“Si la cultura se va muriendo, el país también se muere”
Diálogo con Luciana Lamothe, tras la apertura del pabellón argentino.
Luciana Lamothe disfruta su gran momento en la 60º Bienal de Arte de Venecia. Con la presencia del encargado de negocios del consulado argentino en Milán, Alejandro Luppino, y la ausencia de autoridades nacionales, algo bastante inusual pues la Cancillería elige el proyecto y al artista que representa al país en esta gran vidriera del arte contemporáneo, se inauguró en el pabellón argentino la instalación site specific Ojalá se derrumben las puertas, con gran presencia de público.
La curadora Sofía Dourron no se olvidó de nadie en los agradecimientos. Primero fue a los colegas propios y de Luciana, por el apoyo recibido a lo largo de los meses de trabajo.
“Gracias a ellos nos hemos convertido en la artista y la curadora que somos hoy”. De inmediato extendió el agradecimiento a la Cancillería “por haber sostenido este envío en circunstancias tan complejas para nuestro país”, y subrayó que el apoyo no es solo a una artista sino a “toda una comunidad de artistas”, con lo que coincidió con la idea expuesta por Lamothe.
Dourron tuvo también palabras positivas al rescatar el “esfuerzo descomunal que hizo la Dirección de Asuntos Culturales -a cargo de la diplomática de carrera Alejandra Pecoraro-, para que todos podamos estar hoy aquí”.
Sobre Ojalá se derrumben las puertas, puso de relieve: “Esta obra es el resultado de 20 años de trayectoria, aparecen elementos, técnicas, materiales nuevos, pero todo surge de años de una larga historia de trabajo e investigación, que
fue pensada y construida para este pabellón”.
Luciana Lamothe trabaja con materiales que recicla, recupera y resignifica en todas sus propuestas. La instalación creada para esta edición impresiona y destaca por su belleza y magnitud. Maderas quemadas insertadas en caños, todos materiales con los que la artista crea esculturas que definen su estilo. Terminada la presentación, la artista contestó preguntas de
Clarín Cultura.
“En el proyecto original hubo una planificación del uso de distintos tipos de madera, pero luego el proyecto creció y a lo largo de cuatro meses de trabajo. Fuimos descubriendo nuevas ideas y pude realizar hallazgos que enriquecieron mi trabajo y volcarlos en la obra”.
-Habías elegido un tipo de madera aquí en Italia, el faggio, que luego reemplazaste por abedul por razones de costo. ¿Influyó ese cambio?
-La idea de trabajar con distintos tipos de madera ya estaba de antemano; sabíamos que íbamos a reciclar madera de otras obras de bienales pasadas. Fue interesante, sacamos maderas de bosques cercanos de Venecia y Eslovenia, que queda a apenas 200 kilómetros de acá. Conseguimos maderas del pabellón de Alemania y fuimos a carpinterías de góndolas, encontramos un bote abandonado cerca de Venecia, tablas de fenólico, que no es solo madera sino que lleva pegamento y elementos sintéticos. Comprobamos que esas piezas se comportan de manera muy distinta de las ramas. Esos encuentros entre los materiales -metal y maderageneran mucho contraste y tensión; son cosas que me interesaba mostrar. Además, tuve interés en crear un espacio abierto y fluido; se puede elegir la manera de recorrerlo.
-¿Cómo viste el espacio argentino en el contexto de esta feria, respecto de demás pabellones?
-Todavía no pude recorrer nada de la bienal y lo poco que vi fue muy por arriba. Estos días estoy quedándome en el pabellón recibiendo a los visitantes. Tuve mucha devolución, veo a la gente entusiasmada con el proyecto y estoy tranquila. Fue un esfuerzo enorme. Debido a la situación tan delicada que estamos viviendo en la Argentina, hubo momentos de duda, teníamos incertidumbre de que se cumpliera con el envío. Yo espero que en algún momento todo se normalice y el Estado pueda darse cuenta de que debe seguir apoyando a la cultura en todas las áreas. Es necesario que comprendan que los artistas deben poder seguir desarrollándose adentro del país y también afuera, porque tenemos figuras tan geniales que es un contrasentido no tener el apoyo. Si la cultura se va muriendo, el país también se muere. Por suerte, esto fue un buen indicio de que no todo está perdido. ■