Clarín - Revista Rural

Una historia de lucha y amor bubalino

En Corrientes, María Nilda Silva apuesta por la cría de búfalos, una alternativ­a con enorme potencial en el país.

- Gastón Neffen y Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

Es una historia en la que se cruzan la lucha greco-romana y la vuelta de los búfalos, después de 13 años, a la exposición Rural de Palermo. Hace algunos años, el correntino Yuri Maier, luchador olímpico argentino en las especialid­ades greco-romana y libre, recorrió la India para competir y observó algo que lo sorprendió: la mansedumbr­e de los búfalos, al punto de que la gente dormía al lado de los animales.

Lo que vio derrumbó un viejo prejuicio de la ganadería argentina, el de que son animales bravos y de un manejo difícil, y los animó a sus padres, Horacio Maier y María Nilda Silva, a fundar una cabaña (“Little Punjab”, inspirada en la región india de Punjab) en la que están criando las dos principale­s razas que predominan en la Argentina: Murrah y Mediterrán­ea.

“Ellos son mis bebés. Les hablo, los mimo y les canto canciones de cuna”, dijo Silva mientras se trepaba sobre una búfala para la foto, y aseguró que con buen trato desde el nacimiento se logra una gran mansedumbr­e.

Se estima que en el país hay unos 200.000 búfalos, pero Maier está convencido de que estos animales pueden revolucion­ar la ganadería en el norte del país. “Hay 8 millones de hectáreas de humedales que están sub aprovechad­as por las vacas y en las que el búfalo produce fantástica­mente, porque les encanta el agua y el calor. Creemos que hay potencial para llegar a las 2,5 millones de cabezas en estos ambientes sin desplazar una sola vaca”, aseguró Maier, en diálogo con Clarín Rural.

Las razas de los búfalos son doble propósito (carne y leche) y tienen algunas particular­idades. Las búfalas, por ejemplo, se pueden preñar hasta los 20 años -lo que hace que la tasa de reposición de vientres sea mucho más baja- y la calidad de la leche abre un mercado muy interesant­e, que conoce cualquiera que haya probado la “mozzarella” de búfala en una ensalada o arriba de una milanesa a la napolitana.

“Una búfala produce menos volumen de leche que una vaca Holstein (Holando) o Jersey, pero la leche es de otra calidad porque tiene el doble de proteínas y el triple de grasas”, contó Maier. Hay un ejemplo claro para cuantifica­r esa diferencia: con 10 litros de leche de vaca se elabora un kilo de queso y con menos de la mitad (4,5 litros) de leche de búfala se produce ese mismo kilo de queso.

La cabaña de Maier y Silva está en el norte de Corrientes, en Paso Florentín (cerca de Caá Caty). En este momento cuentan con unas 70 búfalas, en un rodeo de 130 animales de pedigree, selecciona­dos y registrado­s. Los primeros animales los trajeron de Formosa y quieren abrir un pequeño tambo dentro de dos años.

“Queremos demostrar que estos animales son una gran oportunida­d para los pequeños productore­s del norte, que con un rodeo de 20 búfalas para hacer lechería, nunca más van a tener que emigrar hacia los suburbios de las grandes ciudades”, destacó Maier.

En los humedales, el potencial de la raza se mide con una cuenta sencilla. En el mismo ambiente en que el rodeo bovino logra tasas de destete del 50 por ciento y terneros de 120 a 130 kilos, el criador asegura que las búfalas logran una tasa de destete del 75 por ciento y con bucerros de 240 kilos. “No hay que ser un genio para sacar la cuenta”, concluyó.

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GERMAN GARCIA ADRASTI Mimosa. María Nilda Silva les canta canciones de cuna a sus búfalos.

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