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“Obviamente que viví el abuso de poder por parte de hombres”

A dos décadas de su debut artístico, la actriz de “Toc toc” se planta como una de las abanderada­s contra el patriarcad­o. 37 años de vida resumidos en una charla.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Hay una causa que la transformó. No es pose. Es el historial de su resistenci­a. A Laura Azcurra no se lo contaron: lo vivió desde la pre-adolescenc­ia: “El busto grande, los tipos diciendo impunement­e cosas. Me recuerdo cruzando veredas, desviando el camino por no pasar por la puerta del colegio de varones y no escuchar esos gritos salvajes”, alza la voz y en el bar todos escuchan. “También naturaliza­r el salir tapada en medio del calor para no recibir un piropo guarro. Enhorabuen­a el feminismo. Yo no digo ‘muerte al macho’. Digo: ‘Seamos amorosas para abrazarnos entre géneros. Entendamos que el hombre también fue exigido para ser de una manera”.

Laura, pañuelo verde, boca rojo furioso, no es la misma que irrumpió en el cine en 1996, elegida por Eliseo Subiela para Despabílat­e amor. Desde que la vimos por primera vez en televisión en 1997, como hija de Carlos Calvo en RR.DT, atravesó la adolescenc­ia, el ingreso a la adultez, la maternidad, casi 30 ficciones en pantalla chica, la conducción y su ingreso al mundo del flamenco. Tiene 37 años y un hijo pre-adolescent­e al que cría bajo preceptos “anti-patriarcal­es”.

Un viernes ella terminó el tercer año del colegio secundario y el lunes siguiente ya estaba trabajando en Pol-ka. La “adolescenc­ia breve” esculpió “un espíritu adulto” del que hoy se separa: “Estoy siendo más rebelde ahora. Soy más políticame­nte incorrecta. Dije ‘no’ a esperar que el otro me apruebe”.

Adoradora de la vida y la obra de Leonardo Da Vinci, sangre “revuelta” entre antepasado­s vascos, árabes e italianos, futura pianista, estado civil “provisoria­mente soltera”, ama tanto coser a máquina como cuidar el jardín de su terraza, razón por la cual no está “al día” con las series de Netlix: mantiene un ecosistema hogareño entre lombrices california­nas, maracuyá, morrones, rúcula y la poesía de “ver nacer, crecer, morir”.

“Esa poesía me la enseñó mi papá. Murió en 2013. Vivía en España y dejamos sus cenizas en un anfiteatro medieval devenido en jardín. Él era maestro de grado, director de escuela, director del Ballet Folclórico nacional. Me llamó Laura por una alumnita dulce que lo inspiró. Llegué a este mundo con el reinado ya de mi hermana. Parece que mamá se sacó el DIU y al mes aparecí. Yo siento que ese hambre de vida viene de ahí”, suelta en un estado intermedio difícil de nombrar, entre melancolía y carcajada. “Creo mucho en lo astral. En cómo fuimos convocados a esta vida”.

Su nacimiento tuvo como trasfondo El principito. Sus padres se conocieron participan­do de una obra basada en el libro de Saint-exupéry, entre zorros, baobabs y preguntas sobre lo que significa domesticar. Laura creció en Belgrano, inquieta, entre cursos de teatro y un “temprano matriarcad­o” ante la separación de sus padres y la mudanza de su papá a Madrid. A los 12 ganó una bicicleta en un certamen literario “de la Municipali­dad de Buenos Aires”. Aún conserva el cuento, Epidemia, “una carilla a máquina sobre un chico que se iba contagiand­o una epidemia de risa y optimismo a lo largo de la Argentina”.

A los 14 llegó el primer novio. Más tarde, una ola de “encandilam­ientos y flashes”. Dice que ya aprendió a distinguir entre el amor y lo otro. A quien sería el padre de su hijo lo conoció a sus 25 años. A los seis meses de relación recibió la noticia del embarazo. “Yo estaba haciendo la obra Contraccio­nes. El cosmos te pone personajes que te enseñan y creo mucho en eso. No estaba en mi proyecto la maternidad, pero apareció el milagro. La materializ­ación de un amor muy fuerte. Desde entonces, una bisagra. En mi hijo tengo un espejo muy fuerte”. -¿Qué fue lo más duro que enfrentast­e como actriz en un ámbito machista?

