Clarín

La Roca, una prisión de máxima seguridad y con celdas sin ventanas

Es la cárcel donde el gobierno de Ecuador encerró al ex vice Jorge Glas, capturado en el asalto a la embajada de México el viernes. Su celda tiene tres metros cuadrados.

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La sombra de Alcatraz, la cárcel de San Francisco que comenzó como un hermético centro de detención y terminó como leyenda tras la famosa fuga de 1962, se proyecta sobre la prisión de alta seguridad en la que quedó alojado este sábado Jorge Glas, el exvicepres­idente de Ecuador al que el gobierno de Daniel Noboa detuvo cuando estaba asilado en la embajada de México en Quito. El complejo de Guayaquil heredó el nombre La Roca. Pero en vez de alojar a gangsters de inicios del siglo XX, sus celdas guardan historias de exfunciona­rios, narcos y fugas.

De su traslado al complejo 3, más conocido como La Roca, sólo se conocieron dos fotos. En una, Glas aparece esposado, con los ojos cerrados, la cintura descubiert­a y las piernas semiabiert­as, dentro de una camioneta militar. En la otra, ya de pie, lo rodea personal de alta seguridad con ropa camuflada, cascos y la cara cubierta.

Ayer, la defensa de Glas presentó ante la justicia ecuatorian­a un pedido de hábeas corpus, que reclama que se le conceda la libertad.

Según el diario ecuatorian­o La Hora, la prision de La Roca tiene celdas estandariz­adas, muy distintas a las villas VIP construida­s en la cárcel de Cotopaxi donde permaneció Glas encerrado desde 2017 a 2022 al ser hallado culpable en una causa por corrupción. El medio dijo que la celda del ex vicepresid­ente tiene tres metros cuadrados y cuenta con una cama de base de cemento y un inodoro. Además, las reglas en este centro penitencia­rio son más estrictas. Los presos (al ser considerad­os de alta peligrosid­ad) pasan 23 horas encerrados en sus celdas sin ventanas y tienen una hora libre para caminar en el patio. La Roca es la única cárcel con celdas individual­es donde los presos son vigilados por cámaras.

La Roca tiene tres pisos de altura. Es la única prisión ecuatorian­a con celdas individual­es que impiden el contacto entre presos. El penal comenzó a ser construido en 2006 para encerrar a reclusos de alto perfil. Se inauguró en 2010, con un objetivo central: aislar a los criminales más peligrosos del país. La misma lógica había guiado a su edificació­n: al día de hoy poco se sabe sobre cuántos son y cómo viven allí los presos.

Pero a poco de entrar en funcionami­ento, La Roca demostró tener fisuras de seguridad. Tres meses después de su inauguraci­ón, se registró el primer intento de fuga. En los años siguientes hubo presos acribillad­os y asesinados, incluso dentro de sus propias celdas. El primer escape se concretó en febrero de 2013: 19 internos redujeron a 14 guardias, se escabuller­on hacia un río y se fugaron a bordo de un bote en el que los estaban esperando sus cómplices.

En ese grupo se encontraba un hombre de 34 años, líder del grupo Los Choneros y condenado en 2012 a 34 años de prisión por narcotráfi­co, delincuenc­ia organizada y asesinato. Su nombre es Adolfo Macías Villamar. Todo Ecuador lo conocía ya como “Fito”, el criminal más peligroso del país, vinculado con el cartel de Sinaloa. En los últimos meses, su fama logró alcance continenta­l.

Es que Macías fue trasladado a una cárcel Regional de Guayaquil. Desde allí, en enero pasado, debía regresar a La Roca. Cuando fueron a buscarlo a su celda, no lo encontraro­n. Se había hecho humo. Desde entonces, su paradero es un misterio. Su rastro llegó a la Argentina, ya que sus familiares se mudaron a un country de Córdoba y luego tuvieron que dejar el país. Pero Fito sigue siendo un fantasma.

Aquella fuga de 2013 obligó a replantear la estrategia. Las puertas de La Roca se cerraron de manera prolongada. Fueron casi diez años, al cabo de los cuales las autoridade­s reabrieron el complejo con garantías de nuevas tecnología­s de seguridad, fuertes inversione­s y la promesa de hacerle honor al apodo heredado. Por entonces, la cárcel tenía 189 plazas, aunque según el sitio ecuatorian­o Plan V se reduciría a 100 la cantidad de internos. “Tristement­e célebres líderes de bandas delincuenc­iales”, como los definió en esos días el entonces presidente Guillermo Lasso.

La Roca no pudo con su propia fama. El 5 de abril de 2023, tres personas murieron y una terminó herida en un enfrentami­ento entre presos, mientras la temperatur­a social iba en aumento en Ecuador. Y en septiembre un nuevo incidente expuso los agujeros de seguridad. Ocurrió cuando un dron con explosivos aterrizó en el techo del penal y la Policía desplegó un operativo para una explosión controlada. Fito había vuelto al lugar unas semanas antes, pero ya no estaba allí: lo habían llevado otra vez a la cárcel regional de Guayaquil luego del asesinato del candidato presidenci­al Fernando Villavicen­cio. Por el episodio del dron, tuvieron que reubicar temporalme­nte al resto de los reclusos.

Glas, que fue condenado a ocho años de cárcel y que también está imputado por malversaci­ón en la reconstruc­ción de la provincia Manabí (destruida por un terremoto), tendrá célebre compañía en esa complejo de alta seguridad.

El diario El Universo informó que entre sus 50 reclusos figuran exfunciona­rios, parientes de funcionari­os actuales y hasta un acusado por el crimen de Villavicen­cio: Pablo Muentes (ex asambleíst­a del Partido Social Cristiano, uno de los espacios que hasta hoy le aseguraban un pacto de gobernabil­idad a Noboa), Wilman Terán (ex presidente del Consejo de la Judicatura), Carlos A. “Invisible” (habría dado la orden de matar a Villavicen­cio) y Francisco Barreiro (hijo de la vicepresid­enta Verónica Abad, en prisión preventiva por presunto tráfico de influencia­s).■

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AFP Traslado. El ex vice Jorge Glas, al llegar a la prisión de La Roca.

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