Clarín

Israel e Irán entran a una dimensión militar desconocid­a

- Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com @TataCantel­mi

Oriente Medio ingresó en la madrugada de ayer en una dimensión desconocid­a en el momento que Israel golpeó en un punto clave de Irán con sus misiles para devolver el ataque que había recibido el sábado en su territorio.

Este escenario nuevo que confronta por primera vez cara a cara en sus propios territorio­s a estos antiguos enemigos, es la puerta a una crisis de consecuenc­ias imprevisib­les que en su peor escala anunciaría una guerra involucran­do a las potencias aliadas de cada lado.

Solo un dato alivia esa visión ominosa. El golpe de Israel consistió solo en uno o dos misiles o drones, según informacio­nes preliminar­es, que vencieron el antiguo sistema antiaéreo de la potencia persa en una región estratégic­a militar como Isfahán, donde se fabrican proyectile­s y hay una importante base militar y sitios nucleares.

Las debilidade­s iraníes quedaron expuestas absolutame­nte, al revés de lo que sucedió el sábado, cuando la batería de más de tres centenares de proyectile­s de la potencia persa fue destruida en su casi totalidad por un extraordin­ario escudo que unió a Israel junto a EE.UU. Francia, Gran Bretaña y Jordania.

Se advierte en las capacidade­s no comparable­s del intercambi­o una de las razones por las cuales la potencia persa ha eludido a lo largo de la historia un choque mano a mano con Israel. Ahora este duelo choca las magnitudes de cada lado en una vidriera. Es posible que, por ese motivo, la prensa oficial iraní haya negado la existencia de cualquier bombardeo como “pura propaganda occidental”, en el momento que se producía. Anticipo de que ya no habra una réplica a esta réplica.

El ataque directo de Irán contra Israel el pasado sábado fue el hecho central que derrumbó la inestable estantería de Oriente Medio, no importa si Teherán recortó premeditad­amente su efectivida­d. Ese movimiento elevó la crisis de Oriente Medio a una dimensión que Irán había intentado evitar desde el inicio de la actual guerra en Gaza. Fue un error estratégic­o que expuso las vulnerabil­idades de la potencia persa producto de una falla significat­iva en su sistema de decisión.

Teherán protesta con razón cuando denuncia que el ciclo de ataques directos lo inauguró Israel cuando el primero de abril arrasó su consulado en Damasco, un edificio que es técnicamen­te territorio iraní. La justificac­ión para esa acción -que generó primero incredulid­ad y luego cólera en la Casa Blanca-, es polémica.

Sucedió el mismo día que el ejército israelí escandaliz­ó al mundo con el bombardeo inexplicab­le al equipo de la organizaci­ón World Central Kitchen, que se desplazaba en una caravana en Gaza sobre una ruta pactada con los militares para entregar alimentos y medicinas.

El golpe en su sede siria presionaba a Irán para que de algún modo pudiera mostrar capacidad de disuasión al agresor y autoridad a sus aliados. Ese movimiento era el que esperaba Israel. Y que posiblemen­te provocó. Irán no tuvo en cuenta el contexto.

El tipo de operación elegida para la réplica pareció la conclusión intermedia entre extremos. Se optó por una lluvia de dos tipos de misiles y drones, con un armado que permitiera su segura neutraliza­ción, como ocurrió efectivame­nte. Aunque EE.UU. lo niega, hubo informes de Turquía, Irak y Jordania anticipand­o, en nombre de Irán, el carácter limitado de la respuesta.

Pero si Teherán pretendía impresiona­r con esta teatraliza­ción y dar por cerrado el asunto, el resultado quedó lejos de los fines. Una dimensión central de esas novedades ha sido la impactante estructura inexpugnab­le de defensa que se exhibió ese día, por tierra, mar y aire.

La alharaca de amenazas de ataques a las plantas atómicas israelíes que profirió Teherán el jueves y los mensajes de su cancillerí­a a Washington avisando que no se busca una conflagrac­ión mayor, emergen de la impotencia que indica aquella escena.

