Deutsche Welle (Spanish edition)
¿Por qué los alimentos baratos nos perjudicarán a todos a largo plazo?
Si los verdaderos costos ambientales fueran parte del precio, los alimentos en Alemania tendrían que ser mucho más caros. Investigadores han calculado cuánto.
Aproximadamente 3 euros por medio kilo de carne, 2 euros por 10 huevos y menos de un euro por un litro de leche. Los turistas internacionales a menudo se preguntan cómo pueden costar tan poco los productos agropecuarios en Alemania.
El verdadero costo de los alimentos está oculto, han descubierto investigadores de la
Universidad de Augsburgo y la Universidad de Greifswald. El precio real sería mucho más alto si se considerara el impacto social y ecológico de la producción, dijo la coautora del estudio, Amelie Michalke, quien ha estado investigando los precios de los alimentos y su verdadero costo durante los últimos cuatro años.
Costos ocultos
La carne molida costaría aproximadamente tres veces más, y el precio de la leche y el queso gouda casi se duplicaría si se agregaran los costos ambientales, según los investigadores.
Michalke y sus colegas observaron cuatro indicadores diferentes: cambio de uso de la tierra, emisiones de gases de efecto invernadero, nitrógeno reactivo y demanda de energía
de la producción. Otros indicadores como el uso de pesticidas y antibióticos no se tuvieron en cuenta en este estudio.
"La mayor diferencia que pudimos apreciar fue entre productos de origen vegetal y animal, porque las cadenas de valor de origen animal son mucho más complicadas y más largas", dijo Michalke. "Y los costos más altos son, por supuesto, para los productos cárnicos", agregó. Los precios de las frutas y hortalizas, así como los productos orgánicos, no se verían tan afectados. doble rasero de los clientes, que a menudo no están dispuestos a pagar precios justos.
Ahora, una de las tiendas de descuento de Alemania, Penny, del grupo Rewe, ha pedido a los investigadores que calculen el costo real de ocho productos. En el estudio, a los clientes que compran en una de sus tiendas en el distrito berlinés de Spandau se les muestra el costo real de esos productos junto al precio minorista del establecimiento.
Michalke explicó que la idea tras el experimento es mostrar que los productos orgánicos son en realidad más baratos a largo plazo que la agricultura convencional. "Se incentivaría a los consumidores a que compren estos productos. Y luego los productores también serían incentivados para tal vez cambiar sus prácticas agrícolas", dijo. costo real.
"Si nos damos cuenta de que el experimento está funcionando, por ejemplo, porque la gente comienza a comprar más productos orgánicos, entonces, como siguiente paso, calcularíamos los costos reales de más productos y ampliaríamos el experimento en más sucursales para aumentar la visibilidad", dijo Andreas Krämer, portavoz de Penny.
"Creo que la tendencia es que incluso los clientes que quieren comprar a precios moderados, quieren ir de compras con la conciencia tranquila y quieren saber de dónde provienen sus alimentos, cómo se produjeron y si dañan el medio ambiente", afirmó.
También señaló que el objetivo no era subir repentinamente los precios y vender productos en función de sus costos reales. "Solo queremos sensibilizar a nuestros clientes. La comida debe seguir siendo asequible para todos, así que, por supuesto, tenemos que pensar en cómo podemos ayudar a las personas que no tienen mucho margen de acción con su presupuesto", subrayó.
Michalke cree que un impuesto al CO2 ayudaría a asignar costos para hacer que todas las partes interesadas de la cadena de valor paguen, y no solo los clientes. Sin embargo, cree que educar a las personas es un primer paso importante: "La gente tiene que entender que no es normal tener estos precios bajos de alimentos antes de que podamos cambiar la dinámica y el sistema".
En comparación con otros países europeos, los precios de Alemania son más baratos debido a la feroz competencia entre los grandes minoristas.
