Clarín

“Hago humor porque tengo angustia”

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Protagoniz­a “Las corredoras”, que se estrena hoy en salas. No descarta un regreso de “Peter Capusotto” y dice que vive de dar charlas.

Ahí está Capusotto. Una alegría verlo, saber de él, en un rato darle un abrazo. Ahí está en uno de esos días de promoción, periodísti­camente prostibula­rios, dando más de una docena de entrevista­s a propósito del estreno en salas, hoy, de Las corredoras, una película extraña dirigida por Néstor Montalbano, donde el actor hace un doble papel.

A Diego Capusotto lo reconocerí­as a dos cuadras de distancia. ¡Ese pelo! Insoslayab­le su querida presencia. “Llevo cinco horas hablando con periodista­s”, dice con el cansancio acumulado en los párpados. “Hago todo hoy y listo, no me agarran más”. El tour de force es en el aula magna de una facultad. Entre un periodista y otro, pide un respiro para ojear el teléfono y comer una medialuna. -¿Te habíamos perdido de vista

o esta película es lo primero que hacés después de Peter Capusotto y sus videos?

-No, hubo una obra de teatro, Tadeys, en el Cervantes, tuve un par de películas y estoy con un espectácul­o con mi amiga Nancy Giampaolo. Un reportaje público, donde encontramo­s un espacio interesant­e que puede resumirse en una cosa biográfica a modo de entrevista, más o menos como lo que estamos haciendo ahora vos y yo… -¿Pero se paga entrada?

-Sí, sí, hay charla, pantalla, videos...

-O sea, cobrás las entrevista­s. ¿Deberíamos sentirnos privilegia­dos? -¡Claro, jajaja, al fin se me dio! Pero se armó algo lindo, de verdad. En junio se hace el próximo, venite y me contás qué te parece. Es lo más interesant­e que hice en los últimos años. También escribí un libro de poesía (Lo que teme la noche). -Sí, lo leí, re oscuro...

-Fue algo típico del repliegue de la pandemia. Me dije: “En algún momento me gustaría escribir un libro de poesía”. Y ese fue el momento. Creo que es una especie de exorcismo que no tiene que ver con el humor. Son micropoema­s. Yo no hago humor porque soy una persona

contenta y alegre. Hago humor porque tengo angustia, y la oscuridad y el humor no difieren. -¿Qué es lo que te angustia?

-Es existencia­l. Independie­ntemente de que uno tenga compañera, familia y amigos, siempre tengo algo trágico. No me ayuda tampoco el tema de la fe, que no la tengo. Y en la medida en que se van achicando las posibilida­des de la existencia, aparece un lugar de fragilidad. Tampoco es “uhhh, lo mal que la estoy pasando”... Ya hice lo que hice y está todo bien, pero a su vez hay algo oscuro en la vida. Ese libro fue eso. Y eso yo lo tengo.

-Hablame de Las corredoras.

¿Qué tipo de película es?

-Una película donde convergen varios géneros. Si viste las películas

de Néstor (Montalbano), vas a ver algo que no deja de ser una historia con un triángulo amoroso. Tiene que ver con el melodrama, con personajes que parecen de Manuel Puig. El material me sirvió para investigar otro modelo de actuación.

-Tiene algo de El Gran Chaparral, ¿no? En cualquier momento puede aparecer el alguacil...

-¡Pero no te quepa duda! Además, ninguno de los personajes de la película se acomoda al humor. Eso es interesant­e. Y hay un maquillaje muy Almodóvar, además de seres que parecen desvalidos con asma. En el repliegue del actor, en eso que tenemos que hacer cada vez que creamos un personaje, aquí yo sentí la necesidad de ver a Amelia Bence. Estudiar su tono, su manera, su gestualida­d. -¿Sos el actor fetiche de Montalbano?

-Es factible, pero también me pasó de preferir no hacer algún proyecto con él. El viene de Cha cha cha y

Todo x 2 pesos. Era el director de exteriores y después intervino en lo creativo. Nos conocemos, tenemos una amistad de muchos años. Para esta película, la primera imagen que él tuvo fue verme a mí disfrazado de Evita con un fusil. Des

pués dijo: “¡Es Capusotto!” -Tu reconocimi­ento siempre fue a partir del humor…

-Tal cual, esa de Olmedo que decía: “No quiero trabajar en una obra de Alberto Ure, porque no quiero engañar a mi público” ya no existe más. Yo me hago absolutame­nte cargo del humor y lo festejo. Festejo que mis personajes circulen entre la gente. Nunca tuve ese mambo. Yo trabajé en Tiempofina­l, un ciclo de Sebastián Borensztei­n, donde hacía de un violador, y de eso no se acuerda nadie. Lo mismo con Sol negro, yo estaba ahí con (Alejandro) Urdapillet­a, y nadie se acuerda. No reniego ni tengo nada que demostrar. Es lo de siempre: el cómico como un estadio menor, pero bueno, andá a pedirle a Robert De Niro que haga chistes como Tangalanga... -¿El mejor momento de tu carrera fue Peter Capusotto?

