Ver a quienes no se quiere ver
JR es un fotógrafo parisino de 35 años, siempre irreverente y siempre portador de unos icónicos Ray-Ban negros que ni siquiera Agnès Varda, con quien recientemente filmó el documental Rostros y lugares, consiguió que se quitara alguna vez. Se nombra a sí mismo artista callejero (“Mi galería es la calle”), como su colega Banksy, ese inglés de paradero desconocido. Cuando era adolescente, comenzó haciendo grafitis y, más tarde, decidió experimentar con la fotografía a lo grande cuando encontró una cámara en el subterráneo de París. Sus instalaciones monocromáticas de gran escala retratan las caras de personas que no son vistas por tratarse de aquéllos que viven al margen de la sociedad o conforman una minoría. Por eso, JR es más bien un activista cuyas obras son declaraciones políticas que toman una posición respecto a algo que está sucediendo en el mundo, a la vez que sirven como una plataforma para representar a esas voces que no son escuchadas. Por ejemplo, uno de sus proyectos más recientes trató el tema de la migración por medio de una instalación: la enorme fotografía de un bebé observaba –desde México y por encima de la valla fronteriza– el territorio estadounidense. El último día de la instalación, el artista realizó un picnic sobre un mantel extendido que tenía los ojos de un “soñador”impresos. El mantel atravesaba la frontera, de modo que un ojo se encontraba del lado de Estados Unidos y el otro del de México. De esta forma, quiso mostrar que el mundo está observando lo que sucede en ese lugar. No es paradójico que JR, un fotógrafo que redujo su nombre a dos letras, sea el encargado de restaurar las identidades de los sin nombre.