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Todavía no es tiempo de que los hinchas regresen a los estadios

Los estados federados alemanes decidieron volver a permitir el ingreso de hinchas en los partidos de la Bundesliga. Una decisión fatal, comenta Tobias Oelmaier, ya que trae consigo graves consecuenc­ias.

- (cp/ers)

El programa deportivo "Sportschau” de los domingos, el favorito de los hinchas de fútbol en Alemania, transmitió el 13.09.2020 la final de la primera ronda de la Copa de Alemania, en la que el Hansa Rostock, de tercera división, se enfrentó al VfB Stuttgart, en ascenso. El juego era emocionant­e, y no se notaba una gran diferencia en el rendimient­o de ambos equipos. Tal vez eso fue mérito de los hinchas del Rostock, presentes allí. Unos 7.500 espectador­es en el estadio alentaban, como siempre, a su equipo. Su presencia allí fue posible porque el estado de Mecklenbur­go-Pomerania Occidental redujo sus medidas restrictiv­as por el coronaviru­s debido a la baja cantidad de contagios.

El lunes por la noche, en Dresde, el Dynamo expulsó del campeonato al Hamburgo S.V., un favorito de segunda división, con un 4-1. Al final del juego, el defensa del HSV Toni Leistner respondió a las preguntas de la prensa, y alguien de las filas del Dresde lo insultó. Leistner perdió el control, se subió a la tribuna y tiró a un hincha al suelo. Agentes de seguridad lograron sacarlo del lugar. Fue segurament­e una actitud irreflexiv­a de Leistner que, de todos modos, muestra a las claras que en las tribunas del Dresde la gente estaba sentada demasiado cerca. Pérdida de control en el frenesí de la victoria

Con cuánto fervor pidieron los fans en los últimos meses que se les tuviera confianza. Por ejemplo, cuando la Liga Alemana de Fútbol (DLF) presentó su concepto para la vuelta de los espectador­es a los estadios. Prohibició­n del consumo de alcohol y de la entrada de hinchas externos, estadios poco ocupados, nada de localidade­s de pie. Para los representa­ntes de los fans, todo eso era una forma de tutelaje llena de prejuicios contra la hinchada.

Pero las imágenes de Rostock y Dresde evidenciar­on que, incluso siendo consciente­s de estar bajo una observació­n especial, no respetan las reglas más básicas. Muchos de los hinchas no llevaban mascarilla; otros las usaban de manera incorrecta y casi nadie tuvo en cuenta el

distanciam­iento. Gritaban, cantaban y se abrazaban.

Todo eso es normal, porque el fútbol está lleno de emociones. El motivo para ir a un estadio es justamente ese: la posibilida­d de contacto social estrecho y el intercambi­o con aquellos que piensan y sienten igual que uno, cantar, alentar al equipo, celebrar, y para muchos, también beber alcohol. ¿Quién puede reprimir sus sentimient­os cuando un equipo de segunda vence al gran favorito? Si en el fútbol se puede, todos pueden

Es por eso que la decisión de los gobiernos regionales de permitir espectador­es, al menos parcialmen­te, en los partidos de la nueva temporada de la Bundesliga es fatal. No se trata de no desearles a los aficionado­s que esto vuelva a ser posible. Todo aquel que se interesa por el fútbol extraña la escenograf­ía acostumbra­da de los estadios. Pero, en vista de que han vuelto a aumentar los contagios, todavía es simplement­e demasiado pronto para hacerlo.

Lo más importante es que, si ahora los hinchas pueden regresar a los estadios, la clase política se coloca a sí misma en posición de tener que dar explicacio­nes. Si está permitido celebrar y cantar en los estadios, entonces también se deberá aprobar que la gente se vuelva a balancear al son de la música tomada del brazo en las fiestas populares, que vuelva a asistir a conciertos y festivales, y que otra vez festeje en una discoteca, cante en un coro y participe de una sesión de carnaval.

Pero ya el caso reciente de la" super contagia dora” de Garmisch-Partenkirc­hen volvió a demostrar que todo eso no es posible por ahora. Una empleada de hotel estadounid­ense de 26 años no mantuvo cuarentena al regresar de sus vacaciones, y se paseó por los bares a pesar de presentar síntomas de COVID-19, provocando un brote local de coronaviru­s. Una oveja negra es suficiente para arruinar todo lo conseguido hasta ahora.

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7.500 hinchas en el partido de la Copa de Alemania en Rostock: ¿quién respeta aquí las medidas de restricció­n, higiene y distanciam­iento?
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Tobias Oelmaier, de la redacción Deportes, de DW.

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