La encrucijada de Río Grande y los dilemas de subsidiar la producción
Tierra del Fuego es una encrucijada de difícil salida. El principal interrogante es el futuro de Río Grande y sus 75.000 habitantes, cuya supervivencia depende exclusivamente del régimen promocional. En una geografía áspera y hostil, con ráfagas de viento incesantes y sin los atractivos turísticos de su hermana mayor, Ushuaia, se construyó esa ciudad artificial, todo a partir de la radicación de diversas industrias, principalmente del rubro electrónico.
Concebido inicialmente para poblar la provincia más austral del país, la promoción industrial se encamina a cumplir 50 años de vida, mucho más que el plan original. Por su alto costo fiscal (las fábricas no tributan IVA, Ganancias ni aranceles de importación), y social (productos más caros) el Gobierno nacional prentende limitar gradualmente los beneficios. Por el contrario, empresas y la administración provincial reclaman una nueva prórroga (de 10 a 50 años más), con el fin de sostener la economía fueguina y garantizar el retorno de futuras inversiones.
La contraparte de la promoción industrial es el aporte a las arcas públicas de la provincia, que representan el 38% de la recaudación, en concepto de ingresos brutos y una “tasa de verificación de procesos productivos”, otra originalidad sureña. Los críticos del régimen creen que se debe clausurar y que se deben buscar otras alternativas. “No es tan fácil, es una decisión muy complicada, sobre todo para Río Grande, que no tiene las ventajas de Ushuaia”, admitió un calificado funcionario del Ministerio de la Producción. Y añadió: “No me gustan las promociones, pero resultan lógicas para la zona”.
“La industria electrónica representa el 50% de la producción manufacturera de Tierra del Fuego. Sin embargo, cuando se habla del costo fiscal se culpa sólo a la electrónica”, manifestó Federico Hellemeyer, presidente de la AFARTE, la cámara sectorial, que aglutina a 15 grupos empresarios, entre ellos Newsan, Mirgor, Radio Victoria, BGH, Philips (de la taiwanesa TPVision) y Brightstar.
Hay otro planteo sobre la mesa. Aunque se conceda la conveniencia de producir electrónicos localmente, por qué razón debería hacerse en Tierra del Fuego (a 3.000 kilómetros de los principales centros de consumo) y no en otras provincias desfavorecidas del Centro y Norte del país. “Tiene características únicas. Es una isla, no está interconectada con el continente y su ubicación austral es muy exigente para mantener la actividad económica sin ayuda. Antes de instalarse la promoción, Tierra del Fuego tenía apenas 7.000 habitantes”, dice Hellmeyer.
El CEO de Newsan, Luis Galli, completa: “La industria electrónica está instalada allí y sería un grave error trasladarla. Ya está hecho y los motivos lo justificaban y se invirtieron cientos de millones de dólares a lo largo de los años”.
Desde el área de Producción del Gobierno, considerado el más contemplativo con la supervivencia de la promoción industrial, opinan que “es una discusión muy válida, pero que la transferencia no es gratis. El régimen no me gusta, ninguno, pero es una herencia y la decisión es muy compleja, sobre todo para la ciudad de Río Grande”, dijo.
La lejanía de Tierra del Fuego con los mayores centros de consumo encarecen los costos de producción. Al menos ése el argumento que planten los industriales cuando se habla de los altos precios de los productos electrónicos. “Más allá del llamado costo argentino, está la logística. Son 3.000 kilómetros de ida y vuelta para que los productos se pongan a la venta. Esos costos estrafalarios se trasladan a todos los consumidores”, explica un analista del sector.
Más allá de estos dilemas, el consultor especializado Enrique Carrier sostiene que la salida correcta sería esperar el vencimiento del plazo del régimen. “Hay 4 años para preparar la transición y la crisis, en parte, se encargó de depurar el régimen”. Con franqueza, Carrier admite que “nunca estuve de acuerdo” con la promoción, porque “es una industria basada en pulmotor”. Y agrega: “La idea de las promociones industriales es que se respete su duración y que el rubro beneficiado tenga a la larga alguna ventaja competitiva”.
Carrier usa la imagen de un niño con andador. “En algún momento, hay que sacárselo al chico (la industria beneficiada) para que aprenda a caminar solo”.