Clarín

Con un robot, logran más pruebas del submarino nazi hundido en Necochea

La agrupación Eslabón Perdido investigó los restos hallados en 2022 y comprobó que pertenecen a un navío alemán de la época de la Segunda Guerra Mundial.

- Malena Nazareth Martos mmartos@clarin.com

El misterio del naufragio de un submarino frente a la costa de Necochea sumó un nuevo capítulo. Luego de varios años de interrogan­tes, en octubre de 2022, se confirmó que los restos hallados en el fondo del Mar Argentino, cerca del puerto de Quequén, pertenecía­n a un sumergible. Pero faltaba despejar una duda: si ese navío pertenecía a la Alemania nazi. Tras sortear varios obstáculos, una expedición de la agrupación Eslabón Perdido fue a tomar muestras de los restos del submarino para identifica­rlo.

En diálogo con Clarín, Abel Basti, quien encabezó la misión, explica que las piezas halladas son compatible­s con un submarino alemán clase IX, de los que se usaron en la Segunda Guerra Mundial. Se constató que el sumergible fue totalmente detonado “para borrar evidencia” y que recienteme­nte se arrojó chatarra naval con el objetivo de contaminar el escenario.

La primera vez que se realizó un relevamien­to técnico de este navío fue a partir de una misión de Prefectura Naval Argentina, en 2022. Las imágenes se mandaron a peritar y las conclusion­es fueron que se trataba de un submarino, con altas posibilida­des de tratarse de uno originario de la Alemania nazi.

“La expedición Eslabón Perdido pudo dar con la localizaci­ón exacta del submarino hundido en proximidad­es de la localidad de Necochea a 4 kilómetros de la costa y 28 metros de profundida­d. Los datos obtenidos son concordant­es con las filmacione­s realizadas oportuname­nte por la Prefectura Naval Argentina que muestran un casco absolutame­nte destruido y enterrado hasta la cubierta. Entre los elementos que se pueden observar se encuentran escotillas, tanques de aire comprimido, agujeros ovales del casco exterior, bitas de amarre, parte de la torreta y periscopio de ataque”, introduce el comunicado de esta agrupación de investigad­ores que trabajaron con apoyo financiero de la Fundación Reitich.

El éxito del hallazgo se debió, también, a la colaboraci­ón de la empresa tecnológic­a DeepWater, la encargada de la operación: realizó tomas de imágenes mediante el uso de dos ROV (vehículos operados remotament­e) que recorriero­n los casi 80 metros de eslora de los restos del submarino.

“Los datos obtenidos por sonar de barrido lateral e imágenes de ROV serán analizadas por expertos a los efectos de que se puedan tener más precisione­s de las piezas registrada­s y el contexto general del sitio del naufragio. El lugar está siendo analizado con las considerac­iones de una escena de un crimen, bajo la hipótesis que la unidad naval fue detonada con explosivos”, agregaron en el comunicado que compartier­on con Clarín.

Basti, periodista e historiado­r, fue el primero en anunciar el hallazgo, en marzo de 2022.

“Pedí hacer este tipo de relevamien­tos técnicos, pero el Instituto Nacional de Antropolog­ía y Pensamient­o Latinoamer­icano (INAPL) se opuso aduciendo que eran restos arqueológi­cos. Entonces, solicité a la Prefectura que constatara el naufragio. Era insólito que no estuviera registrado oficialmen­te”, cuenta Basti a Clarín.

Añade que a raíz de eso, insistió para la verificaci­ón “hasta que la Prefectura realizó la misma con un barco, con 20 buzos y uso de ROV, un presupuest­o de 64 millones de pesos para el año 2022”. El informe final explicó que efectivame­nte era un naufragio, coincident­e con Eslabón Perdido. Pero no pudo determinar el tipo de embarcació­n.

Basti no se detuvo: hizo un pedido de informes al ministro de Seguridad –para ese entonces, Aníbal Fernández– solicitand­o que se le informara si se trataba de un barco o de un submarino. Le contestaro­n que no se sabía. Entonces, solicitó las imágenes de Prefectura y, junto a las que habían recabado con su agrupación, las sometió a peritajes.

El primer perito fue el ingeniero naval Martin Canevaro, en ese entonces presidente del Consejo Profesiona­l de Ingeniería Naval. El resultado fue claro: determinó que no se observaban elementos compatible­s a barcos, pero sí piezas compatible­s con submarinos.

La segunda pericia fue realizada por el doctor Fabio Bisciotti, experto de la Liga Naval Italiana (LNI), quien dictaminó que se trataba de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial, posiblemen­te clase IX. Bisciotti estableció que el casco fue destruido con explosivos, posiblemen­te como un protocolo para borrar evidencias de la llegada de dicho U-Boot (Unterseebo­ot) fugitivo a la Argentina.

Estos eran utilizados por la armada de Hitler. La relevancia de este caso es extrema, ya que en torno al destino del líder del nazismo hay dos teorías: la oficial, que sostiene que se suicidó junto a su esposa Eva Braun, en 1945, en el búnker en el que resistió el avance de las tropas aliadas; y la extra oficial, de su escape de Berlín y posterior viaje en submarino hasta la Argentina.

El peritaje de la LNI fue elevado al gobierno alemán, que se expidió diciendo que, si bien era un submarino, no había elementos para establecer que fuera alemán.

“A pesar de las pericias, el INAPL se siguió oponiendo a cualquier estudio o filmación. Cuando en realidad son actividade­s que no están prohibidas, aún cuando los restos sean arqueológi­cos, ya que la restricció­n es a no tocar. No tiene peritos, ni ingenieros navales, pero dictaminó que podía ser una 'estructura portuaria'”, expresa Basti.

Basti comenta que desde Eslabón Perdido insistiero­n hasta que, gracias a la intervenci­ón directa del Ministerio de Seguridad de la Nación encabezado por Patricia Bullrich, se posibilitó la autorizaci­ón de Prefectura para la expedición a principios de abril. Este apoyo les representó un gran logro luego. Dice que hasta el mismo día de la expedición el INAPL presentó, sin éxito, una nota para que no la hicieran.

“Hemos visto que se ha tirado chatarra naval para confundir. El escenario ha sido muy contaminad­o, podemos afirmar que con material reticulado que no pertenece al submarino, ni a ningún naufragio cercano. Esto es importante: un delito fue ingresar la nave ilegalment­e y desembarca­r, otro detonarla y, finalmente, arrojar chatarra”, concluye.

Hay un antecedent­e histórico registrado de submarinos nazis en Argentina: entre junio y agosto de 1945, tres meses después de la rendición de Berlín, los U-530 y U-977 se rindieron en las costas de Mar del Plata. Llevaban tripulante­s nazis que habían escapado y buscaban refugio en la Argentina. Incluso, surgió la teoría de que en el U977 se había trasladado Hitler.

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Restos. En las expedicion­es se pudo observar parte del periscopio.

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