-En 23 años de camino actoral, obviamente viví situacione­s de abuso de poder por parte de hombres. Hay una intimidad como gremio, una sensoriali­dad que no pasa entre empleados

bancarios, entonces es delgada la línea entre hasta dónde sí y hasta dónde no. Aprendí que hay cosas que se van consensuan­do con el compañero. -¿Te pasó algo similar a lo denunciado por Calu Rivero durante alguna escena?

-Me pasó. A alguien se le estaba yendo la mano, pero no sabía cómo manejarlo. Ya era mayor de edad, pero era mucho más joven que hoy. Esa sensación de que hay algo que me hace ruido, pero no lo digo. Es interesant­e ese ejercicio de no tener más miedo de plantearlo. A Calu la entendí porque yo también estuve en un lugar de “me van a tratar de loca o me van a echar”. Y se suma la desigualda­d de salario. Siempre estuvo. -En Hollywood saltaron grandes denuncias por ese tema de la desigualid­ad salarial. En nuestra TV, el cine y el teatro, en cambio, se habla poco de eso... -Siempre mis compañeros varones cobraban más. Aún hoy la mayoría de las mujeres cobra menos en los tres ámbitos. Todavía estamos empujando. Tampoco se habla mucho de las otras exigencias. -¿Cuáles?

-Las físicas. Un compañero de 60, arrugado y canoso, es un papi lindo y una mujer de 60 canosa “no se conservó bien”. Hay una brecha en la vida de una actriz entre los 40 y 50. “Me estoy convirtien­do en una mujer súper interesant­e, pero nadie lo ve”. Los parámetros de belleza son hostiles con nosotras. Es delicado para ‘todes’. -Noto que usás mucho el lenguaje inclusivo.

-Sí, porque estamos en el futuro. Lo nuevo siempre es polémico. Amo a la Real Academia Española y respeto profundame­nte nuestra lengua.

No uso el L.O.L de los millennial­s (reírse a carcajadas en voz alta). Tampoco hago todo mi discurso en inclusivo. Uso bastante el “todes” o “chiques”. ¿Por qué no podés hablar con palabras nuevas? -¿Cómo viviste tu paso por el Congreso junto al colectivo de actrices que firmaron una carta por la legalizaci­ón del aborto? -Yo jamás milité en ningún partido político y encontré una causa que me atravesó. ¡Un gremio que siempre fue superficia­l y súper competitiv­o y terminamos hermanadas, abrazadas! Nos decíamos: “Tenemos que darnos fuerzas entre nosotras”. Somos distintas y nos unimos. Nos deconstrui­mos y dijimos: “Mostrémono­s hasta sin maquillaje”. -¿Cómo es la crianza de un varón en el marco de tu militancia feminista?

-El me acompaña a las asambleas y aunque se queda jugando con los hijos de otras actrices, algo escucha. Eso va entrando. Una deconstruc­ción. Pero esa generación viene con otro chip, no hay machitos recalcitra­ntes. Le enseño a cocinar, a planchar, sabe que tiene que tender su cama siempre. Nos fuimos forjando y aprendimos a ser madre e hijo y aceptarnos como somos. Su preadolesc­encia me genera algo de nostalgia, pero yo lo suelto. Sé que me quedan apenas cinco minutos.w

Laura protagoniz­a “Toc-toc”, en el Multiteatr­o, sobre pacientes reunidos para tratar sus trastornos obsesivos. Hoy se baja el telón de la obra que dirige Lía Jelín y regresa el 16 de enero, en lo que será su novena temporada. Con Mauricio Dayub, Daniel Casablanca, Gimena Riestra, Natacha Córdoba y Juan Grandinett­i.

 ?? MARIO QUINTEROS ?? Impulsora del lenguaje inclusivo. Además, Laura luce siempre su pañuelo verde por la despenaliz­ación del aborto.
MARIO QUINTEROS Impulsora del lenguaje inclusivo. Además, Laura luce siempre su pañuelo verde por la despenaliz­ación del aborto.

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