Clarín

“Chucky” Alaniz, por la revancha: “Quiero lo que me sacaron”

Esta noche peleará por tres títulos mosca contra Marlen Esparza, quien en octubre le ganó un combate en un fallo que para la argentina “fue un robo”.

- lgonzalez@clarin.com

Revancha. La palabra rebota desde hace más de nueve meses en la cabeza de Celeste Alaniz. Esa combinació­n de ocho letras se ha convertido en el combustibl­e que motorizó su paciente y tenaz trabajo.

La hora del desquite llegará hoy, cuando enfrentará a la estadounid­ense Marlen Esparza en el Save Mart Center de Fresno, California (TyC Sports, desde las 22.30).

Se pondrán en juego tres títulos

de peso mosca: los de la Asociación, el Consejo y la Organizaci­ón Mundial de Boxeo. Pero lo increíble es que Esparza fue despojada ayer de esos cetros y será multada.

¿Qué sucedió? En la tradiciona­l ceremonia del pesaje, Alaniz sorteó sin inconvenie­nte el límite de la categoría establecid­o en 50,802 kilos: dio 50,440. No tuvo la misma disciplina nutriciona­l su rival, quien en el primer intento registró 51,900 kilos y más tarde se quedó en 51,710 kilos. ¿Qué significa esto? Alaniz podrá ser tricampeon­a del mundo si le gana el combate a la pupila de Oscar de la Hoya. Si empata o si pierde, los títulos quedarán vacantes.

Chucky no recurre a eufemismos para definir lo que sucedió el 8 de julio pasado en la primera contienda ante Esparza en San Antonio: “Fue un robo, sin dudas”.

Aquella noche, la pugilista del Barrio Rivadavia de Merlo, quien era campeona de las 112 libras de la OMB, enfrentó en un duelo de unificació­n a la estadounid­ense de familia mexicana, propietari­a de los cinturones de la AMB y del CMB.

Con un boxeo agresivo, veloz e intenso, la argentina fue, a ojos de la mayoría de los especialis­tas, superior en el balance de los 10 asaltos. Sin embargo, los tres jueces estadounid­enses hicieron una evaluación distinta: Javier Álvarez (99-91) y Esther López (97-93) le dieron la victoria a la local y Lisa Giampa sentenció empate (95-95). Los silbidos del público tan texano como Esparza fueron elocuentes.

“Estaba segura de que me iban a levantar el brazo. Cuando escuché su nombre, se me vino todo abajo. Se escuchó el abucheo del público. Cuando bajé del ring, la gente se acercaba, me saludaba, me pedía fotos, me decía que la pelea había sido un robo. Eso me dejó más

tranquila”, recuerda Alaniz, que aquella jornada perdió su invicto de 14 combates profesiona­les.

La posibilida­d del desquite empezó a tejerse la misma noche de esa dolorosa caída a partir del trabajo de Georgina Rivero, promotora de Alaniz. “Celeste se cambió, fuimos a comer una pizza y mientras todos comían, yo me puse los anteojos y empecé. Les escribí a los tres Comités de Campeonato­s Mundiales (de la AMB, el CMB y la OMB) y pedí revisión del fallo y revancha inmediata”, explica Rivero, reconocida en octubre por la OMB como la promotora latina del año.

El 4 de agosto la OMB ordenó la

revancha directa en un plazo no mayor a 90 días, algo sumamente infrecuent­e. Pero Golden Boy Promotions intentó eludir el desquite y procuró una unificació­n con la estadounid­ense Gabriela Fundora, campeona de la Federación Internacio­nal de Boxeo. Hasta que en diciembre los organismos, por iniciativa del equipo de Alaniz, intimaron a los manejadore­s de Esparza a acordar la revancha.

La primera fecha era el 16 de marzo y la sede, el Hotel Cosmopolit­an de Las Vegas. Sin embargo, proble

mas en la gestión para la obtención de la visa de la argentina truncaron esa posibilida­d y estiraron seis semanas más la espera, que llegará hoy a su fin. “Volví a entrenarme como si nada porque tengo muy claro lo que quiero y nada me iba a

afectar”, explica.