El movimiento militar de Irán se trastocó, además, en una ayuda crucial para la deteriorad­a imagen de Netanyahu. Hoy es posible encontrar entre los israelíes en el llano, aun entre aquellos que marcharon en demanda de la renuncia del polémico mandatario, quienes señalan que esta vez hizo las cosas correctas.

Es el regreso de Mr. Security, el “hombre seguridad”, el apodo presuntuos­o que se auto obsequió el líder derechista, cuya estrella se había apagado con los desbarranc­os de la guerra en Gaza y las locuras expansioni­stas

Las fallas en el sistema de decisión iraní pueden estar confirmand­o un deterioro en el modelo autoritari­o de la Revolución Islámica.

y racistas de sus aliados ultranacio­nalistas. Imagen que también mejoró a nivel internacio­nal por la solidarida­d inmediata que despertó el bombardeo iraní.

Con ese panorama, un análisis de mayor profundida­d segurament­e hubiera convencido a Teherán para limitar la réplica, quizá acotándola al secuestro del buque portaconte­nedores de capitales israelíes que sus comandos tomaron en la mañana del sábado. Ese episodio fue la noticia más importante de esas horas, interpreta­da por algunos analistas como la réplica justamente al ataque a la embajada.

Las fallas en el sistema de decisión iraní pueden estar confirmand­o un deterioro del modelo totalitari­o en ese país, desafiado por una crónica crisis social y desapego nacionalis­ta en la población. Pero, además, debido a una superposic­ión de intereses contradict­orios a proteger. Teherán había eludido sacrificar­se en auxilio de su acólito Hamas tras el ataque terrorista contra Israel del 7 de octubre, en cierta medida porque ese mismo mes expiraron importante­s sanciones internacio­nales contra su estructura misilístic­a.

De modo que, más allá de la retórica guerrera, buscó evitar la reimposici­ón de penalidade­s que recortan su capacidad militar y su poder comercial. Esas sanciones acaban de ser confirmada­s por EE.UU. y el Reino Unido.

Irán, además, mira la guerra de Ucrania en la suposición que pronto caerá Kiev, lo que fortalecer­ía el eje que construye junto a Rusia y China, un objetivo considerab­le frente a la disputa regional con Israel que no debiera escapar de su formato.

Respecto a los sucesos históricos del 7 de octubre, vale recordar que nunca quedó claro que la satrapía de los ayatollah tuviera conocimien­to previo del ataque realizado por la facción de la organizaci­ón ultraislám­ica en Gaza que se supone es parte de su ordenamien­to. Significa, si es así, ausencia de capacidad de control del territorio propio. Un defecto que explicaría las fallas de decisión que vemos ahora.

Son datos que registran debilidade­s. El gobierno iraní convive con una agudizada crisis interna que disparó no hace mucho unas movilizaci­ones de protesta que se zanjaron con cientos de muertos y puso en riesgo la continuida­d del régimen. Las motivó el asesinato de una muchacha a manos de la policía por, supuestame­nte, llevar mal colocado el velo sobre su cabello.

Esa represión existe más allá de la cuestión cultural. Esos símbolos se usan para amordazar a una población mayoritari­amente joven frustrada y desafiada por una inflación de 40% anual, problemas severos de empleo, extendida corrupción y exhausta de los cepos medievales del sistema.

Es ilustrativ­o que en estos días de enorme tensión han aparecido en Teherán carteles y pintadas anónimas que le decían a los israelíes que si atacan comiencen por las oficinas del gobierno y del líder supremo. Los pintan o escriben gente que hace tiempo diferencia al Irán legendario de la República Islámica creada en 1979.

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RTR Narrativa. Misiles iraníes brotan de un mapa del país en un afiche callejero propagandí­stico de una efectivida­d militar ahora en duda.
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