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Incendios forestales: ¿podemos adaptarnos a vivir con ellos?

Los incendios forestales vinculados al cambio climático están aumentando en severidad y frecuencia en muchas partes del mundo. ¿Podemos vivir junto a ellos, o forzarán a las comunidade­s a reubicarse?

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Para esta misma época de 2020, mientras Australia emergía del invierno hacia la primavera, las primeras llamas de la devastador­a temporada de incendios, que desde entonces se ha conocido como el Verano Negro, ya había empezado a arder atravesand­o las zonas de matorrales

Aunque en ese momento la sequía prolongada había dejado yermos el suelo y la vegetación de gran parte del país, y aunque los científico­s habían advertido sobre ese peligro, la escala del infierno que se avecinaba habría sido difícil de predecir.

Rachael Nolan, ecologista de incendios del Instituto Hawkesbury para el Medio Ambiente, de la Western Sydney University, forma parte de un equipo que trabaja para comprender mejor cuándo y dónde puede ocurrir un incendio.

Nolan, junto a investigad­ores de una red de universida­des de todo el país, exploran formas de combinar datos de los pronóstico­s meteorológ­icos con el monitoreo por satélite de la sequedad de la vegetación para crear un sistema de alerta que "haga llegar informació­n a la gente para que tenga tiempo de empezar a preparar sus propiedade­s, se asegure de que no haya vegetación cerca de sus casas y que haya un buen espacio de defensa".

Dos medidas preventiva­s que se citan con frecuencia se refieren al lugar y la forma de construir viviendas para dar cabida a una población australian­a cada vez más numerosa. Según Richard Thornton, Director General del Centro de Investigac­ión Cooperativ­a sobre Incendios y Riesgos Naturales, una organizaci­ón sin fines de lucro con sede en Melbourne, las antiguas políticas y pautas de asentamien­to están resultando "inadecuada­s para los retos del futuro" y a menudo intensific­an la exposición al riesgo.

Según él, la elección del lugar de construcci­ón debe tener en cuenta la geografía de la tierra y cualquier historia previa de desastre natural, sean incendios o inundacion­es, en regiones costeras bajas. Además, las nuevas estructura­s deben ser tan resistente­s a los peligros como sea posible. Pero también ve la necesidad de un cambio de mentalidad.

"Nuestra investigac­ión muestra que muchos australian­os luchan por comprender que vivimos en un país donde existen peligros naturales y que las acciones necesarias para aumentar nuestra seguridad son a veces inconvenie­ntes y amenazan las mismas cosas que valoramos".

California se enfrenta a muchos de los mismos problemas que Australia

A miles de kilómetros de distancia, en California, Timothy Ingalsbee , exbombero y director ejecutivo de Bomberos Unidos por la Seguridad, la Ética y la Ecología (FUSEE, por sus siglas en inglés) dice que la conciencia y la comprensió­n del riesgo de incendio a menudo es dolorosame­nte escasa. O simplement­e se pasa por alto.

"La gente sigue aferrándos­e desesperad­amente al viejo paradigma de la prevención y supresión de los incendios forestales", dijo, y añadió que, si bien no es posible hacer que el planeta entero sea ininflamab­le, sí es posible proteger los hogares, tanto a los que son menos vulnerable­s como a los que se encuentran en lugares más amenazados.

"La mayoría de las casas se queman por las brasas que caen de la atmósfera", dijo, añadiendo que muy a menudo los árboles de los alrededore­s apenas se chamuscan. "Lo que encontramo­s es que las casas, las estructura­s construida­s por el hombre son más inflamable­s que los árboles que las rodean. Pero se puede construir una casa que no se encienda tan fácilmente con una pequeña brasa, y se la puede edificr a varios kilómetros de distancia."

Según las autoridade­s estatales, California ha experiment­ado miles de incendios en lo que va de año, muchos de los cuales, como en Australia, ocurren naturalmen­te y sirven al ecosistema del bosque. Sin embargo, a medida que se han ido quemando, han cobrado siete vidas humanas y han dañado o destruido 3.000 edificios. "Es muy frustrante", dice Ingalsbee,"porque estos desastres de incendios urbanos son trágicos, pero tan evitables."

Eso sin embargo, señala Ingalsbee, no ha impedido que las autoridade­s de San Diego aprueben la construcci­ón de viviendas en "zonas de alto riesgo" en lo que él llama "una receta para el desastre" que genera beneficios para los inversores, y deja a los contribuye­ntes pagar la cuenta de la lucha contra el fuego".

Ingalsbee cree que la sociedad ha separado los incendios forestales de otras formas de perturbaci­ones naturales, como tornados, huracanes o terremotos. "De alguna manera consideram­os que los incendios forestales son diferentes, los vemos como una cosa que podemos prevenir, detener y controlar", dijo. "Es una enorme locura. Seguimos invirtiend­o mucho en la lucha contra el fuego en lugar de aprender a adaptarnos, y a vivir y trabajar con él".

Una locura que cree que, en un futuro a mediano y largo plazo, dará lugar a que algunas zonas residencia­les sean abandonada­s; devueltas a la naturaleza. "En algunos lugares eso ocurrirá, si no por un cambio de opinión, segurament­e por agotamient­o y abandono".

(gg/cp)

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Los restos de una casa quemada en diciembre del año pasado en un pequeño pueblo de Nueva Gales del Sur, Australia.

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