A Alaniz la apoyan una nutricioni­sta, una psicóloga (“Me ayudó a llevar estos meses con tranquilid­ad y paciencia, con los pies sobre la Tierra”, asegura) y dos pilares fundamenta­les, hijo y padre: Leandro Ledesma, su entrenador, y Julio César Ledesma, el guía de su carrera. “Gracias a ellos llegué donde estoy”, elogia a los hombres que la acompañan desde que pisó por primera vez un gimnasio hace 12 años.

Entonces Alaniz tenía 15 y ya portaba el apodo que aún la acompaña y que alude al muñeco de la saga de películas de terror Child's

Play cuyo cuerpo es invadido por el alma del asesino serial Charles Lee Ray. “Mi mamá (María Angélica) me puso Chucky cuando era

bebé porque era terrible. Cuando empecé a gatear, ya empecé a hacer macanas. Y me quedó”, explica. En la adolescenc­ia, Leonardo, su padre, le presentó el deporte. “Yo era muy provocador­a. Me peleaba en la calle y en la escuela, y hacía sufrir a mi mamá, que vivía renegando porque todos iban a hablarle con quejas. Un día mi papá me sentó y me preguntó: 'Ya que te gusta pelear, ¿te gustaría empezar boxeo?'”, rememora.

“Cuando entré al gimnasio, miré las bolsas, me puse los guantes y enseguida me enamoré del boxeo. En ese momento nació este sueño. Y además mi papá no se equivocó porque nunca volví a pelearme en la calle o en el colegio”, resalta.

Cuando Alaniz empezó a boxear, ya era madre de Jazmín, que hoy tiene 12 años y la acompañó durante casi toda su carrera. Con el apoyo de su familia, la maternidad, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en un estímulo. “Soñaba con ser campeona mundial y pensaba que con el boxeo podía cambiar mi vida y la de mi hija. Y eso es lo que estoy logrando”, sostiene quien en sus primeros combates evitaba llevar a Jazmín por temor a que su llanto la desenfocar­a

Era observada como una esperanza para el pugilismo argentino cuando debutó como rentada en el estadio de la Federación Argentina de Boxeo en mayo de 2018 y superó a María Elizabeth Sánchez. En febrero de 2020, en su séptima contienda profesiona­l, ganó el título nacional mosca al noquear a Anyelen Espinosa en Lanús. Ya en tándem con OR Promotions, alcanzó el campeonato mundial de la OMB en junio de 2022 con otra definición categórica ante Tamara Demarco en Merlo.

“Ahora tengo en la cabeza recuperar lo que es mío -avisa-. Esta revancha era lo que más esperaba, lo único que tenía en la cabeza”.

-Cómo se hace para minimizar el riesgo de que se repita un fallo como el de la primera pelea?

-Todo se verá sobre el ring, pero no creo que quieran equivocars­e de nuevo porque tuvo mucha repercusió­n. Espero que esta vez sean más coherentes. Voy a hacer todo para que las cosas sean más claras que esa noche. Está en los planes que aparezca la mano de nocaut. Ella ya me sintió la mano y yo ya sé que ella no pega nada, aunque boxea y tiene otros recursos.

Una victoria ante Esparza le daría al boxeo femenino nacional una alegría. El país consagró a 35 campeonas en las últimas dos décadas, pero hoy solo cuenta con dos: la porteña Clara Lescurat (supermosca de la AMB) y la villagalve­nse Evelin Bermúdez (minimosca de la OMB y la FIB).

“Quiero recuperar lo que me sacaron. No estoy sola: mucha gente va a subir conmigo a buscar esos cinturones. Es por mí, por lo que me hicieron en la primera pelea y por esa gente”, enfatiza Alaniz, para quien estos nueve meses estuvieron marcados por esa palabra que hoy mutará en hecho: revancha.

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JUANO TESONE Tal para cual. “Mi mamá me puso Chucky de bebé porque era terrible”, explica Celeste Alaniz.

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