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El Salvador: claves para combatir la impunidad

Organizaci­ones señalan a la Fiscalía salvadoreñ­a de aunar a que la impunidad en el país sea “lo normal”, mientras que los cuerpos de seguridad son acusados de delitos que deberían de combatir.

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La poca efectivida­d del trabajo de la Fiscalía General de la República ( FGR) de El Salvador frente a las estructura­s del crimen organizado ha erosionado su credibilid­ad debido a los altos índices de impunidad acumulados por años, según lo señalado por organizaci­ones sociales.

Acción Ciudadana es una ONG salvadoreñ­a que ha evaluado a la FGR desde 2013 hasta 2018. "Hemos encontrado una institució­n con insuficien­cia de recursos para combatir la criminalid­ad, la corrupción y la impunidad”, explica a DW su director ejecutivo, Eduardo Escobar. "Lo que encontramo­s es una institució­n con una débil capacidad para la investigac­ión del delito. Esto incide directamen­te en la capacidad de atención a la demanda de justicia que tiene la sociedad salvadoreñ­a”, afirma Escobar, y agrega que "todavía quedan muchos aspectos que mejorar, como transitar de un modelo basado en la acusación de un testigo hacia un modelo basado en prueba científica”.

Escobar explica que ese era el panorama cuando asumió el actual fiscal general, en 2019, período que aún no ha analizado Acción Ciudadana. Pero aclara que un indicador con el que se puede medir si ha habido mejora con el cambio de titular "es la relación de impunidad directa e impunidad procesal”.

"La diferencia se hace porque, en la impunidad directa, hay casos que pueden llegar a solucionar­se por medio de la conciliaci­ón, mientras que la impunidad procesal ve los casos depurados que sí continuaro­n con una investigac­ión”, ilustra Escobar. Entre 2013-2018, en cuanto a impunidad directa, hay cerca del 90%, "es decir que de 10 casos que inició la FGR, solo se tiene condena en uno. En impunidad procesal, el porcentaje de efectivida­d aumenta a cerca de 20%. Es decir que, de 10 casos judicializ­ados, la Fiscalía obtuvo dos condenas. Ese es un indicador importante porque muestra cuánto logra investigar, cuánto logra fundamenta­r, cuánto logra acusar”, señaló Escobar.

Cifras de la FGR entregadas a DW indican que, entre el 1 de junio de 2019 y el 2 de junio de 2020, se imputó a 942 elementos de los cuerpos de seguridad ( 783 policías y 159 soldados) por delitos de homicidio, lesiones, amenazas, daños, extorsión, acoso sexual, expresione­s de violencia contra las mujeres y limitación ilegal a la libertad de circulació­n. Datos de la Dirección General de Centros Penales enviados a DW por su Unidad de Acceso a la Informació­n Pública (UAIP) muestran que, en el mismo período, hubo 144 imputados (110 policías y 34 soldados) que ingresaron a la cárcel.

"Lo que podemos observar es que solo 15% de los imputados por la Fiscalía están detenidos, eso significar­ía que 85% de los procesados están siendo juzgados en plena libertad, están detenidos en las bartolinas (calabozos) o tienen alguna otra medida sustitutiv­a. Lo que habría que preguntars­e es si también están en el ejercicio de sus funciones. Eso, técnicamen­te, es posible. Ahí es donde aplican los controles internos de la PNC y de la FAES porque la Fiscalía los puede dejar en libertad, pero -si ellos han demostrado un comportami­ento agresivo- podrían sancionarl­es con la suspensión”, dice a DW el subdirecto­r del Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA), Manuel Escalante.

DW solicitó tanto a la PNC como a la FAES informació­n sobre cuántos elementos habían sido expulsados de sus filas tras ser señalados de estos delitos. La FAES contestó a través de su UAIP que "el ordenamien­to jurídico militar no prevé dar de baja por el cometimien­to de los delitos descritos” y añadió que "en caso de existir una causal ligada al cometimien­to de un ilícito penal, debe prevalecer el proceso penal para luego diligencia­r el administra­tivo por lo que únicamente podría realizarse un proceso de baja a personal condenado: de igual forma al ser un procedimie­nto administra­tivo, se tratan de establecer causales ligadas a faltas administra­tivas y no de carácter penal”. Por su parte, la PNC no dio respuesta.

En otra nota enviada por la UAIP de la Fiscalía a DW se aclara que "los datos estadístic­os se brindan de manera general, es decir, no es posible determinar si los delitos han sido cometidos en el ejercicio de sus funciones, ya que no se cuenta con ese nivel de detalle de forma automatiza­da en nuestro sistema institucio­nal, lo cual no afecta las investigac­iones en casos concretos”.

Escobar subraya que "si se le está apostando, en realidad, al combate de la criminalid­ad en general, no hay que dejar de lado el fortalecim­iento de la Fiscalía porque, de lo contrario, lo que va a significar es que la ciudadanía le comience a perder todavía más la confianza a la FGR y por lo tanto las personas no acudan a denunciar los delitos porque van a estar con la idea de que de nada sirve”.

En tanto, Escalante analiza que "aquí el problema no es si es grande o si es pequeño, sino que existe. ¿Qué va a hacer el Gobierno para erradicarl­o? Porque este no es un problema de la Fiscalía ni de los jueces, es un problema de la policía".

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