Clarín

Aníbal Fernández pone abogados en el caso Nisman

- Héctor Gambini hgambini@clarin.com

La causa que investiga el asesinato del fiscal Alberto Nisman (18 de enero de 2015) tiene varias derivacion­es en tribunales. Una de ellas es la que analiza las acciones que se tomaron para entorpecer y desviar la investigac­ión que encabezaba la fiscal Viviana Fein.

En este expediente conexo se investigan hechos derivados del poder político (funcionari­os de Cristina Kirchner), de la SIDE (su director era Oscar Parrilli) y de la Procuració­n General de la Nación, entonces a cargo de Alejandra Gils Carbó.

Las acciones investigad­as tenían tres objetivos: desprestig­iar a Nisman inmediatam­ente después de muerto, instalar rápido la idea de que se había suicidado y vigilar a la fiscal Fein para estar alertas sobre cualquier cambio de rumbo que pudiera afectar al gobierno de Cristina.

Están bajo la lupa ocho personas, entre ellas Parrilli, Gils Carbó y el área de comunicaci­ón de su gestión, el ex jefe del Ejército y de la inteligenc­ia paralela, César Milani, y el entonces secretario general de la Presidenci­a Aníbal Fernández.

¿Qué pasa con esta causa? Tras oir los testimonio­s de más de 50 espías de la SIDE, el fiscal Taiano le pidió al juez Ercolini informes sobre las comunicaci­ones de los funcionari­os sospechado­s desde un año antes del crimen -cuando Nisman ya investigab­a a Cristina Kirchner por el Pacto con Irán- hasta un año después.

Apenas se libró el oficio a las telefónica­s, hace pocos días, dos abogados se presentaro­n al juzgado pidiendo acceder al expediente y ver los resultados de esos informes, cuando estén concluidos.

Pablo Hawlena Gianotti y Alex Zlatar entraron a la causa en nombre de Aníbal Fernández. Así, Aníbal es el primer funcionari­o de Cristina en poner defensores en el caso que investiga la muerte de Nisman.

El abogado Hawlena Gianotti había defendido a uno de los imputados por los contratos truchos en la Legislatur­a de Entre Ríos, cuyo sospechoso mayor era el secretario del Senado, Juan Pablo Aguilera,

Se investigan las acciones del gobierno de Cristina para desviar el rumbo de la causa.

cuñado del gobernador kirchneris­ta Sergio Urribarri. Un caso calcado al de “Chocolate” en la Legislatur­a bonaerense, pero en Entre Ríos, cuya investigac­ión llegó mucho más lejos que el aletargado caso de La Plata: será elevado a juicio con 32 imputados.

Curiosamen­te, la causa Nisman ya tiene una conexión con Entre Ríos: dos militantes de Urribarri que fueron funcionari­os provincial­es le enviaron al fiscal que investigab­a a Cristina un virus troyano a su celular para tratar de espiarlo. Uno de ellos tenía una clave de la SIDE.

Ahora, mientras el juez espera estos nuevos informes sobre los días en que Nisman apareció muerto, Aníbal ya está adentro del expediente. En Comodoro Py causó sorpresa la velocidad de la presentaci­ón: nadie sabe cómo, pero Fernández supo de inmediato que analizaría­n sus llamadas y mandó a sus abogados. Es su derecho.

Tras ser elegido senador en 2011, Aníbal Fernández había regresado al gobierno de Cristina el 18 de diciembre de 2014. Dijo entonces que lo convocaban “por ser un wing izquierdo habilidoso”.

Al mes de asumir, un incendio en la Casa Rosada borró todos los registros de entradas y salidas de la época en que se negociaba el Pacto con Irán. Como no hubo denuncia judicial, las causas del incendio no se investigar­on. La seguridad del edificio estaba a cargo de un militar de Milani que dependía de Aníbal.

El gerente de la empresa que proveía el software y nunca reconstruy­ó el material perdido era Carlos Martinange­li, amigo de Aníbal y compañero de gestión en la comisión directiva del club Quilmes.

Sólo 30 horas después de aquel incendio -que el gobierno mantuvo oculto durante meses-, Nisman fue hallado en su departamen­to con un tiro en la cabeza.

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