Clarín

El último adiós a Menotti: una ceremonia íntima sin llantos y con elogios a un indispensa­ble

Unas 250 personas, entre familiares y figuras del fútbol, despidiero­n al Flaco en el predio de la AFA en Ezeiza, sin el calor de la gente a la que hizo feliz.

- lbottesi@clarin.com Luciano Bottesi

El velatorio de César Luis Menotti tuvo esas cosas lógicas e ilógicas que encierran los reflejos de los vivos frente a la muerte. Su cuerpo fue despedido en el predio del fútbol argentino por antonomasi­a, que ahora lleva el nombre de Lionel Messi y en el que relucen tres estrellas sobre el escudo de la AFA. La del Flaco fue la primera, la fundaciona­l, y la que se construyó sin la comodidad que ofrece ese lugar.

Menotti trascendió a su terruño y sus colores canallas. El último adiós fue en la casa del fútbol argentino, que tiene su status justamente por aquel paso fundamenta­l. Y por los que dio en el último tramo de su vida, en los que, como un sabio, ocupó un espacio en la estructura de la Selección. No en el día a día, sino como fuente consulta de lo intangible.

Por eso no dudó en viajar Lionel Scaloni desde España. La “juventud” presente en el predio fue la del cuerpo técnico, que se completó con Pablo Aimar y Walter Samuel.

El desfile de apellidos dio cuenta del big bang del Mundial 78. Daniel Passarella, Ubaldo Fillol y Daniel Bertoni fueron tres de los primeros campeones que se acercaron para el saludo final. También llegaron “chicos” del juvenil del 1979, con Juan Simón a la cabeza.

Jorge Burruchaga, campeón en 1986, también dijo presente. Hubiese estado Diego Maradona, segurament­e. “Tanto mi hermano como toda la familia quiso muchísimo a César. Estos son días de enorme tristeza”, dijo Lalo Maradona.

Amigos, familia, buena cantidad de dirigentes y futbolista­s que, aún sin haber sido campeones ni dirigidos por el Flaco, profesaban su ideología. Mauro Navas llegó bien temprano y caminó junto al féretro por la tarde. También estuvieron Carlos Navarro Montoya, Carlos Enrique, Néstor Pekerman, Néstor Fabbri, Carlos Babington, Alberto Márcico, Jorge Higuaín, Frank Kudelka, Gustavo Kohan y Salvador Pasini.

A todos los movilizó algo: una vivencia personal, una sintonía con el fútbol o la despedida misma, esa necesidad de estar cuando el otro ya es historia.

La intimidad para la ceremonia fúnebre es incuestion­able. Aunque el despedido fuera el responsabl­e de la felicidad más grande que puede reclamar un hincha, ser campeón del mundo cuando nunca lo había hecho Argentina, no había “gente” dando el último adiós. Aquella huella popular no tuvo ni un ápice del calor del público. No hubo hinchas en la puerta por donde ingresaron algo más de 250 personas, una porción exclusiva en comparació­n a los millones que le dieron a Menotti status de prócer.

Es tan inmenso el personaje como los metros cuadrados sin gente en el Coliseo de Futsal donde habían sido velados Julio Grondona y Alejandro Sabella. Quedó chica la capilla del predio, donde el padre Coco -un sacerdote villero-, ofreció el responso. Ricardo Bochini llegó sobre el final.

El féretro tuvo una camiseta de Rosario Central, una de Huracán y un libro que el periodista Guillermo Blanco escribió sobre la gesta del Mundial juvenil 1979. Fue Claudio Tapia uno de los que llevaba las manijas junto al Pato Fillol y otros. Las palabras que le dedicó el presidente de la AFA, según relataron los presentes, fueron “muy emotivas”.

En la capilla hubo espacio para tres aplausos en menos de 20 minutos. “Si tuviese que agradecer a todos los que compartier­on la vida con él no me alcanzaría­n los 85 años que vivió. Le agradezco al presidente de la AFA, que hizo que mi viejo viviera los últimos años en el lugar que siempre soñó y que segurament­e más quiso, y al cuerpo técnico de la Selección, que le permitió ya con muchos años vivir con jóvenes apasionado­s y volver a estar en lo que siempre soñó”, dijo César Mario Menotti, hijo mayor del Flaco, quien había hablado en la capilla junto a Fillol y Tapia.

No hubo llantos. Los pocos que hablaron ofrecían elogios en lugar de lágrimas. “Se fue un grande de la historia de nuestro fútbol: César fue una gloria”, había dicho horas antes Pekerman.

¿Faltó gente? A juzgar por la capilla desbordada, no. Pero hay nombres que tal vez se pueden apilar en una lista de ausentes. ¿Podría Juan Sebastián Verón haber llegado del otro lado de la grieta bilardismo vs. menottismo? Seguro, pero la otra grieta -la actual, la que lo tiene en el blanco de la AFA por las sociedades anónimas-, no lo animaron a llegar al lugar que tan bien conoce, además de que estaba de viaje en Estados Unidos.

No hubo políticos ni artistas. Menotti fue más que un planteo futbolísti­co y se ocupó de expresar su ideología más allá de la pelota. Las tertulias con hombres del fútbol, el arte y el pensamient­o político lo tuvieron siempre activo.

Pasó la vida. El Flaco Menotti ahora vivirá en las conversaci­ones de las miles de personas que no estuvieron en Ezeiza, pero que lo conocen -por lo menos- desde que en 1978 la AFA pudo bordar su primera estrella.w

 ?? EMMANUEL FERNÁNDEZ ?? Adiós, Flaco. Con Claudio Tapia a la cabeza, amigos y personalid­ades del fútbol despidiero­n a César Luis Menotti en Ezeiza.
EMMANUEL FERNÁNDEZ Adiós, Flaco. Con Claudio Tapia a la cabeza, amigos y personalid­ades del fútbol despidiero­n a César Luis Menotti en Ezeiza.
 ?? ?? Pato y Lalo. Fillol y el hermano de Diego Maradona.
Pato y Lalo. Fillol y el hermano de Diego Maradona.
 ?? FERNÁNDEZ ?? Juntos. Bochini, Larrosa (atrás) e Higuaín.
FERNÁNDEZ Juntos. Bochini, Larrosa (atrás) e Higuaín.

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