"Tenemos una concentración comparativamente alta de supermercados en el sector alemán y una competencia despiadada entre los grandes minoristas, lo que está llevando a que los precios sean muy bajos. Esta competencia se ve impulsada aún más por las tiendas de descuento, donde los precios juegan un papel muy importante, lo que luego origina niveles de precios bajos en todo el país ", dijo Krämer.
Él admitió que los supermercados de descuento son parte del problema, pero también cree que pueden ser parte de la solución si brindan a los clientes más información y alternativas.
"No valoramos los alimentos tanto como otros países simplemente, porque siempre han sido tan baratos o porque se han vuelto tan baratos", concluyó Michalke.
La comparación europea muestra que los alemanes gastan menos de su presupuesto en alimentos y bebidas no alcohólicas que el promedio europeo, que fue del 12% en 2018. Los lituanos destinaron más del 20% de su presupuesto familiar a comestibles ese año, y los rumanos incluso gastaron casi el 30%, mientras que los alemanes pagaron solo un 10%.
(rmr/ers)
climático ni siquiera figura entre las 10 principales preocupaciones de los votantes inscritos, aun cuando Estados Unidos se enfrentan a condiciones climáticas extremas, desde incendios forestales hasta tormentas, que, según los científicos, se están volviendo cada vez más frecuentes gracias al calentamiento del planeta. El tema ocupa el undécimo lugar detrás de la economía, la atención médica, los nombramientos en la Corte Suprema y la pandemia, según una encuesta realizada por el Centro de Investigación Pew y publicada en agosto.
No obstante, aunque el cambio climático no es prioritario en la agenda de los votantes, sigue siendo uno de los temas más controvertidos entre los partidarios de Trump y Biden. Un 68 por ciento de los votantes demócratas creen que el tema es prioritario, en comparación con el 11 por ciento de los republicanos, según la encuesta Pew.
Pero, ¿qué prometen Biden y Trump en su campaña electoral con respecto al cambio climático y el medio ambiente, y cómo encaja con los deseos de los votantes? grama.
Antes de que Kamala Harris se convirtiera en candidata a la vicepresidencia de Biden, la senadora californiana había apoyado medidas audaces de protección climática. Desde el principio, Harris apoyó el Nuevo Acuerdo Verde (del inglés, New Green Deal), una resolución demócrata progresista que instaba al Congreso de Estados Unidos a poner rumbo hacia los siguientes objetivos durante la próxima década: una economía basada en energías limpias, reciclaje profesional y justicia social y ambiental.
Sin embargo, algunos votantes demócratas se muestran decepcionados con la candidatura de Biden-Harris, ya que creen que Sanders, que abandonó la carrera demócrata por la presidencia en abril, habría sido el mejor candidato.
"Tengo dos hijos, así que tengo que ser cuidadosa y mantenerme esperanzada, pero perdí mucha esperanza cuando Bernie Sanders no consiguió la candidatura”, cuenta Karen Antunes, mientras disfruta sentada de un picnic con sus hijos y su perrito en Peninsula Park, Portland, Oregón.
Sin embargo, eso no le impedirá votar por los demócratas. "Tenemos que hacerlo. Lo de Trump tiene que terminar”, añade Antunes. "Pero no estoy muy entusiasmada”.
La mayoría de los votantes progresistas, como Antunes, probablemente votarán por Biden para impedir la reelección de Trump, aunque consideren que el compromiso de Biden con las medidas de protección climática no va lo suficientemente lejos.
"No creo que las diferencias entre Biden y Sanders sobre el medio ambiente, o cualquier otro tema, importen mucho a los votantes demócratas en comparación con la diferencia entre Biden y Trump”, opina Stephen Ansolabehere, director del Centro de Estudios Políticos Americanos de la Universidad de Harvard.
En los últimos años, Trump siempre ha considerado el cambio climático como un "engaño”, algo que no ha sido provocado por el ser humano, y ha llamado a los activistas ambientales "eternos catastrofistas”.
