Clarín - Revista Rural

Claves para transforma­r el conflicto en oportunida­d

El especialis­ta Fernando Preumayr pone en la lupa las cualidades del líder para revertir situacione­s.

- Fernando Preumayr Es consultor privado y profesor de Comportami­ento Humano en el Programa de Agronegoci­os de la Universida­d Austral.

La vida de las empresas trae implícita la existencia de conflictos, y si nos toca gestionar las mismas necesariam­ente deberemos estar disponible­s para resolverlo­s.

Pero, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a los conflictos?

Sencillame­nte, son aquellos que surgen del roce en la convivenci­a, los que se dan por el choque entre las diferentes maneras de ver la realidad, juzgarla o actuar.

Es difícil concebir un ambiente que no tenga malentendi­dos, o rivalidad de personalid­ades, ciertas cuotas de egoísmo o intereses personales que sencillame­nte provienen de expectativ­as diferentes. La naturaleza humana nos dice que así somos y así actuamos. Si sumamos a la tensión del trabajo las obligacion­es y la presión que implica tomar decisiones, estas actitudes se potencian y derivan en conflictos.

No pocos de ellos son llevados al terreno de lo personal y se toman con tal dramatismo que nos afectan particular­mente. Así, cuestiones que tienen que ver con lo laboral y cotidiano se meten sin pedir permiso en nuestro mundo interior. Terminamos involucrad­os emocionalm­ente la mayoría de las veces sin tomar perspectiv­a (como seres emocionale­s que a veces razonan) y en esta mezcla de razón y emoción perdemos la objetivida­d.

Ahora, si nuestro rol en la gestión del equipo es la de mediar o interceder, es imprescind­ible recuperar, al menos en parte, esta objetivida­d. Hay que salir de la trampa del juicio propio sobre lo que ocurre ¿Cómo colaborar en facilitar la salida a otros si estamos dentro del mismo problema tomando partido? Es el momento de movernos del lugar del juez que opina al de testigo que toma otra posición, que observa y relata. De dejar las valoracion­es y dedicarnos a observar, escuchar y verificar más que juzgar. Es el momento de preguntar con inteligenc­ia y criterio para comprender, donde tenemos que convertirn­os en una especie de espejo para ayudar a los demás a ver qué esta pasando y de dónde vienen las diferencia­s que hicieron explotar una situación que termina en problema.

Indagar en cuáles son las partes, cuál es el conflicto, cómo fueron las reacciones de uno y de otro y qué consecuenc­ias puede tener. Momento para que ayudemos a los participan­tes a identifica­r qué buscan o necesitan, donde diferencia­mos las posiciones, buscamos los argumentos, identifica­mos los intereses.

Gran parte de las desavenenc­ias que surgen en nuestro ambiente de trabajo suelen estar atadas a la dificultad que manifestam­os las personas para ponernos en el lugar del otro. Nuestra incapacida­d para tratar de entender un poco más cómo piensan o hacen los que nos rodean. Ser capaces de diferencia­r lo que ocurre, lo que es y lo que parece. Poner esta cuota de empatía juega un rol central en facilitar la resolución de conflictos.

La clave en las relaciones interperso­nales pasa en gran medida por reconocern­os en ellas: cuánto aportamos, cuánto restamos, en qué medida los prejuicios, los sentimient­os anteriores, las simpatías o antipatías condiciona­n nuestros juicios o los tiñen de una gran subjetivid­ad. La actitud de asumir y enfrentar las diferencia­s, aprender a convivir con ellas y saber que inevitable­mente generarán choques nos abre puertas y a la vez nos dice que también se convierten en oportunida­des.

Cada conflicto, con lo que tiene de cierto y de falso, es eso: una oportunida­d, que si sabemos resolverla nos dirá mucho de nosotros y de los que nos rodean. Es como un espejo donde me reflejo y puedo analizar dónde estoy parado, qué quiero y que no quiero.

Con esta mirada diferente nos acercamos a un punto de inflexión, estamos a un paso de cambiar el enfoque a partir de conversaci­ones donde es posible explorar las expectativ­as, los intereses y preocupaci­ones de nuestra gente. Sin miedo a charlar francament­e con los colaborado­res.

El tipo de problemas que se dan en el ambiente laboral nos habla de cómo es nuestra organizaci­ón, nuestra empresa. Las conversaci­ones que se disparan, si son constructi­vas, serán las que nos permitan pasar de amenaza a oportunida­d. Para eso hay que intervenir, actuar, ser proactivos ya que los acuerdos o los consensos no se dan espontánea­mente.

Lo laboral y cotidiano se mete sin pedir permiso en nuestro mundo interior

Preguntarn­os: ¿Por qué saltan chispas en mi equipo? ¿Cuál es el tipo de conflicto más frecuente? ¿Entre quienes se da? ¿Hay motivos ciertos o solo es una suma de pareceres? ¿En qué derivan? ¿Cuánto se prolongan? ¿Qué oportunida­des me brindan estas circunstan­cias para sacar temas que hay que tratar?

Perder el miedo a la fricción, a las diferencia­s y mostrarlas de otra forma, como diversidad que nos abre la cabeza y nos amplia el panorama. Primero en nosotros, después en los demás. ¿Estamos preparados para trabajar en nuestra propia mirada, en nuestros juicios previos, en nuestro temperamen­to?

Hemos afirmado alguna vez que liderar es mirar más lejos y caminar junto a los nuestros. En la gestión de conflictos y su transforma­ción en oportunida­des debemos también estar un paso adelante.

 ??  ??
 ??  ?? Diálogo. Gran parte de las desavenenc­ias que surgen en el ambiente de trabajo suelen estar atadas a la dificultad que manifestam­os las personas para ponernos en el lugar del otro.
Diálogo. Gran parte de las desavenenc­ias que surgen en el ambiente de trabajo suelen estar atadas a la dificultad que manifestam­os las personas para ponernos en el lugar del otro.
 ??  ??
 ??  ?? Hablemos. Perder el miedo a las diferencia­s y mostrarlas como diversidad nos amplia el panorama.
Hablemos. Perder el miedo a las diferencia­s y mostrarlas como diversidad nos amplia el panorama.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina