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KAMIKAZES

Apodo merecido. Las chicas de la Selección Juvenil de beach handball fueron la gran revelación en los recientes Juegos Olímpicos de la Juventud. Detrás del oro ganado hay una historia de sacrificio. Hoy son furor en las redes y las buscan los sponsors.

- POR MARIA FLORENCIA PEREZ -FOTOS: CONSTANZA NISCOVOLOS Y OIS

Es una mañana de sábado. En el Centro Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo ( CENARD), bajo un cielo diáfano, se replica la atmósfera combustibl­e de los recientes Juegos Olímpicos de la Juventud. En este rincón del mapa porteño vibra fuerte la energía de cientos de nadadores, judocas, futbolista­s, atletas que se desafían a sí mismos en simultáneo, cada uno compenetra­do en lo suyo.

El ímpetu competitiv­o baja los decibeles en la frontera del predio con la avenida del Libertador. Tras pasar las canchas y las pistas de atletismo, en un rincón de estas 14 hectáreas, se vuelven a reencontra­r las Kamikazes después de la hazaña que las hizo famosas. Descalzas sobre la arena de su cancha de entrenamie­nto, a las chicas doradas del beach handball ya no las esperan rivales de países lejanos ni tampoco una rutina de preparació­n física. Esta vez los giros de 360 grados, los fly, el roce físico, el vértigo y el show que convirtier­on a este deporte en la sensación de los Juegos de la Juventud son para la cámara de fotos.

Las chicas del momento se llaman Caterina Benedetti, Gisella Bonomi, Fiorella Corimberto, Lucila Balsas, Zoe Turnes, Rosario Soto, Belén Aizen, Ji- mena Riadigos y Carolina Ponce. Tienen entre 17 y 18 años y están unidas por un nombre potente que proclama un carácter temerario y determinac­ión en la cancha. Quienes las vieron prepararse y crecer durante los tres años previos a los Juegos elogian su espíritu de equipo y su compromiso. Fuera del rectángulo de arena donde despliegan su magia, son un grupo de nueve amigas que viven su fama repentina con incredulid­ad: “Después de cada partido se nos bloqueaban los celulares de tantos pedidos de amistad que recibíamos en las redes sociales”, comenta una. “Me paran en la calle, me reconocen en el colectivo y me prestan la SUBE en el subte”, aporta otra. “A mí me contactaro­n algunas marcas de ropa para ofrecerme canjes a cambio de que me saque fotos con sus diseños en Instagram”, dice entusiasma­da una tercera. “Y a mí hasta me respondió un tweet Peter Alfonso”, remata la última y todas estallan en risas.

Las flamantes campeonas saben que lo que pasó en el mes de octubre en Parque Sarmiento fue un antes y un después para ellas, pero sobre todo para la disciplina que aman. El aliento de cientos de chicos y chicas –eufóricos con su juego y con el ritmo de un deporte que hasta ese momento desconocía­n– las llena de orgullo. Tanto ellas como la selección juvenil masculina, que ganó la

“NO HAY NADA MEJOR QUE FESTEJAR CON LA GENTE EN LA TRIBUNA Y TUS AMIGAS EN EL CAMPO.” ...

medalla de bronce, inspiraron a cientos de jóvenes a seguirlos.

En menos de cinco días, la Confederac­ión Argentina de Handball (CAH) recibió más de 1.200 consultas para saber dónde se puede practicar la modalidad playera de este deporte. La marca de indumentar­ia que vistió a las chicas contabiliz­ó tantos pedidos de la ropa que ellas usaron que no pudo seguir recibiendo encargos. Y hasta las propias redes sociales de las jugadoras estallaron: hoy tienen alrededor de veinte mil seguidores cada una.

Hay quienes comparan su magia y su carisma con el fenómeno de las Leonas. El tiempo dirá cuál es la verdadera dimensión de las Kamikazes, pero hoy es innegable que el beach handball, ese deporte playero que hasta 2006 sólo se jugaba recreativa­mente, les debe una popularida­d que no tenía. La performanc­e de las campeonas juveniles hizo que balnearios de Mar del Plata y Pinamar se mostraran interesado­s en llevar a las chicas a dar clínicas de verano y también reactivó el interés de clubes y municipali­dades por tener sus propias canchas y formar equipos. Un paso fundamenta­l para fomentar la competenci­a interna.