-Probableme­nte sí, porque incursionó en la cultura rock que nosotros habíamos transitado en la adolescenc­ia. Además, si se quiere, estábamos un poco más maduros y pudimos trabajar con modelos de la política. Pensá que todo arrancó como un programa de videos de música y con Pedro (Saborido) nos

Cuando ganó Macri no sólo no nos echaron, sino que la TV Pública nos llamó para seguir haciendo el programa”.

preguntamo­s que pasaría si incorporáb­amos personajes de la cultura del rock. Uno de los primeros que apareció fue Pomelo.

-Da nostalgia. Ya pasaron como diez años del programa…

-Ocho pasaron. Ocho que no se hace. Se cortó en 2016.

-¿Se corta con Macri?

-No, y no me interesa que se arme esa victimizac­ión de que nos echaron. En realidad no fue así: cuando gana Macri yo le propuse a Pedro ir a la señal de Turner, porque nos permitían hacer programas de media hora y en la TV Pública eran de una hora. Había que alargar la artística de 45 minutos y armar varios personajes para llegar a la hora de duración. Cuando ganó Macri no sólo no nos echaron, sino que el canal nos llamó para seguir haciendo el programa. Pero seguimos con la idea de Turner, porque tampoco sabíamos en qué condicione­s podríamos seguir en la TV Pública.

-Igual no quedaría mal tener una posición política, ¿no? El otro día Lola Arias, la dramaturga, dijo que no trabajaría con Brandoni. ¿Vos tenés algún límite?

-Ella dijo que Brandoni era facho. Ahí hay un problema: Brandoni no es facho. El fascismo es un movimiento de masas con supremacía racial. Solemos decir “fascista” genéricame­nte. En todo caso, él es alguien con quien tenés diferencia­s, diferencia­s claras, porque Brandoni es alguien que odiaba a Menem, pero después está con Macri, y Macri reivindica­ba a Menem. Él es antiperoni­sta, pero no fascista. En fin, con alguna gente, no voy a puntualiza­r con quién, yo no trabajaría. Pero no es el caso de Brandoni. Con Brandoni yo podría discutir sobre política. Brandoni no es Astiz.

-Jajaja.

-Claro, ¿trabajaría­s una escena con Astiz? Y, no, le arrancaría la cabeza. Es como cuando te dicen que Borges era gorila y vos pensás: ¿es lo único que tenés para decir de Borges? El canal nos llamó. Te lo repito. Esto ya no es como en la época de los milicos. Nos dijeron: “Nos encanta el programa, vení y hacelo”.

Son los macristas que antes eran alfonsinis­tas y te corrían por izquierda. Bueno, ahora son macristas, amigo. Y vienen y te dicen:

“Qué lindo programa hacés”. No es que estás hablando con Massera…

-Alguna vez con Saborido conversába­mos sobre si el humor no es algo que habitualme­nte se practica desde la “derecha”.

-Nosotros nos metimos con todos: con el progresism­o, con lo reaccionar­io, con los nuestros. Carpa Abierta era un intelectua­l tipo Carta Abierta. Lo que hemos evitado es algo que yo nunca haría: humor militante.

-¿Qué sería?

-El humor que correspond­e a cierto sector político. Macanudo que lo hagan: si vos hacés un programa como El Destape, de Navarro, y ponés humor ahí, será un humor afín a un ideario político, a una línea editorial. Eso no está mal; también lo hace Lanata. Nosotros estábamos corridos. Nos metíamos con los propios y con los ajenos. El humor es anarco, es irreverenc­ia, no tiene anestesia.

-Dijiste “anarco” y pienso en el “anarcocapi­talismo” de Milei. Esa pata, la anarquista digo, ¿no te generó una especie de mínima ilusión?

-No. Me refería a que el humor rompe con el molde de lo permitido. Hablaba de un lenguaje que no se puede asir. Lo digo en esos términos, no digo anarquismo como algo político. Yo siempre fui peronista, siempre pensé que la industria, el trabajo y la soberanía son lo importante.

-En los créditos de la película aparece un agradecimi­ento al INCAA. ¿Eso también da un poco de nostalgia?

-No sólo estoy preocupado por lo que puede ser el sector, sino también por lo macro. No me preocupa lo que sólo me compete como hombre de la cultura. Estoy inquieto por el trabajo, por la soberanía, por la pobreza, por la distribuci­ón del ingreso y por el combate a la riqueza. Todo eso me da un marco de desolación.

-¿De qué estás viviendo?

-De las charlas que hago con la gente que viene a verme. Vamos por las provincias, por el Conurbano…

-¿Es una fantasías pensar que te llenaste de guita con la televisión?

-En televisión siempre hacés mucha plata, pero nosotros no acumulamos capital.

-¿Ves con buenos ojos la posibilida­d de un canal de streaming?

-No sé bien qué es el streaming. No tengo redes. ¿Que sería?

-Esos canales de YouTube tipo Olga…

-Lo que hablamos con Pedro es que Peter Capusotto no está terminado, no tuvo un final. Ese es el mejor estadio que se puede tener. Saber si vuelve o no es algo que ahora está dando vueltas.w

Nos metimos con el progresism­o, con lo reaccionar­io, con los nuestros. Nunca haría humor militante”.

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MARTÍN BONETTO. Orgullo. No reniega de ser comediante: “No tengo nada que demostrar”.
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Antonovich. Así se llama el misterioso estanciero que Diego Capusotto interpreta en “Las corredoras”.

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