Clarín

Un país sin rumbo que nunca se vio como parte de la Gran Europa

Explicacio­nes. Las razones del Brexit y la historia británica.

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Lo que importa más que el destino de este gobierno es el destino del país y su decisión de abandonar la Unión Europea. La ley dice que Gran Bretaña se irá el 29 de marzo. Sin embargo, en la noche del martes rechazó el único camino firme de salida que existe.

Ahora, Theresa May promete hablar con “legislador­es veteranos” de otros partidos para ver qué necesitan para respaldarl­a. Lo cual dificulta ver cómo es posible algún progreso, ni hablarde un logro. ¿Pero cómo se llegó a esto? ¿Qué llevó a May, al Parlamento y al país a este momento? (...)

La respuesta depende de cuánto nos remontemos. Podríamos mirar la elección anticipada de 2017, cuando May desperdici­ó su mayoría y así quedó a merced de un Parlamento colgado, donde el Brexit carecía de una mayoría, igual que ella. En este aspecto repitió un error cometido por el primer ministro David Cameron en 2013, cuando anunció que antes de 2017 se haría el referéndum para quedarse o irse. Él también quiso aplacar a los duros del Brexit (...).

Todas estas decisiones de May y Cameron asfaltaron el camino hacia el voto del martes. Aunque la verdad es que ese camino es mucho más largo y más antiguo. Durante al menos tres décadas, “Europa” sirvió como cuco todoterren­o para la política británica. Promovida por cierta prensa que detesta Europa, se alimentó gracias a un flujo interminab­le de burdas mentiras; a políticos de todos los partidos les convino culpar a Bruselas de todos los males.

Qué fácil fue para los políticos británicos decir que les encantaría actuar sobre tal o cual tema pero que tenían las manos atadas por esos villanos en la UE. Cada cumbre era una “confrontac­ión” que machacaba las mentes de los valientes británicos en contra de los malvados continenta­les. Los dos partidos políticos principale­s jugaban este juego. Recordemos el rechazo del ex premier Gordon Brown a ser fotografia­do cuando firmaba el tratado de Lisboa. (Finalmente firmó el tratado solo en una pequeña sala: una metáfora temprana del Brexit que se venía).

Podemos ir incluso más atrás. El fiasco de Suez en 1956 se suponía que iba a curar a Gran Bretaña de su delirio imperialis­ta, pero lo que está claro ahora es que muchos británicos nunca se adaptaron.

Subyacente al Brexit, con su creencia de que Gran Bretaña debe sepa- rarse de sus vecinos cercanos, está la negativa a aceptar que somos parte de una economía interdepen­diente. Para quienes apoyan el Brexit, Gran Bretaña sigue siendo el Gulliver global maniatado durante mucho tiempo por los liliputien­ses de la pequeña Europa. Es una lectura errada sobre nuestro lugar en el mundo.

Tal vez, la semilla del voto de estos días se plantó en las ruinas de la experienci­a británica en tiempos de guerra. Como nunca sufrió una ocupación, muchos nunca entendiero­n la intensa necesidad de tener una Unión Europea, como sí la entendiero­n los continenta­les. En 1984, en una ceremonia para honrar a los caídos en Verdún, François Mitterrand y Helmut Kohl se tomaron de la mano, en un gesto poderoso sobre la reconcilia­ción franco-alemana. De acuerdo con su biógrafo, Margaret Thatcher no se conmovió: a cambio, se burló de la escena que hacían dos hombres grandes tomados de la mano.

Así ha sido la historia europea de Gran Bretaña, que ve lo que era un proyecto de paz, diseñado para terminar con siglos de sangre derramada, como un engaño diseñado para sacarle plata a los británicos.

Podemos remontarno­s aún más, a las reiteradas guerras contra franceses, españoles y alemanes. O incluso más lejos: al primer Brexit, casi 5 siglos atrás, cuando Enrique VIII buscó retomar el control rompiendo con Roma. Cualquiera sea el punto de partida elegido, el punto final queda claro. Termina así, con un Parlamento paralizado por la indecisión, aún incapaz de abrazar a Europa e incapaz de separarse. Y el espectácul­o de un país perdido y a la deriva. ■

 ?? AP ?? Discurso. Un momento del mensaje de la premier May en Londres.
AP Discurso. Un momento del mensaje de la premier May en Londres.

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