El inicio. Este grupo de flamantes campeonas se formó en 2015, cuando se decidió que la disciplina de playa reempla-

zara a la convencion­al en los Juegos Juveniles. La entrenador­a Leticia Brunati se hizo cargo del equipo: “Ella siempre te tira la posta, te dice lo justo. Tiene las palabras precisas para manijearte antes de jugar, para ponerte allá arriba o bajarte del pony si estás muy exaltada o ansiosa”, dice con su estilo frontal Zoe Turnes.

Todas coinciden en las aptitudes de su entrenador­a para estimularl­as. La admiración es recíproca: “Este grupo es muy valiente: salieron campeonas panamerica­nas, consiguier­on un tercer puesto en un Mundial y se superaron para salir campeonas olímpicas. Eso habla de mucho coraje. Hay un montón de valores que ellas tienen desde que empezamos. Son compañeras, respetuosa­s y eso es lo que nos termina de cerrar el torneo con lo técnico-táctico. Si vos no tenés un grupo que sea muy unido y que además sea valiente, es muy difícil ganar una medalla”, dice Brunati.

Esta ex jugadora de handball indoor se encontró con el desafío de sostener la motivación de un grupo de adolescent­es durante tres años, educarlas en lo extra deportivo, transmitir­les buenos hábitos de sueño y alimentaci­ón, enseñarles a congeniar la vida social con la deportiva. También tuvo que buscar la mejor forma de comunicars­e con una generación diferente.

“Hoy a los chicos no los emociona lo mismo que a los deportista­s de mi época, tampoco tienen los mismos referentes. Vos les podés estar hablando una hora y media y no entienden nada. Les mostrás una imagen y captan todo. Lo audiovisua­l es mucho más significat­ivo para ellos. Por eso a las chicas les armé un video con una charla TED de Agustín Pichot e imágenes de ellas jugando para motivarlas. Antes de la final se los mandé por Whatsapp y me decían que las hacía llorar de la emoción”, dice Brunati.

Pero mucho antes del partido decisivo contra Croacia, la nueve superpoder­osas demostraro­n un arrojo que justifica el nombre del equipo. Esta cancha que hoy pisan en el CENARD recién estuvo disponible en febrero de 2017. Antes tuvieron que adaptarse a un contexto bastante más hostil: “Se prepararon en Parque Sarmiento. Al ser un espacio público, muchas veces llegábamos y la gente estaba usando la cancha para di- vertirse. Así que nosotras teníamos que ir y pedirles por favor que nos dejaran entrenar porque éramos la Selección. Dependíamo­s de la buena voluntad de los demás. Además la cancha tenía poca arena, el piso era duro, tenía piedras y si llovía era un gran charco. Las chicas iban para adelante igual y se tiraban al piso como si estuvieran en una playa, aún a riesgo de lesionarse. No les importaba nada”, cuenta Brunati orgullosa de la “actitud kamikaze” de sus chicas, hoy portadoras de una marca registrada.

Hacer preparació­n física cinco veces a la semana con doble turno los sábados y correr en la arena fue arduo. Omitir las gaseosas, los jugos, reducir el consumo de grasas y harinas para estar livianas en la cancha fue sacrificad­o. También fue difícil para algunas dejar a sus familias, a sus amigos y a sus compañeros de estudios que viven lejos para venirse a entrenar a Buenos Aires. Otras tuvieron que faltar a su fiesta de graduación y hay quien no pudo estar en el casamiento de su hermana. Pero lo más duro de todo sucedió dos semanas de los Juegos, el día que Leticia Brunati juntó a las 16 chicas que hasta ese momento eran parte del plantel para dar la lista definitiva de

“SERIA BARBARO LLEGAR A UNA FINAL CON BRASIL EN EL SUDAMERICA­NO PARA CONSOLIDAR LA DIFUSION DEL DEPORTE.” ... BALNEARIOS DE PINAMAR Y MAR DEL PLATA LAS CONVOCARON PARA QUE DIERAN CLINICAS EN LA PLAYA ESTE VERANO. ...

jugadoras: “Todas somos muy amigas. Todas queríamos estar en la lista y a la vez que estén las otras. Pero nos supimos contener entre nosotras. La muestra está en que las siete compañeras que quedaron afuera nos fueron a ver a todos los partidos y fueron las primeras en alentarnos. Fue un lindo gesto”, dice Caterina Benedetti, la enérgica capitana del equipo.

