Clarín

La diáspora del radicalism­o que es funcional a Milei

- Walter Schmidt wschmidt@clarin.com

Qué haría Raúl Alfonsín si tuviera de un lado a Milei y del otro a Cristina Kirchner”, se pregunta un referente radical. Cree que estaría alejado de ambos, y promovería una tercera posición. Pero una cosa es si el que conduce es Alfonsín, y otra muy distinta la que ocurre hoy: la UCR no tiene liderazgos.

Algunos observan una situación similar a la que ocurrió tras el fracaso de la Alianza UCR-Frepaso. En el 2003, Leopoldo Moreau fue el candidato y sacó un lastimoso 2,3%. La crisis duró varios años.

Quienes apuntan a Gerardo Morales y a su sucesor, Martín Lousteau, como responsabl­es de la diáspora, afirman que empezó un año antes de la catástrofe de Juntos por el Cambio. Cuando Morales acordó la estrategia Horacio Rodríguez Larreta presidente, Lousteau jefe de Gobierno porteño y él, en un lugar relevante en un eventual Gabinete nacional.

Hubo dirigentes que quedaron afuera. Algunos se cobijaron bajo la postulació­n presidenci­al de Facundo Manes, pero duró poco. Cuando se bajó, algunos cerraron con el larretismo y otros se fueron con Patricia Bullrich.

Pero todos perdieron. El PRO se repuso pronto, pero la UCR quedó diezmada. “El radicalism­o está en un no lugar”, define un dirigente de la vieja guardia.

Morales impulsaría luego a Lousteau como presidente de la UCR, según sus críticos,

Diputados y el Senado muestran las diferencia­s entre los legislador­es radicales a la hora de votar.

con un ánimo revanchist­a contra quienes no lo siguieron. La reacción fue que varios gobernador­es como Alfredo Cornejo (Mendoza) o Gustavo Valdés (Corrientes) no se encolumnar­an nunca detrás de la conducción partidaria.

A dos meses de asumir Lousteau, un episodio lo reflejó. Valdés fue a recibir al aeropuerto a Milei que iba a un evento en su provincia pero que no le había avisado y venía criticando duro a la oposición. Esa foto generó malestar en el partido y en otros mandatario­s provincial­es. “Me importa tres carajos lo que piense Lousteau. Era ministro de Economía de Cristina Kirchner, a mí no me va a marcar la cancha dentro del radicalism­o”, lanzó. Era sólo una muestra de lo que vendría después.

Los dirigentes cercanos a Lousteau sostienen que “a los caciques provincial­es les conviene no tener una identidad nacional, así pueden negociar sin problemas. Por eso los gobernador­es no quieren liderazgos, en especial de los centros urbanos”.

Podría decirse que hoy hay tres tribus en la UCR. La de los gobernador­es que, según uno de ellos, juntos hacen “política fiscal” más que partidaria por el reclamo de fondos al Gobierno.

Otra es la de Lousteau, aunque Evolución Radical quedó disminuida por diferencia­s con algunos diputados como De Loredo, Martín Tetaz o Alejandro Cacace. Así, cobró protagonis­mo Emiliano Yacobitti, más acostumbra­do desde la UCR porteña y la UBA a enhebrar acuerdos por debajo de la mesa. Como cuando negociaba proyectos con Sergio Massa o dialogaba con Santiago Caputo para descomprim­ir la marcha universita­ria, que terminó siendo multitudin­aria e impactó en el Gobierno.

Y un tercer grupo que se referencia en el senador nacional y titular de la UCR bonaerense, Maximilian­o Abad, con el apoyo de los experiment­ados Ernesto Sanz y Jesús Rodríguez, entre otros dirigentes del Interior.

La atomizació­n radical queda expuesta en el Congreso. La situación es tan inédita que en Diputados y el Senado hubo radicales que acompañaro­n al Gobierno, otros que las rechazaron y algunos que se abstuviero­n.

Ahora está en el foco la votación de la Ley Bases en el Senado. Allí la UCR cuenta con 13 senadores, uno de ellos el presidente del partido, Lousteau, pero no responden a él. Tampoco al jefe de bloque, el correntino Eduardo Vischi, a quien sus pares de bancada cuestionan por no conducir y no haber “puesto la cara” cuando se votó el aumento en las dietas.

“El radicalism­o no tiene una posición orgánica por lo que voy a ejercer el rol de cámara revisora evaluando punto por punto el proyecto. También me gustaría que los gobernador­es vengan al bloque para que nos cuenten que fue lo que acordaron con el gobierno y después de eso voy a tomar de la decisión”, aseguró Abad, que se consolida como uno de los referentes en el Senado. Abad motorizó la convocator­ia ante Vischi y finalmente los cinco gobernador­es radicales Pullaro (Santa Fe), Cornejo (Mendoza), Valdés (Corrientes), Leandro Zdero (Chaco) y Carlos Sadir (Jujuy) estarán aquí el martes por la tarde para reunirse con los legislador­es.

Una encuesta que circula entre radicales afirma que el 80% de su electorado apoya y quiere que le vaya bien al gobierno de Milei. Y la mesa chica del Presidente está muy al tanto de la diáspora de la UCR.

No es casual el sorpresivo elogio de Milei a De Loredo, jefe del bloque de Diputados de la UCR, por su tarea para aprobar la Ley Bases. El oficialism­o ve a Lousteau más cerca de la posición del kirchneris­mo y busca que queden bien definidas dos aguas: un frente liderado por Milei junto un sector del PRO, de los radicales y los peronistas no K; y del otro lado Cristina.

En el radicalism­o no creen que sea descabella­da esa lectura de la Casa Rosada. Saben que las mejores elecciones de la UCR son las legislativ­as porque permiten abrir las listas a extraparti­darios y ganar en legislador­es provincial­es y concejales.

Ponen el caso de Mendoza, donde el gobernador Alfredo Cornejo sabe que su electorado es pro Milei. Para colmo el ministro de Defensa, Luis Petri, -que compitió contra él en internas- va todos los fines de semana a la provincia a hacer política. Por eso Cornejo se acerca al Gobierno.

“No comprendo a los radicales que quieren que a Milei le vaya mal y creen que la alternativ­a podemos ser nosotros. Ese lugar hoy lo ocupa el kirchneris­mo, con Cristina”, afirma Cornejo en una entrevista con Clarín este domingo. Un déjà vu más de la política; el gobernador mendocino fue uno de los artífices de la transversa­lidad -los radicales K- que llevó a Julio Cobos a ser vice de Cristina Kirchner en 2007.

Lo mismo podría pasar con De Loredo en Córdoba, cuya banca vence en 2025. Podría acordar lugares en su lista con La Libertad Avanza. Más difícil será el armado en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, distritos que son la cara visible de lo que queda de un partido nacional.

“Le va a costar mucho al radicalism­o transitar los próximos 2 o 3 años porque no hay un liderazgo unificador”, admite una voz escuchada dentro del partido.

En el oficialism­o radical no creen que haya una disgregaci­ón y estiman que la UCR deberá plantarse en el centro porque de lo contrario los libertario­s buscarán relegarlos en una eventual alianza. Los más escépticos creen que si al Gobierno le va bien, buena parte de la UCR terminará dentro de la coalición con Milei a la cabeza como lo hizo con Juntos por el Cambio. Si Alfonsín viviera... ■

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EMMANUEL FERNANDEZ División. En Diputados quedó reflejada al votar la Ley Bases.
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