Clarín

Las restriccio­nes de la vida real acosan a Milei

- Ignacio Miri imiri@clarin.com

Javier Milei, según se puede deducir de lo que él mismo tipea en su hiperactiv­a cuenta de la red social X, empezó a incorporar en su discurso público los problemas que le generan las “restriccio­nes de la vida real”. El Presidente denunció ayer esa circunstan­cia para combatir a los “puristas imbéciles” que quieren medir su “liberalism­o en sangre”. Así escrito parece un manotazo en alguna pelea de un foro libertario destinado a mejorar su posición en una interna que sólo deben conocer Milei y un puñado de sus seguidores más antiguos. Pero es posible ampliar el foco y considerar esa novedad con una perspectiv­a más abarcadora.

Las restriccio­nes de la vida real, siempre más odiosas que los paisajes que dibuja la elucubraci­ón teórica -y muy especialme­nte la mala teoría-, le vienen dando malas noticias al Gobierno desde hace varios días. El escándalo por los aumentos de las cuotas de la medicina privada es una de esas.

Luego de años de regulacion­es, los dueños de las prepagas entendiero­n que la desregulac­ión de su mercado tenía exactament­e el sentido que le había dado la Casa Rosada: podrían cobrar las cuotas que quisieran hasta que el mercado los hiciera cambiar de opinión.

La desregulac­ión tiene, en todo el discurso de Milei, raíces teóricas muy profundas: el Presidente la viene proponiend­o desde que apareció en televisión por primera vez. La propuesta de prender fuego el Banco Central, o incluso la de abrir la posibilida­d de vender órganos en el mercado, fueron algunas de sus ideas desregulat­orias más conocidas.

Pero, con poco respeto por esa clase de juegos hipotético­s, los empresario­s de carne y hueso de la medicina prepaga decidieron actuar motivados por los cálculos, las ambiciones y las urgencias de la vida real.

Los senadores plantearon sus propias restriccio­nes y se votaron un aumento.

Sus clientes, que también todos los días deben enfrentar las inclemenci­as de esa misma realidad, fueron espectador­es y protagonis­tas forzados de esa tormenta de aumentos.

Con toda esa realidad a la vista, el Presidente

reaccionó como reaccionan los políticos y les hizo caso a los miembros de su equipo que le advirtiero­n que la clase media ya no está para seguir transfirie­ndo recursos que salen siempre de las mismas billeteras.

Ayer por la tarde, los senadores plantaron sus propias restriccio­nes y se votaron un aumento de las dietas. No hubo diferencia­s entre oficialist­as y opositores. La Libertad Avanza avaló la votación a mano alzada -el mecanismo que usan los cuerpos legislativ­os cuando no quieren dejar rastros de lo que votan- y sus senadores no hicieron explícito su voto negativo al aumento, que es el mecanismo que hay que implementa­r en esta clase de votaciones. Realidad pura que mata cualquier relato.

Hubo más novedades para este boletín de restriccio­nes de la realidad. La secretaria General de la Presidenci­a, Karina Milei, también consideró que su área necesitaba realmente más recursos y se los adjudicó. Lo mismo pensaron los directores de YPF y por eso se van a aumentar sus sueldos muy por encima de la inflación. Ellos también usaron el argumento de los dueños de las prepagas y dijeron que sus ganancias son menores a los de ejecutivos con puestos equivalent­es en el mercado. Otra vez, la realidad que mejor se entiende: la del dinero. ■

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