Violencia e ideas enrevesadas: contra el espectador también
Bastante compleja, para ser una película de acción y de venganza, es Contra todos, en la que Bill Skarsgård (Pennywise, el payaso maldito de It, de Andy Muschietti) es el protagonista bueno. Bueno, es bueno hasta que empezamos a ver otros aspectos de su vida más desarrollada la proyección.
Boy Kills World (Niño mata al mundo sería la traducción más o menos literal) tiene tanta violencia como ideas enrevesadas.
Boy (Bill Skarsgård) jura venganza después de que su familia sea asesinada por Hilda Van Der Koy (Famke Janssen, ex chica James Bond en GoldenEye, y vista en la saga de X-Men, hoy de 59 años), una suerte de matriarca y dictadora de una dinastía post-apocalíptica. Boy, cuando era precisamente un niño, iba con su hermanita a jugar un videojuego. Pero cuando asesinan a su familia, queda huérfano, y es entrenado por un misterioso chamán para la venganza.
La trama es mucho más compleja que esto, con el niño luego joven y al final adulto Boy sordo y mudo, que no la pasa nada bien en sus primeros entrenamientos con el chamán, hasta que finalmente tenga la oportunidad de dejar la jungla y enfrentar a los miembros de la familia Van Der Koy en una cita anual en la que se sacrifica a miembros del pueblo.
Y es más complicado porque Boy discute con el que sería el fantasma de su hermana, a la vez que se une a un grupo de disidentes rebeldes, tras una escena de violencia y derramamiento de sangre desproporcionada (hasta salpica el lente de una de las cámaras).
Moritz Mohr, no sabemos si le puso más énfasis al morbo de lo que estaba en el guion original a la hora del rodaje, pero al director alemán nadie le marcó un límite. Y a medida de que avanza la trama, la confusión corre pareja con qué paperfecto, só con la familia de Boy, y de dónde surge el chamán que lo entrena.
El guion mecha con momentos humorísticos, más que nada verbales, tal vez para aflojar la tensión de las escenas de violencia. La mayor parte salen de la boca del actor Brett Gelman, de Stranger Things y Mad Men. Bill Skarsgård, entre tanto caos, no desentona, peor tampoco es que su personaje haya sido pensado y construido con más capas que la única que lo promueve: la de la venganza.
Uno de los ocho productores del filme es el mismísimo Sam Raimi, quien además de haber dirigido la primera saga de Spider-Man es muy adicto al cine de terror. Contra todos no tiene ni el espíritu de aventura de las películas del Hombre Araña ni el suspenso y los golpes de efectos propios del género de horror.
Lo dicho: le han dado manos libres al director Moritz Mohr y el caos es lo que prima en la pantalla del cine.w