Las chicas trascendie­ron por prepotenci­a de trabajo y la recompensa fue grande: “No hay sensación más linda que poder festejar dentro del campo de juego con toda esa gente gritando en las tribunas. Y encima poder hacerlo entre amigas. Después de tantos años y con todo lo que pasamos, ésto se disfruta mucho más. Lo vivimos con muchísima emoción”, dice Fiorella Corimberto, la 5 del equipo. El festejo íntimo fue improvisad­o en la villa olímpica, las Kamikazes –que son habitués de boliches y se autodefine­n como muy “cumbieras”– todavía se deben una celebració­n grupal en otro ámbito.

La “polémica” sobre el tamaño de sus bikinis, que en un momento tuvo más promoción que sus logros, quedó como una anécdota que prefieren minimizar. A las voces que las señalaron como víctimas de la cosificaci­ón de la mujer por la dimensión del culotte que llevaban puesto, les respondier­on: “Este diseño lo elegimos nosotras porque así estamos más cómodas”. Fin de la discusión. “Visto a la distancia te das cuenta que siempre hay que estar preparado para estas cosas. Todo el mundo siempre tiene algo que decir. Tratamos de no darle importanci­a y listo”, explica la neuquina Gisella Bonomi.

Esa postura no implica una mirada ingenua sobre los temas de género: ellas saben que en el deporte, como en otras áreas, el machismo existe y lo condenan: “Siempre que hay dos ramas en una disciplina, una femenina y masculina, te das cuenta que ellos tienen un plus. En cuanto a lo económico, siempre tienen más sponsors, más ropa. A nosotras no nos toca vivir eso ahora, pero no significa que no lo veamos”, opina Benedetti.

El próximo desafío las va a obligar a entrenar con temperatur­as de más de 30 grados, en enero y febrero. La motivación es grande: en marzo les toca participar en los Juegos Sudamerica­nos de Playa en Rosario y ya está confirmado que se cruzarán con Brasil: “Sería bárbaro poder llegar a una final con ellas. Más allá de la clásica rivalidad, nuestro desempeño va a ser muy importante para poder consolidar la difusión que tuvimos en los Juegos Olímpicos. Brasil tiene los mejores entrenador­es del mundo, un circuito de competenci­a muy desarrolla­do y un poderío físico mayor al nuestro”, analiza la coach.

Pero las Kamikazes le hacen honor a su apodo y van al frente: “Ya tuvimos muy buenas experienci­as con Brasil. Acompañamo­s a la selección de mayores en los torneos y nos enfrentamo­s con las mejores del mundo, son pibas de 20 a 35 años –cuenta Caterina Benedetti–. Al principio costó, pero después le fuimos agarrando la mano y al final casi llegamos a su nivel”. A las campeonas no les falta táctica, ni técnica y mucho menos, espíritu. Y cuando sueñan no lo hacen sólo en su nombre, sino también en el del deporte que representa­n: “Queremos que el beach handball siga creciendo. Tenemos como objetivo ser deporte exhibición en Tokio 2020 y que para 2024, en París, ya sea olímpico. Ojalá la gente se cope cada vez más”, dicen entusiasma­das.

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UNIDAS Las chicas del beach handball van ahora por los Juegos Sudamerica­nos de playa.
 ??  ?? VOLADORA I Belén Aizen prueba al arco en la semi contra Hungría.
VOLADORA I Belén Aizen prueba al arco en la semi contra Hungría.
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VOLADORA II. Jimena Riadigos bloquea un ataque croata en la final olímpica.
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 ??  ?? EUFORIA. Caterina Benedetti festeja un gol argentino en la final.
EUFORIA. Caterina Benedetti festeja un gol argentino en la final.
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 ??  ?? LA GRAN DT. Leticia Brunati formó a las campeonas. Es profesora de Educación Física.
LA GRAN DT. Leticia Brunati formó a las campeonas. Es profesora de Educación Física.
 ??  ?? PODIO. El plantel completo con las medallas de oro. Vencieron a Croacia 2-0, con parciales de 14-10 y 18-16. Y conquistar­on al público.
PODIO. El plantel completo con las medallas de oro. Vencieron a Croacia 2-0, con parciales de 14-10 y 18-16. Y conquistar­on al público.

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