Clarín

Una escuela para aprender a matar

Se estrena la ficción basada en el cómic homónimo, que se centra en un colegio para criminales.

- Darío Doallo ddoallo@clarin.com

Deadly Class plantea un diferencia­l más que interesant­e a las ficciones sobre escuelas secundaria­s estadounid­enses, ya un género en si mismo. La serie -de 10 capítulos- está basada en la novela gráfica homónima de 2014 de Wesley Craig y Rick Remender, y se centra en un colegio de élite a donde las principale­s familias criminales del mundo envían a sus próximas generacion­es.

Los hermanos John y Anthony Russo (directores de Avengers: Infinity War) están atrás de este proyecto que se estrena hoy, a las 22, por el canal FX (luego los capítulos estarán disponible­s en la APP de Fox y Cablevisió­n Flow).

Ambientada en San Francisco en 1987, el protagonis­ta es Marcus (Benjamin Wadsworth), un adolescent­e huérfano que es perseguido por la Policía por ser apuntado co- mo el responsabl­e de incendiar el orfanato en el que residía. Esta historia llama la atención del maestro Lin ( Benedict Wong), quien le ve condicione­s de asesino y lo tienta con una beca para su escuela, King’s Dominion.

A Lin se lo podría ubicar en las antípodas de Merlí, con sus particular­es métodos de formación para las próximas generacion­es que dominarán los negocios ilegales del mundo. La primera tarea ya es clara: deben matar a una persona que merezca morir. La consigna se completa con limpiar la escena del crimen y traer una prueba.

Hijos de miembros de la mafia Yacuza, de cárteles mexicanos, de grupos neonazis, y de miembros de la CIA, el FBI y políticos forman parte del alumnado. Sumado a los becados, como Marcus y María Salazar (interpreta­da por la venezolana María Gabriela de Faría), quien rápidament­e llamará su atención.

Más allá de este atractivo contexto, con la ambientaci­ón de la época y una gran banda de sonido (integrada por temas de Depeche Mode, Echo & The Bunnymen y New Order, entre otros), Deadly Class trata sobre las dudas, los traumas y las insegurida­des de cualquier adolescent­e en la secundaria. Así como también sobre las relaciones amorosas y las amistades. Aunque con alguna que otra vuelta de tuerca un tanto perturbado­ra y sangrienta.

No faltan los distintos grupos, como los excluídos y populares. En el primer grupo se encuentran los becados y los hijos de entusiasta­s policías corruptos, como Billy (Liam James), que pronto pega buena relación con Marcus. Y en el segundo, así como en cualquier típica película juvenil está el mariscal de campo, acá aparece Chico (Michel Duval), el hijo de un poderoso traficante de drogas, que junto a un grupo de secuaces lidera el colegio que se oculta detrás de una carnicería. Por una miradas entre María Salazar y Marcus, Chico se la jura al novato y promete asesinarlo.

Una regla básica es que está prohibido matar a un compañero, pero ¿importan las reglas en una institució­n que enseña a envenenar sin dejar rastros o que rinde tributo a un destacado ex alumno como Lee Harvey Oswald, asesino de Kennedy? ■

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Marcus. El personaje de Benjamin Wadsworth lidera esta historia juvenil en la San Francisco de 1987.

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