La plataforma electoral del presidente de EE.UU. consiste en una lista de 63 puntos, divididos en categorías como "Empleo”, "Erradicar el COVID-19” y "Poner fin a nuestra dependencia con China”. No se abordan directamente ni el cambio climático ni la protección del medio ambiente.
En su lugar, escondido bajo el título "Innovando para el futuro” hacia el final de la lista, hay dos promesas: "Continuar liderando el mundo en el acceso al agua potable y a un aire más limpio” y "Asociarse con otras naciones para limpiar los océanos de nuestro planeta”.
El plan no traza ningún camino para alcanzar estos objetivos.
La falta de menciones al cambio climático en la agenda de Trump podría complacer a muchos votantes republicanos ya que son "obviamente menos partidarios de las regulaciones”, señala Daron Shaw, profesor especializado en el comportamiento electoral de la Universidad de Texas, en Austin, y codirector de la encuesta de Fox News.
"Los demócratas están mucho más dispuestos a tomar medidas más fuertes”, señala
Shaw, añadiendo que pocos republicanos apoyarían regulaciones como un impuesto al CO2 o a los combustibles fósiles. Sin embargo, "si se les pregunta sobre el reciclaje o los estándares de eficiencia de combustible, apoyan mucho ese tipo de acciones a menor escala”.
Algunos jóvenes republicanos han empezando a criticar la falta de atención de su partido al cambio climático. Durante la reciente convención del Partido Republicano, un pequeño grupo recurrió a Twitter durante el evento en línea, para preguntar "¿qué pasa con el clima?” (#WhatAboutClimate)
Otro estudio de Pew, de junio de 2020, encontró que los republicanos de la generación "millenial” y de la generación Z, que actualmente tienen entre 18 y 39 años, son más propensos que los votantes republicanos de mayor edad a pensar que la actividad humana tiene un impacto significativo en el clima y que el gobierno federal está haciendo muy poco para abordar el problema.
Sin embargo, eso no significa que estén dispuestos a cambiar a los demócratas.
"Crecí siendo republicano”, cuenta Kiera O'Brien, que fundó el grupo Jóvenes Conservadores por los Dividendos del Carbono (YCCD, por sus siglas en inglés, Young Conservatives for Carbon Dividens). "El conservadurismo en casa#, en Ketchikan, Alaska, se centra en la comunidad y la naturaleza”.
A O'Brien no le gusta el "enfoque regulador del clima” de los demócratas y en su lugar aboga por soluciones de libre mercado para hacer frente al cambio climático a través de YCCD.
Las políticas ambientales pueden ser un tema complicado cuando se trata de elecciones federales y difícil de abordar para los candidatos presidenciales. Muchas regiones de Estados Unidos tienen sus propios desafíos: desde los incendios forestales en California y las tormentas que destruyen cultivos enteros en Iowa hasta la contaminación del agua en Flint, Michigan.
En Pensilvania, Kentucky o Míchigan y Ohio, la oposición a las políticas climáticas en el pasado ha estado típicamente relacionada con el temor a la pérdida de empleo, según el profesor Ansolabehere. La prohibición del carbón o la reconversión de la industria automotriz podría "afectar negativamente al mercado de trabajo” en esos estados.
Según Daron Shaw, los republicanos suelen "tratar de enmarcar las cuestiones ambientales como una cuestión de altos impuestos y propuestas de destrucción de empleo con la esperanza de ganar algún votante demócrata”.
Biden podría estar tratando de calmar los temores de que abordar el cambio climático significa la pérdida de puestos de trabajo, enmarcando su plan como una oportunidad de empleo en nuevas industrias y una revitalización en el sector de la fabricación ecológica.
Pero cuando se trata de los estados de Pensilvania, Virginia y Ohio, la política climática de Trump y su apoyo a los combustibles fósiles podría darle la ventaja. Su apoyo a las plantas de craqueo que procesan gas natural para su uso en la producción de plásticos también ha sido bien recibido, según Ansolabehere, especialmente por los sindicatos locales.
(ar/ers)