Piden en EE.UU. prohibir el ingreso de vehículos eléctricos de China
Lo reclaman legisladores de distritos con automotrices. Consideran que compiten con ayudas del Estado chino.
En Estados Unidos, incluso entre aliados políticos de la Casa Blanca, crece una fuerte presión para que el gobierno de Joe Biden avance a una prohibición para el ingreso de vehículos eléctricos elaborados por China.
La medida, altamente proteccionista, se defiende con el argumento de que el Estado chino está involucrado de diversas formas en esa producción a través de subsidios u otros beneficios a sus fabricantes.
El presidente del Comité Bancario del Senado, el influyente senador demócrata Sherrod Brown, sostuvo, en ese sentido, que “los vehículos eléctricos chinos son una amenaza existencial para la industria automovilística estadounidense”.
Sus comentarios son los más fuertes hasta ahora de cualquier legislador estadounidense sobre el tema, mientras que otros han pedido aranceles elevados para mantener a los vehículos eléctricos (EV) chinos fuera del país. Pero con esos límites. La prohibición es una novedad que indica el nivel del enfrentamiento comercial.
Este año se iniciaron investigación para determinar si efectivamente esos automóviles representaban un riego para la seguridad nacional (económica).
Si un bien es producido con subsidios o ayuda estatal por un competidor para imponerse de ese modo en el mercado, se legitima la defensa con estructuras arancelarias o medidas más graves, sostienen los analistas.
“No podemos permitir que China lleve sus manipulaciones industriales al sector automovilístico estadounidense”, afirmó Brown, un legislador veterano en la cámara que cuenta c on mayoría oficialista y que representa a Ohio, Estado con terminales automotrices norteamericanas muy influyentes en el formato del negocio.
Brown además acentúa la disputa debido a que busca ganar un cuarto mandato en su escaño en las elecciones de noviembre en las cuales el presidente Joe Biden intentara su reelección.
El mandatario profundizó las duras políticas arancelarias contra China que inauguró su antecesor Donald Trump. En febrero, a tono con su correligionario Brown, sostuvo que las políticas de China “podrían inundar nuestro mercado con sus vehículos, planteando riesgos para nuestra seguridad nacional” y que “no permitiría que eso sucediera bajo mi mandato”.
Existe un argumento un tanto exótico que Washington podría utilizar para imponer restricción a los vehículos del gigante asiático. Se ha sostenido que la tecnología de los automóviles podría “recopilar grandes cantidades de datos sensibles sobre sus conductores y pasajeros”, dijo la Casa Blanca. Advirtió que los automóviles que están conectados a Internet “utilizan regularmente sus cámaras y sensores para registrar información detallada sobre la infraestructura estadounidense; interactúan directamente con la infraestructura crítica; y pueden ser pilotados o desactivados de forma remota”.
Un analista del sector señaló que “de ese modo se elabora algún pretexto de seguridad nacional”, que pueda ser esgrimido.
El mismo argumento se ha ejercido para atacar la expansión de la telefonía celular china que llegó a competir mano a mano con los productos norteamericanos.
El problema con los automóviles es que su precio podría derrotar a los locales. China es el mayor productor de automóviles del mundo y compite con Japón por ser el mayor exportador de los vehículos.
Un informe de la BBC dijo que, sin embargo, el número de automóviles chinos en Estados Unidos es por ahora extremadamente bajo, ya que este país impone actualmente un arancel del 27,5% a estos vehículos.
La jefa de la cartera de Economía del gabinete de Biden, la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, señaló en un viaje en China, que Washington esta decidido a evitar que se repita el llamado “shock de China” de principios de la década de 2000, cuando las importaciones chinas inundaron el país, recuerda la cadena británica.
En respuesta, el viceministro de Finanzas de la República Popular, Liao Min, expresó “grave preocupación” por las restricciones que Estados Unidos ha impuesto al comercio y la inversión. Liao dijo que las ventajas competitivas de China se deben a su “mercado a gran escala, su completo sistema industrial y sus abundantes recursos humanos” y negó que fuera por maniobras estatales.
Las dos economías más grandes del mundo son en extremo interdependientes, pero también sujetos de una guerra comercial desde 2018, cuando Trump impuso aranceles a más de 360.000 millones de dólares de productos chinos.
Beijing también atacó con aranceles pero en un volumen mucho menor, cercano a los 110 mil millones de dólares en productos provenientes de Estados Unidos.w
También denuncian que las cámaras de los autos pueden actuar como “espías”.