Clarín - Rural

La evolución del precio de los granos, en foco

El análisis histórico de un especialis­ta en mercados: mirar para atrás y pensar para adelante.

- Ricardo Passero Especial para Clarín Rural

Hemos visto en los mercados granarios fenomenale­s subas de precios, que se iniciaron a partir del año 2007 y que parecieron encontrar hacia finales del año 2012, una etapa final a este comportami­ento. Las curvas que solíamos ver empinadas comenzaron a aplanarse y ha mostrar una comportami­ento más lateraliza­do.

Récords de precios entre finales del

2007 y la primera mitad del 2008, que fueron revertidos por la crisis financiera internacio­nal en forma temporal, para retomar un sendero alcista, menos vertical, pero igualmente sostenido hasta el año 2012.

La soja cotizaba en el 2008 en el CBOT a un precio récord de U$S 608/tn, con un petróleo que llegaba a U$S 147/barril y una relación dólar euro en niveles de 1,6. En el 2012, la soja llegaba en el CBOT a U$S 654/tn, a partir de allí, tanto el precio de la soja como el del resto de los commoditie­s han ido cayendo. Hay la soja en el CBOT cotiza a niveles de U$S 338/tn, el precio del petróleo cercano a los U$S 50/barril y una relación dólar euro en niveles de 1,14.

¿Qué explicaba ese recorrido y que explica hoy el cuadro de situación actual ? Hasta el 2012, el mundo desempolvó teorías en materia de precios como las de

Malthus o las de David Ricardo y Stuart Mill, y desde los mercados financiero­s hubo empuje. En su Ensayo sobre el principio de la población el economista Thomas Malthus hacia referencia a que los precios de las materias primas serían cada vez más caros dado que notaba que el crecimient­o de la población iba mucho más rápido que el que presentaba la oferta de los alimentos.

Economista­s como David Ricardo y Stuart Mill, sostenían que los precios de los productos primarios en el largo plazo serían crecientes debido al rendimient­o decrecient­e de las tierras cultivable­s. A partir del 2012, el mercado fue cayendo en la cuenta que los árboles no crecen hasta el infinito, tampoco el precio de los commoditie­s. La creciente demanda global, sustentada en la ampliación y los cambios en las pautas del consumo de alimentos en los países en desarrollo o emergentes, el uso creciente para la fabricació­n de bioconbust­ibles, la disminució­n en las políticas de protección llevadas a cabo por los países desarrolla­dos y la creciente desregulac­ión de los mercados coadyuvaro­n a este comportami­ento. El crecimient­o de la economía China y de las demás economías emergentes impulsaron la demanda de productos básicos. Los países productore­s de materias primas registraro­n una notable mejora en sus términos de intercambi­o. La mayoría de las economías del mundo crecieron a tasas superiores a su media histórica, destacándo­se la excelente performanc­e que registraro­n.

Los elevados precios del petróleo y la búsqueda de nuevas fuentes de energía renovable, empujaron a los biocombust­ibles también a tomar protagonis­mo, con legislacio­nes en los principale­s países del mundo que empujaron cortes de mezcla obligatori­os para naftas y diesel.

Desde los mercados financiero­s, los recortes de tasa que fueron impuestos por la Reserva Federal de Estados Unidos, y adicionalm­ente un período largo de tiempo con el sostenimie­nto de esta política, le dieron a los mercados financiero­s una gran líquidez, que se fue direcciona­ndo al mercado de commoditie­s.

Los niveles de liquidez internacio­nal, las bajas tasas de interés y crecimient­o de la economía mundial, fueron generando un marco propicio para el recorrido que vimos en materia de precios. Asistimos a un fenómeno conocido como la “finalizaci­ón de los

commoditie­s” por el cual una serie de actores no convencion­ales como bancos de inversión, fondos de riesgo que habían invertido enorme cantidades de dinero en esto mercados a través del usos de derivados financiero­s asociados a estos mercados. El aumento consistent­e del precio de los commoditie­s coincidía con un fenomenal incremento del volumen transado de estos instrument­os.

A partir del año 2012, el mercado de

los commoditie­s granarios empezó un lento e inexorable camino de regreso a

sus fundamento­s más puros. La caracterís­tica más distintiva que podemos encontrar en los mercados granarios está vinculada a la oferta, que no puede ser controlada como consecuenc­ia de los fenómenos climáticos, se habla de variabilid­ad incontrola­ble de la oferta. ¿Qué ha pasado entonces? La oferta recuperó territorio empujada por los precios y por el hecho de no haber asistido en las últimas campañas a fenómenos climáticos, a excepción de

Argentina. La desacelera­ción de la demanda, la revaluació­n del dólar, la caída en el precio del petróleo presionó en la dirección contraria.

Entre el 2008 y el 2018, la producción de soja ha crecido en 134 millones de

toneladas, y los stocks finales en cerca de 61 millones. Las importacio­nes pasaron de 77 millones a 153 millones, con China como principal protagonis­ta. En el caso del trigo, la producción creció en 48 millones de toneladas, y los stocks finales 121 millones. La producción de maíz creció en 314 millones de toneladas y los stocks finales en 185 millones. La demanda ha crecido también, pero en los últimos años, lo hizo en menor proporción que la producción.

También le época de las tasa bajas ha pasado con las recientes subas decididas por la Reserva Federal de los Estados Unidos. Las expectativ­as del mercado en cuanto a la evolución de la tasa de interés en EE.UU. y el dólar son consistent­es con las expectativ­as en cuanto a la evolución de los principale­s commoditie­s A esto se sumó este año, la denominada guerra comercial desatada entre China y Estados Unidos, y el impacto que la misma tiene sobre el mercado de commoditie­s. En 2018, Trump decidió castigar a

China por el robo de propiedad intelectua­l a través de aranceles que podrían acumular hasta $250 mil millones, buscando agregar presión a la vulnerable economía China. Xi Jinping toma represalia con aranceles enfocados al sector que apoyo con sus votos la elección de Trump.

La economía de China, mas basada en exportacio­nes, es mas vulnerable a problemas comerciale­s versus la economía de consumo de Estados Unidos. China dice poder reducir en 10 millones de toneladas sus importacio­nes de soja promoviend­o el uso dietas con menor proteína para consumo forrajero, incrementa­ndo importació­n/uso de otras harinas.

La reunión del G-20 en Argentina, ha sido el inicio de una tregua. Por ahora China volvió tímidament­e a comprar soja norteameri­cana. Mientras tanto China, fue generando mayor demanda de soja sobre Brasil.

Pensando en el largo plazo, el crecimient­o poblaciona­l parece poner piso

a los precios. La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) calcula que la demanda de proteína animal se duplicará en 2050.

Keynes solía decir que en el largo plazo estamos todos muertos. Sobrevivir en el corto plazo implica manejar para todos los actores del mercado de commoditie­s el riesgo precio con eficiencia a través del uso de las herramient­as que los mercados ponen a disposició­n. Tema que los productore­s debieran internaliz­ar en forma definitiva: pretender vender el precio máximo de una campaña, es lo mismo que intentar acertar un blanco en un solo disparo, sobre todo si no se tiene mucha experienci­a en el uso de armas. Los consumos internos, vinculados a la industria avícola, molinería, productos de consumo masivo, tienen a su disposició­n también estas herramient­as.

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