Los realities de tasadores de joyas inundan la trasnoche de la tele
En varias señales copan la pantalla, como antes los pastores evangélicos.
Vender joyas es la salvación. Un collar de perlas puede equivaler a 45 carritos de Coto. A simple vista, los joyeros son más confiables que los pastores electrónicos. Ver programas de tasadores de piedras preciosas también es una cuestión de fe. Actuaciones nivel Norma Aleandro. Música de película de Lando Buzzanca y a desfallecer cuando la milf de turno levanta el teléfono de línea y dice: “¿Me preparás cuatro millones por favor?”.
De pronto te sorprendés mirando programas de tasadores de joyas. Es así y no tenés con quién hablarlo. Sentís una mezcla de culpa y vergüenza. Encima es viernes a la noche y estás de vacaciones. Patético. Zapping y ¡cinco! programas calcados. Sacando conclusiones apresuradas, desde Leiva joyas ésta es toda (toda) de Mirtha Legrand.
Aprender sobre relojes y brillantes denota una imprevista cuestión de Estado: a determinada hora, una especie de cadena nacional temática invade la televisión de trasnoche. El monopolio hace que los envíos sean adictivos. Uno se da cuenta de la dependencia cuando descubre que está buscando el Texas Instruments digital de los 80s. ¿Cuánto valdrá? ¿Cotizará más o menos que una pieza bañada en oro?
Los argentinos descubrimos lo que era desvelarnos gracias a los atributos cárnicos de Carla Conte en Call TV, programa emblema de los horarios marginales. Ella y su compañero con cara de otaku, cuyo nombre ahora mismo no recordamos, y a jugar a las telellamadas hasta al amanecer.
Los programas de tasadores tienen sus propias Carla Contes. Mujeres exuberantes que, en principio, dan a entender que los joyeros son gente muy noctámbula.
Programas que funcionan en si
multáneo y atacan en patota. No estamos en condiciones de saber si uno es mejor que otro. Sus nombres suenan parecido a “Tasa tu joya” o “La joya de tu hermana”. Lo cierto es que se reproducen. ¿Eso habrá que agradecérselo a la Ley de Medios? Si son tantos quiere decir que vender las joyas de la abuela, más que una misión, es un compromiso de humanismo, hermandad y amor entre los pueblos.
Miramos “La joya de tu hermana” por Claudia y no somos los únicos. La gente comenta en redes sociales: “Sueño de mujer”.
Programas que sirven para mover el árbol genealógico hasta que al menos caiga una maldita bijou. Todos parecen tener la misma escenografía, los mismos clientes.
“¿Necesita personal de seguridad?”. Las joyerías, al parecer, trabajan con patovicas que llegado el caso te acompañan a la parada del 68. Todo lo que reluce aquí es oro.
Golpe de zapping y una morocha con vestido de cierre relámpago usa una lupa para verificar determinada piedra preciosa empotrada en una pulsera. Mientras observa la joya con rostro soviético, le pregunta al interesado para qué piensa usar el dinero. En este punto, invariablemente se habla de: 1) viaje postergado, 2) casamiento de hijo/a, 3) arreglo de un techo.
En la puesta en escena, el interesado debe mostrarse con cara de pobre miserable o caído del catre. Es ahí donde la empleada hablará en millones de pesos, sacando cuentas con una calculadora de almacén.
Ya hay un ranking de los tasadores más queridos de la televisión: Fran, Yani, Bachi, Yami, Maru, Clau. La emoción de Sorpresa y 1/2 llevada a un formato menos tradicional. Hemos visto, entre otros famosos, a Charlotte Caniggia y a Pachu Peña haciendo caja.
¿Qué hay que estudiar para ser tasador de joyas? ¿Cuánto ganará un tasador de joyas? Sí, sí, claro, ya hay gente queriendo un diploma de alumno de Gemología o algo por el estilo. A ver: el tasador de joyas es un profesional que necesita una formación. Por ejemplo, debés conocer las técnicas de fabricación que se usaron en el tiempo.
Siendo joyero, además, de un momento a otro podés estar en la televisión y estar en la televisión, tú sabes, es poder vivir de canjes. En definitiva, una nueva especie amenaza la hegemonía de cocineros. ¡Por fin! ■