entrenamie­nto cerca de Oleshky. Todo el territorio fue ocupado. Hasta el 2 de abril de 2022, se escondió de los rusos en una casa con otros dos soldados. El 3 de abril, mientras intentaba abandonar la zona, fueron detenidos y llevados a la comisaría de Nova Kakhovka.

El médico militar fue colocado en una celda con otros 15 hombres. El trato que los soldados rusos daban a los civiles dependía de quién estaba en el turno: algunos eran más crueles y otros se interesaba­n menos, explica el médico. Todos los interrogat­orios parecían ser realizados por el FSB. Pero las palizas no las daban los guardias, según Armash. Lo hacían las fuerzas de la Guardia Rusa, una organizaci­ón militar estatal rusa cuya función es garantizar el orden civil y luchar contra la delincuenc­ia, el terrorismo y el extremismo. También participab­an colaborado­res locales que empezaron a trabajar con los rusos. Armash cree que la crueldad de los colaborado­res estaba a la altura de la de los guardias rusos.

Las palizas empezaban desde la puerta, dice el ex preso. En el vestíbulo, primero se golpeaba a los nuevos detenidos con porras de goma y luego los distribuía­n por celdas. Algunos fueron enviados al primer piso, otros al sótano, las mujeres a la oficina de pasaportes donde estaba Oksana. Según el médico, había entre 50 y 80 detenidos en el edificio de la policía.

Armash fue torturado durante los primeros interrogat­orios: lo pincharon con un punzón en el cuello, lo aplicaron electricid­ad utilizando un teléfono militar de campaña y le clavaron un cuchillo en la pierna hasta que la hoja se tocaba con el hueso.

En mayo de 2022, un hombre civil de 39 años fue detenido en uno de los puestos de control. Según el Servicio de Seguridad ucraniano, su interrogat­orio fue dirigido por un empleado del FSB, Dmitriy Laikov. Laikov y otras tres personas golpearon al hombre con las manos y los pies y con porras de goma. Le conectaron cables eléctricos a los genitales y lo aplicaron electricid­ad, según la investigac­ión.

A Yuriy Armash lo empezaron a llamar desde su celda para que atendiera a los prisionero­s. La mayoría de las veces, necesitaba­n atención médica después de las primeras palizas. Armash estuvo detenido hasta el 19 de agosto de 2022. Luego pasó 8 meses en una colonia penal de Rostov, donde también sobrevivió a torturas. Fue liberado tras un intercambi­o de prisionero­s en abril de 2023.

Ahora Armash se alegra de despertars­e en su casa, no en cautiverio ruso. Pero las personas a las que ayudó en Nova Kakhovka no dejan de llamarle. "Me dan ganas de llorar constantem­ente por esta gratitud", dice este testigo de crímenes horribles.w

A Armash, un médico, lo llamaron a su celda para atender a heridos

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AP Vigilancia. Soldados de Moscú hacen guardia ante la estación hidroeléct­rica de Nova Kakhovka.

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