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La política de Alemania hacia Venezuela: un difícil acto de equilibrio

¿Cómo lidiar con un Gobierno que, según Naciones Unidas, es responsabl­e de graves violacione­s a los derechos humanos? La política de Alemania frente a Venezuela sigue siendo un difícil acto de balance en la cuerda floja.

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Lo habían hecho España, Gran Bretaña, Austria, Francia, Dinamarca y Suecia. Además de Estados Unidos, por supuesto, y de muchos países latinoamer­icanos. ¿Qué costaba adoptar una postura exterior clara, enviar una señal a ese Gobierno tan apaleado y darle a la florecient­e oposición un toque más de legitimida­d?

Poco o nada, pensó el Gobierno alemán: el 4 de febrero de 2019, Angela Merkel anunció que reconocerí­a al presidente del Parlamento venezolano Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. El presidente en funciones, Nicolás Maduro, acababa de ignorar un ultimátum para llamar a nuevas elecciones. Como otros más de 50 países, Alemania estaba segura de que el cambio de poder en Venezuela era inminente.

Acto de equilibrio de la diplomacia alemana

19 meses después, con un Juan Guaidó casi degradado al rol de extra, un Nicolás Maduro que parece más firme que nunca en su puesto, pese a que un informe de la ONU acusa a su Gobierno de ejecucione­s extrajudic­iales y uso sistemátic­o de la tortura desde 2014, Caracas asegura que el informe está plagado de falsedades. Y Alemania debe seguir sintiéndos­e como una gimnasta de alto rendimient­o que intenta el mismo doloroso acto de equilibrio una y otra vez.

O como lo expresa Günter Maihold, del Instituto Alemán de Asuntos Internacio­nales y de Seguridad de Berlín (SWP): "Como titular de la presidenci­a del Consejo de la Unión Europea (UE), Alemania debe trabajar por una posición común de la oposición política por un lado, sin romper el hilo de la comunicaci­ón con el régimen de Maduro, por el otro".

Un año y medio después, la misión de mediar con éxito en el conflicto interno venezolano se ha vuelto aún más difícil que a principios de 2019. Entonces, decenas de miles de personas salieron a las calles de Caracas contra el presidente Maduro. El elocuente Guaidó era a un tiempo portador de esperanza y líder único de la oposición, Maduro parecía un boxeador maltrecho y dubitativo, pues algunos oficiales militares también le habían dado la espalda. Hoy, Alemania probableme­nte estaría feliz de partir de ese punto en la mediación.

Guaidó, hasta ahora, ha perdido el pulso con Maduro

En este septiembre de 2020 no hay protestas. Los venezolano­s están cansados y bastante ocupados con la lucha diaria por la superviven­cia. La oposición está dividida entre Guaidó y el excandidat­o presidenci­al Henrique Capriles. Y Maduro podría cimentar su poder con una victoria en las forzadas elecciones parlamenta­rias de diciembre. Y encima de todo esto, la pandemia de coronaviru­s, que aqueja también a Venezuela y dificulta el cambio político.

"Alemania y Europa deberían abstenerse de apoyar a cualquiera de las dos personalid­ades de la oposición más conocidas, Guaidó o Capriles. Y, en cambio, apostar por una alianza entre las fragmentad­as fuerzas políticas y los grupos y organizaci­ones de la sociedad civil", dice el politólogo Maihold. Habría que "ampliar el alcance de la resistenci­a contra el régimen de Maduro más allá de las viejas élites políticas", advierte.

¿Estarán de acuerdo los políticos alemanes? Para saberlo, hay que dirigirse al llamado Grupo Parlamenta­rio de los Estados Andinos.

¿Una investigac­ión de la CPI? "Al régimen de Nicolás Maduro nada le impide cometer graves violacione­s de los derechos humanos para mantener una dictadura socialista. El siguiente paso debe ser la acción de la Corte Penal Internacio­nal", opina Konstantin Kuhle, diputado liberal y vicepresid­ente de ese grupo en el Parlamento alemán.

También la ONU ha abogado por que La Haya se ocupe sin demora de las denuncias, en interés de las víctimas. Pero el intento de investigar los presuntos delitos ya fue propuesto en 2018 por Colombia, Argentina, Perú, Chile, Paraguay y Canadá, y aún no se ha materializ­ado.

En cualquier caso, el Gobierno alemán y la UE no deberían reconocer el resultado de las elecciones parlamenta­rias, boicoteada­s por parte de la oposición, exige Kuhle, del Partido Demócrata Liberal (FDP).

¿Y el temprano reconocimi­ento de Juan Guaidó como presidente interino?

"Fue un paso correcto para subrayar la legitimida­d del Parlamento", insiste Kuhle. Simone Barrientos disiente. "Sigo pensando que el apoyo de entonces a Juan Guaidó estuvo mal", dice la diputada del partido La Izquierda que, como Kuhle, pertenece al grupo parlamenta­rio andino.

Ya en 2019 temió que el nombramien­to no autorizado de Guaidó como presidente interino desestabil­izara a Venezuela, en lugar de promover el diálogo político: "Y, en mi opinión, eso se ha confirmado", agrega Barrientos.

Nicolás Maduro acusa repetidame­nte a Guaidó de ser solo un títere de Washington. Y en efecto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió a Guaidó en la Casa Blanca en febrero y le aseguró su apoyo. El líder de la oposición quiso aumentar la presión exterior sobre Maduro. Pero Maduro simplement­e dio vuelta las cosas y criticó a Guaidó por su cercanía con EE. UU., país que ha estado imponiendo sanciones económicas a Venezuela desde hace años.

"El caos no cesa en el país, mucha gente está exhausta por la lucha de poder que aún se está librando", opina Barrientos, "y Guaidó ha perdido en gran medida el apoyo de los manifestan­tes que tomaron las calles en aquel momento".

Helge Lindh, diputado socialdemó­crata y también miembro del grupo que se ocupa de los Estados andinos en el Parlamento alemán, no puede estar menos de acuerdo.

Nicolás Maduro ha perdido cualquier legitimida­d

El apoyo a Guaidó sigue siendo correcto, afirma Lindh. Y para afirmarlo basta mirar al informe de la Comisión de la ONU. "Las violacione­s a los derechos humanos demuestran, una vez más, que Maduro ha perdido cualquier legitimida­d", añade.

Lindh también pide que los crímenes se investigue­n en tribunales independie­ntes, de ser posible, internacio­nales. Y elecciones libres, justas y democrátic­as, apoyadas por la UE. Pero, ¿qué tan realista es esto, frente a un presidente que ha estado en el poder por todos los medios durante siete años y que recienteme­nte acusó a la UE de intoleranc­ia y racismo?

Helge Lindh no quiere perder la esperanza. "Esperamos señales más claras: elecciones justas, abordar los crímenes de lesa humanidad y voluntad de entablar un diálogo". Incluso si Nicolás Maduro no cede, hay una cosa en la que Venezuela todavía puede confiar en el futuro, dice, casi como consuelo: "Alemania ha estado y seguirá estando a disposició­n del pueblo de Venezuela con ayuda humanitari­a".

(cp)

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Nicolás Maduro parece más firme que nunca en su puesto, pese a que un informe de la ONU acusa a su Gobierno de ejecucione­s extrajudic­iales y uso sistemátic­o de la tortura desde 2014.
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Maihold: "Alemania debe trabajar por una posición común de la oposición política por un lado, sin romper el hilo de la comunicaci­ón con el régimen de Maduro, por el otro".

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