Clarín

Macron, Putin y Marc Bloch

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A 79 años de la victoria de las fuerzas aliadas sobre la Alemania nazi, fecha celebrada en estos días, los conflictos que mortifican al mundo actual involucran una disputa por el relato histórico. El presidente francés Emmanuel Macron, en reportaje que fue nota de tapa de The Economist la semana pasada, comparó las amenazas y desafíos que enfrenta Europa con los de los años de entreguerr­as, un siglo atrás. Para Macron las élites europeas están presas hoy de la misma ceguera de entonces. Europa, dice Macron, se enfrenta a un peligro inminente, “las cosas pueden venirse abajo muy rápidament­e”. Y la razón de ello es la guerra de Rusia en Ucrania. Si se llegara a quebrar la resistenci­a de Kiev, advierte el presidente francés, la seguridad e integridad de Europa quedaría expuesta y vulnerable a las apetencias de Putin. Curiosamen­te, Putin también utiliza el mismo recuerdo y acusa a lo que genéricame­nte llama “Occidente” de representa­r a “los herederos modernos de los nazis”.

Acaso en este desgarro de la memoria histórica que se forjó sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial y contribuyó a alumbrar el mundo de posguerra radique la preocupaci­ón que llevó a Macron a recordar en su apelación el testimonio del historiado­r Marc Bloch. En 1940, Bloch escribió el libro La extraña derrota, con la indicación de que no se publicara hasta que Francia se liberara de la ocupación. Por ser judío, tuvo que ocultarse durante el régimen de Vichy, se sumó en 1943 a las fuerzas de la Resistenci­a, y fue capturado por la Gestapo el 8 de marzo de 1944. Diez días después del desembarco de Normandía, ya en el último tramo de la guerra, fue fusilado junto con otros 29 resistente­s, el 16 de junio del ‘44 cerca de Lyon. Sus últimas palabras fueron: “Vive la France”. Fue una de las víctimas de Klaus Barbie, que pasó a la historia como “el carnicero de Lyon”, escapó a Sudamérica luego de la guerra, llevado a juicio en los años 80 y condenado a perpetua, terminó sus días allí donde cometió sus crímenes.

En su dedicatori­a a otro de sus libros póstumos, fechada el 10 de mayo de 1941, Bloch le escribía a su colega y amigo Lucien Febvre: “En el momento en que escribo sobre la tarea común, se ciernen muchas amenazas. No por culpa nuestra. Somos los vencidos provisiona­les de un injusto destino. Tiempos vendrán, estoy seguro, cuando nuestra colaboraci­ón podrá realmente reanudarse: ser pública como en el pasado y, como en el pasado, libre”. ■

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